Michel Foucault y la interrogante que cae sobre una carrera que mezcló sexo y poder

Michel Foucault

Esta semana el filósofo Guy Sorman recordó que el intelectual francés abusó de menores en África a fines de los 60. El hecho podría generar una relectura en la actualidad de su obra y de una carrera con varios capítulos polémicos. Eso sí, la psicóloga chilena Constanza Michelson dice: “(Esto) no anula al autor, creo que funarlo y cancelar toda la obra, por las conductas sexuales del autor, es tan equivocado como venerarlo y replicarlo".


En rigor, su nombre era Paul, tal como su padre. El progenitor tenía pensado un destino para su hijo, y quería que siguiera sus pasos como médico. El señor Foucault era un cirujano prestigioso que incluso enseñaba en la escuela de Medicina de la Universidad de Poitiers, la ciudad donde vivían. Era un hombre absolutamente entregado a su profesión, tanto así que -según cuenta David Macey en Las vidas de Michel Foucault- en uno de sus dos autos, llevaba una mesa de operaciones plegable, con instrumental y todo.

Pero tanta pasión lo hacía ser alguien difícil. “El cirujano estaba acostumbrado al ejercicio de la autoridad, tanto en su profesión como en casa, y no siempre era un hombre de convivencia fácil”, cuenta Macey.

Sin embargo, lejos de aceptar una imposición paterna, el joven Paul se negó a cursar esa carrera. Lo suyo no eran los estetoscopios ni los pabellones quirúrgicos. Más aún, se negaba a usar el mismo nombre de su padre y utilizaba Michel, su segundo nombre. La relación con su padre siempre fue un punto controversial en su vida.

“En su vida posterior, se dice que a menudo les contaba a sus amigos que había odiado a su padre y que había discutido agriamente con él. Los miembros sobrevivientes de la familia dicen que la relación era a veces difícil y que se enfrió con el tema de la carrera, pero consideran que hablar de aversión mordaz es exagerado. Por otra parte, quizá sea significativo que resultaba tremendamente difícil para cualquiera convencer a Foucault para que consultara a un médico”, relata Macey en la citada biografía.

Pese a su situación acomodada, años después, Foucault se referiría a su familia como gente “de mente increíblemente estrecha”. Así, entró a estudiar a la Ecole Nórmale Supérieure de París, donde se dedicó a los estudios de Filosofía e Historia. “Paul-Michel era muy trabajador y un poco solitario, y parece haber dedicado a sus estudios la mayor parte de sus horas de vigilia. Sin embargo, era un estudiante popular, no en menor medida por las bromas con las que interrumpía las representaciones clásicas a las que se llevaba en masa a la classe dephilo”, cuenta Macey.

Michel Foucault
Exif_JPEG_PICTURE

Sexo y poder

Así, Michel Foucault comenzó una carrera filosófica marcada por un gran tema. El poder, visto desde diferentes ángulos, así publicó obras como Las palabras y las cosas (1966), La arqueología del saber (1969), su clásico Vigilar y castigar (1975) y los cuatro volúmenes de Historia de la sexualidad (entre 1976 y 1984).

Para la sicóloga, magister en sicoanálisis y escritora Constanza Michelson, la ideas del oriundo de Poitiers tienen bastante cercanía con nuestros tiempos. “Es un autor muy actual”, opina en conversación con Culto. “Porque tiene mucho que ver con el pensamiento crítico, son justamente todas sus teorías sobre el poder, las instituciones, la gubernamentalidad, son teorías muy actuales”.

Constanza Michelson
Constanza Michelson.

“Ahora, quiero aclarar -dice Michelson- que sea actual, significa que no se puede repetir como loro una teoría de los años 70 en 2021. Uno se apropia de los teorías, de las ideas, es como el sicoanálisis, que se va reinventando todo el tiempo”.

Foucault ha vuelto a la palestra pública por las acusaciones que el filósofo francés Guy Sorman por abusar de menores durante su estadía en Túnez. “En todo caso, eso se sabía. Las conductas sexuales de Foucault ya estaban descritas”, dice Michelson.

Desde su mirada profesional, Michelson plantea un punto clave para entender el asunto. “Lo particular de este caso es que Foucault es un autor muy actual, y habla entre otras cosas, de temas como el poder y el sexo, por lo tanto, habrá que ver si efectivamente esto va a generar otras lecturas”.

Lo interesante del caso, según la autora de Hasta que valga la pena vivir (2020), no es tanto que surjan voces opositoras, sino que se pueda seguir revisando la obra del Foucault. “Hay una lectura que va a salir a partir de esto, que va a ser ideológica e interesadas, de filosofías conservadoras que están en disputa con Foucault y esto puede ser usado de esta manera. Pero lo interesante no es esta disputa ideológica, porque más bien hay cierto oportunismo, sí la obra de Foucault tiene que ver con temas que bajo la mirada actual de la nueva sensibilidad puede ser revisada desde el punto de vista de la infancia, el abuso. Puede generar otras lecturas”.

En ese sentido, Michelson comparte lo planteado por Guy Sorman y se posiciona lejos de la “cultura de la cancelación”, y plantea que su conducta no vuelve invisible su obra. “No anula al autor, creo que funarlo y cancelar toda la obra, por las conductas sexuales del autor, es tan equivocado como venerarlo y replicarlo como he visto en redes sociales. Esta veneración, al darle descrédito a quien acusa -a Sorman-, replican las mismas prácticas de la negación de los abusos en la Iglesia u otros, preguntándose por qué ahora, respondiendo inmediatamente que es mentira. Ni veneración ni funa”.

¿Una relectura entonces? “Intuyo que sí, que puede haber, a los autores que se les va releyendo de acuerdo a una serie de coas, no solo desde la actualidad, sino también desde las posiciones que tomaron en determinados momentos de su vida, que son posiciones políticas también”, dice Michelson.

“Esa calificación de criminal”

Otro punto polémico en la vida de Foucault, fue la firma, en 1977, de una petición en que junto a otros intelectuales (Jacques Derrida, Louis Althusser, Gilles Deleuze, Jean-François Lyotard, Jean-Paul Sartre, entre otros) solicitaban al parlamento francés la legalización de relaciones sexuales consentidas con menores de edad.

En una parte, la petición dice: “La obsolescencia de los conceptos que fundamentan estos delitos u ofensas (“pudor” “naturaleza”), la evolución de la moral en un joven que siente los excesos de una segregación meticulosa como instrumento opresivo de competencia, es suficiente para garantizar un derecho”.

“Esta calificación de ‘criminal’ está dando hoy resultados espantosos”, agrega, sobre la penalización de asunto.

Para Michelson, esa petición “habla de una época, de una posición política respecto al sexo y a la infancia. Entonces, ¿cómo vamos a pensar eso hoy a la luz de lo que hemos construido hasta acá? Especialmente el feminismo”, piensa.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.