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De bambú

Vivir inmerso en la selva tropical, con un estilo de vida libre, ecológico y contemplativo, esas fueron las bases al momento de idear el ADN de esta casa en Costa Rica. Su arquitectura, en base a la guadua o bambú, propone un compromiso con el medioambiente y, a su vez, la experiencia de aprender a vivir del lado más salvaje de la naturaleza.

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Casa Atrevida es el nombre que se le dio a esta casa en Costa Rica, ubicada en la playa de Platanares, en la península de Osa, concebida por una arquitectura de bajo impacto ambiental y cuyo audaz diseño estuvo a cargo de los arquitectos chilenos Luz Letelier y Pietro Stagno, residentes en ese país. (www.luzdepiedra.com)

El encargo consistió en una casa de veraneo para una familia europea que buscaba pasar sus períodos de descanso en un destino tropical, rodeado de parques húmedos y buenas olas para practicar surf.

La decoración de esta casa es sobria, solo se limita a lo natural, pasando a ser la arquitectura la gran protagonista. El interiorismo solo busca incorporar elementos fabricados a mano, distintas maderas, piedra y algunas obras de arte de artistas latinoamericanos.

Los arquitectos, pensando en un trabajo a favor del medioambiente, propusieron una edificación de dos pisos abierta e integrada al paisaje, de material vegetal y posada como la forma de un mosquito.

Aquí no hay aire acondicionado, solo ventiladores, lo que obliga a estar dispuesto a entregarse a las condiciones del entorno.

El bambú, cosechado en esta misma zona, fue el elemento protagonista; guadua, como se le denomina cuando se trabaja de forma estructural. Un material permeable, energético y de segura durabilidad, que a su vez se combinó en forma piramidal con grandes aleros de láminas de hierro esmaltadas de color verde, que protegen del sol y las lluvias torrenciales.

Toda la construcción se trabajó de forma artesanal, de la mano de un grupo de albañiles locales capacitados por el académico colombiano Mauricio Bejar, especialista en el trabajo de la caña, con el objetivo de que este material se incorporara en su forma más honesta.

Buscando alterar lo menos posible  el ecosistema del lugar, esta casa funciona con calentadores solares para el agua mediante paneles fotovoltaicos conectados a bombas de agua y, por otro lado, cuenta además con un tratamiento de aguas servidas a través de un sistema de filtro natural con plantas fitodepuradoras obtenidas de la misma zona que descontaminan el agua antes de que esta se devuelva a la tierra.

La casa está compuesta por un primer piso donde se reúne toda la familia, que comúnmente suman 10 personas, en un ambiente de comedor y living integrado a una piscina. En el segundo nivel está el sector de dormitorios; aquí se agrupan cuatro habitaciones unidas por un puente de madera, donde se condicionó además un techo verde como jardín doméstico, que esconde parte de la cubierta y reduce el impacto del sol.

En el mismo sitio que rodea la casa se plantaron más de 50 especies de plantas tropicales, especialmente platanillas, que forman conjuntos de hojas de más de dos metros de altura. También se incluyeron árboles que dan sombra, como cenízaros y almendros.

Para dejar paso a la biodiversidad y permitir ventilación, toda la edificación de esta casa se levantó del suelo mediante pilares de concreto. Por esto, en esta casa se encuentra una variada fauna que transita libremente, como tucanes, monos y papagayos, que se mantuvieron en el lugar por el bajo impacto que generó la respetuosa construcción.

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