Nade in USA: la aventura gringa de cinco especialistas chilenos

Cinco nadadores chilenos se afincaron en Estados Unidos para mantenerse en el alto rendimiento y a la vez estudiar una carrera. La nueva piscina de Depassier, Marín, Ahumada, Szklaruk y Araya.



Entre Arizona, Denver, Texas y Florida viven repartidos cinco nadadores chilenos que se codean con lo más selecto del deporte estadounidense. Y que ahí, a varios miles de kilómetros, han encontrado lo que en Chile no: compatibilidad entre la actividad física y los estudios.

Inés Marín (19), Sarah Szklaruk, Max Ahumada, Jorge Depassier (20) y Gabriel Araya (21) son los cinco deportistas nacionales que combinan su carrera deportiva con la profesional en Norteamérica. Cada uno en una universidad distinta, con un plan distinto y habiendo llegado por distintas vías, pero que a la larga coinciden en que su estadía lejos de casa no hace más que beneficiarle al Team Chile.

“Acá el deporte es una profesión y en Chile es como un hobby”, dice Depassier, quien se radicó junto a su familia en Estados Unidos desde 2008 y gracias a una beca deportiva hoy estudia Negocios en la Universidad de Florida: “Es difícil balancear estudios y deporte en Chile. No hay mucho apoyo en ese sentido”.

Depassier, quien busca la marca para Tokio 2021, dice que en Chile los problemas son los recursos y la combinación de actividades. “Sé que en Chile hay demasiados nadadores que dejan la natación por los estudios. Hay tremendos deportistas que lamentablemente no cuentan con los recursos. Ojalá el Mindep apoyara a los deportistas y los ayudara con las aplicaciones para llegar a Estados Unidos”, dice.

Allí es parte de un equipo (los Florida Gators) que son entrenados por el surinamés Anthony Nesty, campeón olímpico de los 100 mariposa en Seúl 1988. “Es lo mejor que me ha podido pasar. Es un sueño hecho realidad poder entrenar con los mejores del mundo. El programa es conocido como uno de los más difíciles de la NCAA (la Asociación Nacional Deportiva Universitaria de Estados Unidos). No voy a tener un mejor lugar donde entrenar”, señala. No son solo los entrenamientos; también el equipo multidisciplinario que está encima, con nutricionistas, kinesiólogos, médicos y psicólogos.

Y así como Depassier, Gabriel Araya también se forja bajo el alero de la metodología estadounidense. El cuádruple récordman nacional (100 y 200 libre, 100 y 200 mariposa y la 4x100 combinado) llegó en febrero de 2019 al Club Azura de Florida gracias a una beca de la Federación Internacional de Natación a la que lo postuló la Federación Chilena de Deportes Acuáticos. Y aunque su plan era estar solo hasta agosto, el retraso de los Juegos Olímpicos extendió su permanencia."Se siente un ambiente profesional. Me beneficia mucho estar con gente que busca los mismos objetivos que yo. Somos seis nadadores viviendo en este departamento y todos estamos pensando en ir a los Juegos Olímpicos. Más que infraestructura, es simplemente eso", asevera.

Araya, como Depassier, también tiene claro cuáles son las diferencias entre Chile y Estados Unidos, aunque no ve imposible copiar la modalidad. “Sí es posible replicar un modelo en Chile. El mayor cambio es la mentalidad: la gente que está en los colegios busca seguir nadando porque pueden entrar a la universidad con una beca, y en Chile, si quieres nadar o hacer cualquier deporte a nivel universitario, es muy difícil por tener que hacer las dos cosas a vez. Acá puedes estudiar gratis en alguna muy buena universidad simplemente por hacer deporte”.

También cree que el deporte patrio está ganando si es que quienes entrenan fuera de las fronteras se contactan con la gente en Chile y comparten las cosas que se aprenden en el extranjero y que no solo tienen relación con las sesiones en sí. “Si uno no es egoísta el deporte chileno seguirá creciendo”, dice.

Sarah Szklaruk también vive en Estados Unidos. En su caso, en College Station, donde estudia pediatría en la Universidad de Texas A&M. Hasta allí llegó por el trabajo de su madre, quien costea su estadía, aunque fruto de sus éxitos deportivos (tiene los récords nacionales de piscina larga en 100 espalda, además de los relevos 4x100 y 4x200 libre y 4x100 combinado) recibe algunas becas que ayudan con el dinero para su vida en Norteamérica. “En Estados Unidos hay un montón de oportunidades para ser exitosa en los estudios y también en el deporte, porque tiene muchos recursos económicos”, dice, además de agregar que en ese país lo que existe es “una mentalidad positiva para apoyar a aquellos estudiantes que son atletas y reconocen el enorme esfuerzo que hacen para ser capaces de mantener su educación y lograr un alto nivel deportivo”.

Cree, además, posible replicar un modelo similar en Chile, “pero va a tomar mucho esfuerzo de la gente que está interesada en esto, especialmente en conseguir las instituciones que van a proporcionar los fondos económicos para apoyar a los atletas”.

Sarah no es la única nadadora chilena en suelo estadounidense. Allí también está Inés Marín, una de las máximas exponentes femeninas de la piscina nacional. A sus 19 años tiene las plusmarcas nacionales en piscina larga de 50 y 100 libre, 50 y 100 mariposa, además de los relevos 4x100 y 4x200 libre y 4x100 combinado. Hoy, con una beca en el College de la Universidad de Denver, la velocista reseña que en Chile “aún es difícil” sostener una práctica como la que lleva en Estados Unidos. ¿Por qué? “Es difícil combinar académica y atléticamente. El sistema simplemente no te permite sacar una carrera al mismo tiempo que ser un deportista de alto rendimiento. Uno tiene que invertir más o menos el doble de años para estudiar algo”, asegura.

Cuenta además que su ida a tierras extranjeras no se hubiera logrado si no fuera por el apoyo de sus entrenadores en Chile, familia y amigos: “Ellos me han ayudado, o no podría estar realizando lo que estoy haciendo ahora”. Su madre costeó los pasajes para radicarse en Norteamérica.

Tokio y Santiago

El último bastión del quinteto estadounidense de la natación chilena lo completa Maximiliano Ahumada. El hoy poseedor del récord nacional de 100 espalda y la 4x100 combinado postuló por su cuenta a la Grand Canion University en Phoenix, Arizona. Y luego de ser reclutado y becado para estudiar Business Managment con un minor en Marketing y Advertising, comenzó en 2019 la carrera que dura cuatro años.

Max vive becado en el campus de su universidad y a raíz de la pandemia tuvo que regresar a Chile por algunos meses, pero ya está de regreso. “Acá puedo seguir haciendo natación como deporte de alto rendimiento. En Chile, si entras a la universidad no viste más el deporte. No hay tantas facilidades como en Estados Unidos. Chile no está dispuesto a invertir y acá todos los deportes universitarios están en la tele”, detalla. “Al final estás contratado por competir por la universidad y ellos hacen de todo para que te vaya bien en los estudios y en el agua al mismo tiempo. Puedo hacer bien las dos cosas. Allá habría tenido que elegir qué semestre nado o estudio más”, agrega.

Ya sea fruto del esfuerzo personal o familiar, de las becas universitarias o de la FINA, lo cierto es que cinco nadadores chilenos se pulen (y estudian) bajo el alero del sistema estadounidense. El agua chilena tiene con qué ilusionarse. Todos son jóvenes y, salvo Inés Marín que apunta primeramente a Santiago 2023, todos están esperando representar a Chile en sus primeros Juegos Olímpicos, los de Tokio 2021. Todos, claro, con un dejo de acento gringo.

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