El desafío más difícil para Boric es él mismo: sus conocimientos, su experiencia, sus capacidades, inevitablemente limitadas, versus su decisión, sus deseos, sus intenciones, voluntariosamente ilimitadas. No es demasiado difícil interpretar los sueños del Presidente; otra cosa son las disyuntivas con que chocan.

La segunda transición resultará en la medida en que Boric pueda ser un puente -uno más convocante que amenazante- hacia ese Chile más igualitario y de mayores libertades, y que esa pueda ser una aspiración común y amplia. Así lo hizo para ganar la Presidencia, ahora le tocará hacerlo desde el poder. Es difícil, pero no imposible.

Podemos definir el nuevo comienzo con las palabras de un hombre joven, veterano de las movilizaciones de 2011 y parte de la generación que supo identificar el malestar, quien ha asumido como Presidente de la República prometiendo, ya no sólo ante las instituciones, sino ante “el pueblo y los pueblos de Chile”.