La otra generación dorada que no pudo brillar: las razones de la magra participación de Chile en Alemania 74

Nombres históricos que resuenan hasta hoy. Que habían triunfado antes de la Copa del Mundo y que también lo harían después. Pero que no pudieron hacerlo en el lugar más importante, donde debían: el Mundial.



La lista de jugadores de Chile 1974 sorprende con apenas una mirada. Las historias sobre lo inmenso que era Elías Figueroa o lo desequilibrante que resultaba Carlos Caszely cuando tomaba la pelota y echaba a correr, podían ser escuchadas y creídas por los más jóvenes, pero nunca comprobadas por sí mismos debido a la diferencia generacional entre ellos. Este fin de semana al fin pudieron, luego de la transmisión íntegra de la participación chilena en el Mundial de Alemania 74 por CDF.

Varias son las nuevas interrogantes surgidas tras ver los tres encuentros disputados por la Roja en suelo germano. Sin embargo, la que parece molestar a la mayoría de los espectadores por no tener, a priori, una respuesta lógica, es la siguiente: ¿por qué un equipo con nombres tan imponentes se quedó en primera ronda con apenas dos empates, un gol marcado y cero victorias?

La base de aquel equipo era la del histórico plantel de Colo Colo que había alcanzado la final de la Copa Libertadores el año anterior. Figuras como Francisco Valdés, Sergio Ahumada, Leonardo Véliz y Carlos Caszely —para el Mundial estaba iniciando su carrera en el Levante— conformaban un equipo sobresaliente tanto individual como colectivamente. Y si a ellos se le suman estrellas como Elías Figueroa, quien brillaba en el Internacional de Porto Alegre, o Alberto Quintano, defensa del Cruz Azul; resulta razonable pensar que teniendo tales nombres en la nómina las expectativas de un buen cometido en la Copa del Mundo aumentaban.

Pero nunca hubo demasiadas expectativas.

“En ese tiempo, ¿qué era Chile en concepto internacional? No era nada, no como ahora que se logró un respeto, que alcanzó a estar dentro de las cinco mejores selecciones del mundo. En aquella época nosotros no”, asegura Leonardo Véliz, delantero en aquel histórico plantel liderado por el técnico Luis Álamos. “Los conocimientos modernos y tácticos eran precarios, pero así y todo, cuando había una competencia internacional como Copa Libertadores o Eliminatorias, con ese aislamiento y todo, éramos una selección dura de vencer. Un hueso duro de roer”, agrega.

Para Alberto Quintano, baluarte de la defensa chilena junto a Figueroa, el cometido chileno en la cita mundial es sobresaliente, lejos de ser un fracaso: “Tuvimos una etapa clasificatoria muy difícil, donde nos encontramos con buenos equipos europeos, y de igual manera logramos mantenernos con aspiración hasta la última instancia”. Véliz cree lo mismo: “Para mí es positivo lo que hicimos. En la interna decíamos, por la calidad del equipo, que podíamos clasificar. Pero lo decíamos por las capacidades nuestras, no conocíamos la de los rivales. ¿A Alemania Oriental quién la había visto jugar?”.

La falta de preparación previa al Mundial

La clasificación de Chile a Alemania 74 fue tormentosa. Primero una definición frente a la poderosa selección peruana cuya estrella era Teófilo Cubillas, que debió llegar a un tercer partido definitorio en Uruguay. Luego, la recordada y polémica llave contra la Unión Soviética, rodeada de un tenso ambiente político por el reciente Golpe de Estado llevado a cabo por Augusto Pinochet. En Moscú ambas selecciones registraron un cero a cero, mientras que en Chile los soviéticos se negaron a jugar el partido, lo que le dio la clasificación a Chile. Y desde ese walkover Chile no volvió a jugar un encuentro hasta el mundial.

Quintano lo explica: “Faltaron más partidos que no pudimos hacer por las situaciones que vivió el país y porque no se podían hacer muchos partidos para enfrentarnos en Sudamérica o en Europa. Entonces el conocimiento profundo de cada uno de los jugadores, como equipo, de memoria, profundamente, no lo hicimos hasta cuando actuamos en el Mundial. No alcanzaron, ni los tiempos ni los momentos, ni los ciclos”.

La sorpresa australiana

Tras el empate 1-1 con la Alemania Democrática, Chile estaba a una victoria de conseguir el pase a la fase final del Mundial. Los rivales a vencer eran la desconocida y pujante selección australiana. Las esperanzas de un triunfo aumentaron considerablemente en el plantel, que nunca vaticinó lo que terminarían enfrentando en el campo de juego.

“No eran tan malos como pensábamos”, señala Véliz sobre los oceánicos. “Yo ahora los analicé y no eran para nada troncos. Salían jugando, tenían clarito lo que era la táctica, cómo debían jugar, aguantaban, demoraban. Parecían un equipo inglés de la época, con mucho centro porque no podían entrar, no tenían la habilidad. Se van rompiendo mitos”, agrega.

“Mirando el partido, desde la tribuna, diría que fueron mejores de lo que esperábamos y aun así pudimos haber ganado el partido”, confiesa Quintano sobre el partido ante los Socceroos.

La expulsión de Caszely

Carlos Caszely se transformó en el primer expulsado mediante la tarjeta roja en la historia de los mundiales. Una baja enorme para el equipo, ya que el delantero del Levante era la referencia en el ataque nacional junto al Negro Ahumada. Su ausencia pesó en el fútbol del combinado nacional.

“Por supuesto que Carlos, tal como lo conocíamos, y con lo que alcanzó a mostrar en las eliminatorias, era un jugador importantísimo. Era uno de los hombres más desequilibrantes que teníamos en la ofensiva. Junto al Negro Ahumada eran los que nos abrían los caminos en los partidos difíciles, y ellos significaron para nuestra generación los hombres determinantes dentro del sector ofensivo de Chile. Y no tener a uno de ellos desequilibraba la balanza”, indica La Muralla.

Para Véliz, la marca que sufrió Caszely hizo imposible que el delantero pudiera brillar como se esperaba: “Con las marcas que había costaba mucho, y así y todo pasaba. Contra los australianos hizo sus cosas, pero contra Alemania Occidental la marca de Berti Vogts no le permitió hacer nada, anulado. La anticipación que hacían, las patadas que también le pegaron, lo terminaron anulando completamente. Y ya la expulsión fue una torpeza de Carlos, quien debió tener la cabeza más fría. Porque la patada que le manda a la altura de la cadera… ¡y el árbitro estaba a dos metros”.

“Debo decirte que a nivel personal me quedé con una mala pasada, porque resulta que le hicieron falta en muchas oportunidades durante el partido, y habían cobrado solo de vez en cuando. No quiero justificarlo porque su reacción merecía la expulsión, pero quién sabe que con un arbitraje más rígido se habría aguantado de reaccionar así”, complementa La Muralla con respecto a la histórica Roja de Caszely.

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