Otro valor
Después de tanta producción en masa e importación asiática, la vuelta a usar las manos para producir objetos únicos es cada vez más atractiva, tanto para consumidores como para productores.
Déjà vu. Con distintos personajes, medios y resultados, tengo la impresión de haber escrito esto antes: una pareja de profesionales creativos buscaba objetos especiales, distintos, para su propia casa. Revolvieron todas las tiendas y no aparecieron. Entonces entendieron dos cosas, en este orden:
1. Cuando no quieres resignarte a la oferta existente en ciertos productos la única opción es crear unos propios.
2. Probablemente no eres el único insatisfecho.
Pilar Selman se acuerda de que eran particularmente lámparas lo que buscaban y no encontraron. En otro ámbito, su familia tenía un vínculo fuerte con la cerámica y ella decidió buscar soluciones con ese material. “Los dos somos diseñadores y nos vinculamos al arte y la decoración. Fuimos directores de arte en agencias de publicidad. Pero ese trabajo es muy poco compatible con la familia. Después de ser mamá, la cerámica apareció como mi mejor opción de compatibilizar”, dice Pilar.
“Por otra parte, nos interesa rescatar lo hecho a mano, lo que se ha perdido. Generalmente cuando buscas algo para tu casa quieres que sea distinto, único si es posible, como un reflejo de tu personalidad. Por eso trabajamos con artesanos, con el torno, y nuestras piezas nunca son iguales. Incluso los complementos de bronce se hacen especialmente, a mano, para nuestras lámparas. Lo mismo las pantallas”, agrega Rodrigo Geisse, su marido y socio en Casa Cielo, la fábrica de cerámica que abrieron formalmente hace dos años.
Cada vez que se abre el horno hay una sorpresa para Pilar, que es la encargada de la experimentación con las distintas arcillas y esmaltes: “La cerámica tienen mucho de eso, a veces de la prueba resulta algo mucho más bonito de lo que esperabas, y otras veces… eh, no”. El rol de Rodrigo es la mirada del diseño y, como buen publicista, las comunicaciones del emprendimiento. “Yo me embarro las manos. Él da opiniones”, se ríe Pilar.
En Casa Cielo se trabaja con la cerámica conocida como de baja -porque se quema a mil grados- y gres -que necesita mayor temperatura-. Ahí no entra nada con plomo y los esmaltes llegan desde EE.UU. Son aptos para fabricar de manera segura fuentes, platos y cualquier objeto que pueda contener comida. “Hay una vuelta del objeto único”, opina Rodrigo. “Las importaciones debilitaron ese trabajo valioso de artesanos y personas que le dedicaron mucho tiempo. La cerámica tuvo una época tradicional y ahora todo es más arriesgado y suelto. No se buscan tanto las formas perfectas, los diseños figurativos, como era antes. Nuestros clientes son personas que gustan del diseño y las irregularidades de nuestras piezas”.
Lo utilitario fue un comienzo que evolucionó hacia lo decorativo. “Si bien hacemos juegos de loza muy bonitos y exclusivos, sentimos que lo utilitario es más el fuerte de otros, se lo dejamos al retail. Hacemos jarrones, planteros de muchos colores y arcillas maravillosas, boles que sirven para poner orquídeas. Finalmente se trata de echar a volar la imaginación. También están los toros, elefantes, jirafas, hipopótamos, diversas figuritas sin cursilerías. Pero las lámparas son lo que más nos ha cautivado”.
Los accidentes afortunados no son raros en su trabajo. Como esa ocasión en que hicieron grandes pantallas de gres para unas lámparas colgantes, junto a unos tapacielos -las piezas generalmente metálicas que ocultan la conexión con los cables- también de gres, siguiendo la forma de la lámpara pero más pequeños. “Cuando los vimos al revés, apoyados en una madera nos imaginamos inmediatamente una lámpara con cientos de estas piezas colgando, cada una con su led. Hay muchas cosas que van surgiendo en el camino, formas que sugieren otras. Es algo muy espontáneo, muy de guata”, dice Pilar.
Pilar y Rodrigo han visto cómo a la gente le gusta tocar, sentir el peso, la textura y la firmeza de las piezas. Por eso han adoptado una nueva modalidad que llaman en broma ‘oficina móvil’: “Ha sido muy bien recibido. Vamos a las casas de los clientes y las oficinas de los decoradores, con cartas de colores y objetos. La gente los ve en un lugar potencial, solo tienen que imaginarse una escala más grande o más pequeña. Lo agradecen mucho”. A pesar del éxito de la estrategia -o quizás por eso mismo- están pensando en tener un pequeño showroom, porque así como se hace con las manos, aparentemente la cerámica debe sentirse con las manos.
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