Espacio: Compartida
Todos los integrantes de esta casa han participado de algún modo en su creación desde que comenzó siendo el lugar de veraneo, hasta hoy, que es el sitio donde se han establecido para vivir. Su arquitectura, paisajismo e interiorismo tienen un responsable familiar detrás, lo que la hace una casa compartida y creada a la medida.
Dos hermanos arquitectos, Cristián y Daniel Maceiras, tuvieron el año 2006 el encargo de proyectar esta casa para su familia en un sector aislado de Punta de Lobos, Pichilemu, como lugar de veraneo para los primeros años y hoy hogar definitivo donde vive gran parte de sus integrantes.
Oriundos de la ciudad de Rancagua, los padres de esta familia, profesora de arte y matemático respectivamente, siempre venían a este lugar. Primero con sus padres y luego con sus tres hijos con el objetivo también de que aprendieran a practicar surf. Era el balneario que todos los años los acogía, además los abuelos maternos vivían aquí y cada venida, cuentan, se transformaba en una real experiencia cuando todavía no había agua ni luz. “Recuerdo que cuando chica hacíamos el viaje para acá en tren, hace más de 40 años. Toda la vida he estado ligada a este lugar”, dice la dueña.
Pero hace un año decidieron armar maletas, abandonar la casa rancagüina que toda la vida tuvieron y establecerse aquí para siempre. Están felices y vemos cómo han armado sus vidas en este balneario, trabajando cada uno en sus distintas profesiones, casi todas ligadas al mundo artístico, por lo tanto cada uno ha aportado con su oficio en el levantamiento de esta casa. “Tengo un taller de cerámica en Santa Cruz donde voy algunos días de la semana a hacer clases y muchas cosas creadas ahí decoran este lugar”, relata la dueña. Lo mismo ocurre con su hija artista, autora de varios grabados presentes, quien además imparte cursos bajo esta técnica a quienes viven en el sector.
De arquitectura moderna y líneas rectas, esta casa fue construida con materiales de bajo costo como madera de pino y hormigón armado. Cuenta con dos ‘programas’, como llaman los arquitectos cuando se refieren a las dos divisiones con las que se proyectó. En el primer piso lo habita uno de los hijos en forma independiente, es una planta libre que pareciera ser otra casa, con baño, cocina americana y un patio que da al jardín entrega luz y vistas. Y en el segundo piso se vuelve a generar otro espacio paralelo, aquí es donde surge la mayor convivencia porque es el lugar que los reúne a todos. En sus 72 m² se congregan espacios comunes, cocina integrada, dormitorios y un amplio balcón que mira hacia el mar.
Como los vientos acechan con fuerza a este balneario, los arquitectos incorporaron un sistema de celosías envolventes en ventanas y barandas en las dos caras de la casa, de manera de frenar las excesivas corrientes y el paso de la luz.
cristianmaceiras@gmail.com
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