Luis Maira: “No veo ningún defecto que me parezca un obstáculo para que Gabriel logre lo que él cree”

Pese a los 46 años que tienen de diferencia, los une estrecha amistad que se fue forjando por el interés del Presidente en conocer –de primera fuente- los vaivenes de la política chilena en los últimos 50 años. El exministro y exembajador socialista cuenta aquí aspectos desconocidos de su relación con Boric y características que ayudan a entender su veloz ascenso en política.


Aunque asegura que nunca ha dado un consejo a Gabriel Boric (36), el socialista Luis Maira (81) es uno de los políticos que más ha influido en su formación. La relación que el actual Presidente mantuvo durante varios años con su hija menor fue clave en la amistad que ambos forjaron durante la última década y que se fortaleció durante campaña.

“Con Gabriel nos conocimos a principios de 2014 en un foro sobre la socialdemocracia, en que expuse junto a Carlos Ruiz (ideólogo del Frente Amplio). Me hizo una pregunta que respondí sin saber quién era, y al terminar el foro nos quedamos conversando. Al poco tiempo él estableció una relación con la menor de mis hijas que duró cuatro o cinco años, incluso vivieron juntos. Como estaba a más de tres mil kilómetros de su casa (Punta Arenas), pasaba mucho en la nuestra. Era una persona muy sencilla y como la Marcela (Serrano, su exmujer) es una persona muy entretenida, teníamos mucho tema de conversación entre los cuatro. En algún momento conocí a sus padres y a sus hermanos y nos fuimos haciendo cada vez más cercanos”, cuenta el exministro y exembajador socialista desde su departamento frente al Museo de Bellas Artes, el cual fue escenario de importantes encuentros de Boric en los últimos meses.

Con tanta diferencia de edad, ¿qué cosas los unieron?

Hablábamos mucho de política. Él tenía un genuino interés en la historia de Chile que para mí a esa altura ya formaba parte de mi pasado. Fue el primer dirigente joven de la izquierda chilena que advertí que le interesaba conocer la historia política anterior al surgimiento de su generación. Le propuse que conociera a algunas personas y lo invité a algunos grupos en los que participaba. Uno sobre teoría política que coordinaba Juan Somavía y que en su mayoría eran académicos, y otro en que discutíamos sobre política exterior, donde participaban casi todos los que habían tenido que ver con la administración de las relaciones exteriores en los gobiernos de la Concertación. Estaba Juan Gabriel Valdés, José Miguel Insulza, Carlos Ominami…

¿Cómo fue recibido un diputado joven que por esos días criticaba duramente el actuar de los gobiernos de la Concertación?

En ambos grupos entró muy bien y tuvo una participación muy activa y apreciada por todos. Gabriel es de relaciones fáciles y establece vínculos amistosos con las personas con las que tiene un interés común. Me atrevería a decir que es el único político destacado de su generación que forjó relaciones con un conjunto de personas que estuvimos en política antes del golpe de Estado.

Le presentó al expresidente Lagos.

A principios de 2016, lo invité al lanzamiento de un libro que Ricardo Lagos publicó junto a Enrique Iglesias (ex presidente del BID) sobre América Latina, China y Estados Unidos en el siglo XXI, y que yo edité. Durante el vino de honor en un salón del antiguo Congreso le presenté a los autores.

En la campaña trascendió que volvió a reunir a Lagos con Boric.

Gabriel tuvo una primera reunión con Lagos aquí en mi departamento antes de la segunda vuelta. Yo era el dueño de casa y me dedique a atenderlos y a facilitar su trabajo. Nunca comenté nada a nadie y mantuve total reserva, pero un mes después el encuentro apareció en la prensa.

¿Tras ganar las elecciones continuaron sus conversaciones?

A ver, el me pidió tener una conversación sobre política exterior y vino a una reunión aquí en la que participó la actual canciller (Antonia Urrejola). También fui un mero anfitrión. Hace dos semanas coordiné junto a la Cepal un encuentro reservado del Presidente Boric con seis expertos sobre América Latina de primer nivel que, a mi juicio, son los que tienen más imaginación para ver los nuevos escenarios en la región.

¿Qué consejo que le ha dado a Boric?

Nunca le he dado un consejo, esa idea de maestro discípulo nunca ha sido parte de nuestra relación. Siempre hemos conversado en términos paritarios, junto a un café, un refresco, un trago, y creo que esa ha sido la clave para establecer una amistad basada en un respeto mutuo. Y aunque yo siempre he sido una persona de izquierda, nunca nos hemos situamos en la misma postura.

A su juicio, ¿cuál es la mayor virtud de Boric como político?

Son varias que se combinan. Es una persona que tiene una enorme curiosidad y disciplina intelectual, que entiende que este es un país que ha tenido muchos proyectos políticos diferentes que hay que conocer y entender. Otro mérito es su interés por conocer el país y a su gente. En los últimos años Gabriel se fue vinculando con ciudades y conociendo de labios de sus protagonistas las distintas realidades que existen en regiones. Eso habitualmente el político no lo hace. El político trabaja en Santiago, busca salir lo más posible en los medios, hacer cosas vistosas y sólo va a su distrito a juntarse con sus electores. Gabriel, en cambio, aceptaba invitaciones de distintos lugares , partía y así fue formando una gran red contactos. Finalmente, creo que él respeta las distintas visiones de un mismo tema y no descalifica al que no piensa como él, y no es extraño que incorpore miradas o matices que no eran su visión inicial, pero que en conversaciones con expertos o con gente de otras posiciones, las consideró válidas.

¿Y su mayor debilidad?

A la luz de lo que un político busca, que es conseguir reconocimiento y tener la capacidad para ir realizando sus proyectos, ser presidente a los 35 años deja bastante de lado sus debilidades. La verdad es que no veo ningún defecto o debilidad que me parezca un obstáculo para lograr lo que efectivamente él cree.

¿Cuenta con la fortaleza interna para soportar la fuerte presión que recae sobre los Presidente?

Lo demostró al firmar el acuerdo para la creación de una nueva Constitución en plena rebelión social y sin contar con el respaldo de buena parte de la gente de izquierda de su sector. Gabriel estaba muy solo. Otra persona probablemente se habría retirado dando cualquier explicación. Pero me consta que estaba profundamente convencido que había que buscar una salida institucional y se la jugó por el acuerdo para que otros entendieran que a la izquierda le interesaba más que a ningún otro sector del país cambiar el marco constitucional. Esa actitud lo ubicó como un hombre de Estado.

¿Es optimista sobre el futuro del gobierno?

No estoy optimista, sí creo que el Presidente Boric tiene buenas condiciones para hacer su trabajo, que son mejores que las que han tenido sus antecesores. Tampoco soy pesimista, porque creo que él tiene una gran oportunidad, pero tiene que hacer las tareas que se le ponen por delante y construir consensos. De eso va a depender el poder hacer las cosas indispensables, que están muy bien definidas en su programa.

¿Cuáles deberían ser sus prioridades?

Hay cinco o seis problemas mayúsculos -migración, seguridad, Araucanía, medio ambiente, pueblos originarios- que la administración Piñera no abordó, lo que es una cosa asombrosa. Un éxito del Presidente Boric sería proponer un conjunto de cambios en estos esos temas, que pudieran tratarse sin pasiones y sin descalificaciones. Iniciar un diálogo nacional activo y que vayan surgiendo consensos y que esos acuerdos se vayan implementando de forma progresiva. Al final del régimen autoritario, y pese a que Pinochet logró conservar cuotas de poder importantes, el presidente Aylwin hizo una propuesta que tuvo acogida en la derecha y todos los sectores políticos entendieron que era indispensable tener un país para todos y no dividirnos y desgastarnos en una disputa estéril en esos años. El Presidente Boric debiera observar la construcción de mayorías que hizo el gobierno de Aylwin, quien logró que lo que él pensaba fuese parte del sentido común de la mayoría del país y fue pudiendo hacer las cosas que eran indispensables para que el país tuviera paz y progreso.

El gabinete de Aylwin en ese entonces tenía más experiencia política que el actual…

Este es mucho mejor, sin duda. Es más variado y tiene una disposición a escuchar y aprender. Es más, le diría que este es un gobierno con gente que tiene cuatro veces más experiencia de la que tenían los ministros de Aylwin, que venían de 17 años sin haber tenido ningún acceso a la información ni al poder. Eran personas sólidas y respetables profesionalmente, pero no tenían conocimiento de las políticas públicas. Otra cosa mejor para Boric es que en su gobierno existe un partido hegemónico como en ese entonces (la DC).

¿Ve al PC como un partido clave del gobierno o cree que una posible lentitud en la concreción del programa pudiera tensionar las relaciones con Boric?

El PC es un partido que tiene vocación de poder y sentido de la realidad. Su peso en el gobierno, al igual como sucedió en el gobierno de la presidenta Bachelet, lo determinará la sociedad y no lo la voluntad política de sus militantes. Lo determinará la sintonía que exista con las propuestas que ellos hagan. Yo no he visto ningún documento post segunda vuelta que me indique qué están pensando en torno a las diversas políticas públicas. Sí he observado una conducta muy prudente de sus ministros.

¿Y el rol del Partido Socialista?

Puede ser muy activo. El PS no es un partido que tenga pasiones o ambiciones desmedidas o esté buscando cuotas de poder que no le corresponden. Es un partido de mediano peso en el gobierno, pero que con una actitud positiva puede lograr tener mucha influencia en la resolución de los muchos problemas que son parte de la agenda del país.

¿Cuáles cree serán las primeras dificultades que enfrentará el Presidente?

Muchas, pero la dificulta que le haría más daño no sólo al Presidente, sino al país, sería que un sector más radical de la derecha quisiera hacer fracasar el proceso constitucional e intentará convencer al país que es una Constitución contraria a la tradición chilena o a lo que Chile necesita, y qué hay que votar en contra. Por eso, hay que tratar de conseguir consensos y visiones amplias que respondan a las necesidades fundamentales de la identidad histórica chilena y también a los retos que Chile tiene para ponerse al día y hacer algunos cambios que son muy urgentes.

Pero se ha cuestionado mucho la actitud de sectores de izquierda que buscan imponer sus puntos de vista.

En las mejores constituciones que se han escrito siempre hay una primera etapa en que las personas traen sus inquietudes, aspiraciones y preocupaciones de la sociedad a la que representa, pero luego un grupo de expertos en derecho público le da forma a eso a través de consensos. Si se rechazara la Constitución tendría que ser por el resultado de un muy mal trabajo de una mayoría de que quieren que el país tenga una nueva Constitución. Y eso no calza.

"A la luz de lo que un político busca, que es conseguir reconocimiento y tener la capacidad para ir realizando sus proyectos, ser presidente a los 35 años deja bastante de lado sus debilidades", afirma Maira,

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