Para vibrar paso a paso

El walking fútbol es una modalidad de este deporte que se practica hace poco más de dos años en Chile. Está pensada para la tercera edad. Su regla principal es que no se puede correr.


Dos jugadores caminan infructuosamente tras un balón. El esférico va más rápido que ellos, haciendo estéril el esfuerzo de los futbolistas, cuyas cabezas despobladas dan cuenta de los años que esos cuerpos cargan encima y donde, los cabellos que aún se resisten al paso del tiempo, dibujan una blanquecina aureola por los costados. Los otros diez jugadores miran la pelota que se pierde por el lateral, a pocos metros del arco norte que está tumbado en el suelo. Ambos jugadores, uno de camiseta roja y otro con un peto amarillo fosforescente, se miran y ríen, al momento que toman grandes bocanadas de aire para continuar, mientras varias gotas de transparente sudor recorren sus mejillas. Aún quedan diez minutos de los veinte que dura el primer tiempo del entrenamiento.

Los que esa calurosa mañana de febrero se reúnen, como cada miércoles, son los jugadores del Walking Fútbol, una novedosa forma de practicar el balompié, donde la regla principal es que solo se puede caminar; correr, ni pensarlo. Pensado para personas adultas, mujeres sobre 40 años y hombres sobre los 50, las otras reglas que componen la modalidad son que no se puede levantar el balón más de un metro y medio ni se puede trancar. Todo esto con el fin de proteger la integridad de quienes juegan. Tampoco se pueden despegar los dos pies del suelo simultáneamente.

El deporte lo trajo hace poco más de dos años el ingeniero Sebastián Stiebler (38), director general de la fundación que está a cargo de este proyecto. “Lo rico es que se puede jugar y no se nota la diferencia. Yo que tengo 38 puedo jugar al mismo nivel que Polo, que tiene más de 70”, dice el dirigente con voz fervorosa, mientras observa la intensa práctica, dirigida por el exmundialista del 74’ Leopoldo Vallejos (75), en las canchas sintéticas del ex jugador Héctor Tapia, ubicadas en La Reina.

Sin embargo, no es una práctica nueva. Se juega hace siete años en Europa, siendo Inglaterra y España sus principales exponentes. Fue por un artículo electrónico español que Stiebler conoció este deporte. Tuvo gran recepción en mujeres la primera vez que se jugó. Ningún hombre asistió.

A Stiebler le faltaba la presencia masculina. Se le ocurrió incentivar a hombres de la tercera edad, que ya habían cambiado la cancha por la gradería. Para eso convocó a los ídolos que despertaban sus pasiones de antaño y cuyas jugadas perduran solo en el recuerdo. Algo que para las mujeres también valió. Compartir el campo con esas figuras que ahora, al igual que ellos, acusan el recibo del tiempo, fue el gancho ideal.

Ahí emergió justamente la imagen del Polo Vallejos y los mundialistas del 74’. “Pensé cómo poder atraerlos y ahí dije ‘con sus pares, los ídolos de su edad’. Por eso me acerqué al Polo. La primera vez que le comenté el proyecto le fascinó, le brillaron los ojos. Él se imaginó entonando el himno en la cancha. De ahí que no suelta el proyecto. Está maravillado”, comenta el ingeniero fundador del Walking Fútbol en el país.

Para el Polo, quien es el único de los jugadores de ese Mundial que va con regularidad, esta nueva modalidad fue como hurgar en los recuerdos más profundos de su mente y volver a rememorar parte de aquellas glorias. “Me emocioné de inmediato porque vi gente de edad jugando en un estadio maravilloso como en Inglaterra. Traerlo a Chile y llevarlo a todo el país será fundamental. Esto tomará un auge tremendo”, comenta el ex meta de Universidad Católica.

El sueño de competir

El jueves es el turno de las mujeres, aunque para ellas el entrenamiento se da cuando la luz del día empieza a extinguirse. A eso de las 19.20 las once futbolistas, que lucen el rojo intenso de la camiseta de Walking Futbol, comienzan a hacer piques cortos para entrar en calor, siempre vigiladas por el Polo.

El negro caucho de la cancha deja sentir la intensa preparación de ese puñado de futbolistas. Al borde del campo, tras la blanca línea divisoria, el técnico toca el pito y golpea el balón para dar comienzo al entrenamiento.

La imposibilidad de correr también hace mella en las piernas de las futbolistas, a quienes les cuesta parar el impulso casi natural de abalanzarse hacia la pelota cuando esta va más rápido que ellas. En esos momentos las risas y los aplausos se hacen sentir en ambos equipos. No obstante, el DT quiere siempre sacar lo mejor de las jugadoras: cada vez que hay un pase errado, se queja.

El entrenamiento es intenso por un motivo. Polo quiere que sus jugadoras estén en condiciones para afrontar el primer gran desafío para Walking Fútbol, que es el mundial femenino de Mallorca, en España, que se disputará en mayo

No obstante, aún no hay recursos suficientes para que viajen a España, por lo que claman por más ayuda estatal o privada. “Como no está prohibido soñar, lo haremos hasta el final. Aún nos falta apoyo económico, porque viajaría un grupo de quince personas. Estamos trabajando para gestionar el apoyo”, dice Beatriz Castro (62), directora de la fundación y madre de Stiebler.

Los hombres también sueñan con llegar a jugar internacionalmente. Con la mirada puesta en Inglaterra, los varones se ilusionan con escuchar dentro de la cancha el himno de Chile y representar al país. Pero si no es en Europa, será en Chile, pues una de las intenciones de Stiebler es organizar la primera Copa América de la categoría que, según el fundador, se jugaría mayoritariamente por las distintas colonias de inmigrantes que viven en el país. Sea como sea, el anhelo de seguir vestido de corto, sintiendo el toque del balón en los pies y el viento que choca en sus blancas cabezas casi despobladas de cabello, es suficiente para estos jugadores. La pasión nunca se extingue.


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