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Viaje: Experiencia Serenity

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Comienza la travesía

La invitación era tentadora, viajar a Lima y tomar un crucero que 5 días después recalaría en Valparaíso, donde nos bajaríamos. Este tramo de la ruta es parte del World Cruise 2013, la exploración de Sudamérica, un viaje organizado en cuatro tramos, zarpando de Miami, para regresar setenta y cuatro días después a esta misma ciudad. Así que partimos.

El check in lo hicimos en conjunto con un grupo de turistas que habían decidido tomar este tramo, Exploración de los Fiordos del Sur, y que termina en Buenos Aires. Desde el comienzo lo que más llama la atención es el servicio, un staff preparado y dispuesto a solucionar cualquier problema o requerimiento, no por nada la relación pasajero-staff es una de las más altas en la industria de cruceros. Existe a bordo un equipo de seiscientas personas preocupadas de mil ochenta pasajeros. Ya instalado en mi cabina, comencé el recorrido por el barco para entender cómo funciona y qué cosas podía uno esperar a bordo.

Un poco de historia

La división Crystal Cruises es parte de la japonesa NYK, una de las navieras más grandes del mundo, y desde el comienzo estuvieron orientados al segmento de cruceros de lujo. En 1995 es lanzado el Symphony y el 2003 se suma Serenity, ambos barcos hoy en día recorren el mundo, alternando hemisferios y rutas, siempre buscando nuevos puertos y destinos. Esto, en parte es necesario porque un porcentaje bastante alto de sus pasajeros, el 58%, repiten la experiencia. Por lo mismo seguramente es que han estado de manera constante entre los mejores ranqueados en publicaciones como Travel+Leisure y Condé Nast Traveler.

A bordo


No es primera vez que me subo a un barco y hubo varios detalles que me llamaron la atención en este. Primero, la amplitud de los espacios, en ningún momento o lugar uno se sentía claustrofóbico o apretado, los pasillos son anchos, las alturas sobre el promedio y las escaleras, de fácil circulación. Las cabinas están ubicadas en cinco cubiertas y divididas en cinco tamaños, el 100% son externas, con vistas al mar y un porcentaje importante tiene balcones privados, no existen cabinas internas, algo que en otros barcos es lo normal. La tecnología, de punta, desde detalles como el "No molestar" en digital, hasta talleres equipados con los últimos Mac. Por último, la calidad, todo bueno pero sin ser ostentoso o intimidante. En las habitaciones, buenas toallas y sábanas, me puede haber fallado el tacto, pero estoy casi seguro que eran sobre 600 hilos. Buenos muebles, en las piscinas reposeras con ricos cojines y sombra controlada; los restaurantes equipados con mantelería, cubertería y vajilla impecables. Cosas que quizás en primera instancia pueden pasar desapercibidas, pero que finalmente hacen la diferencia.

La experiencia

Sin duda la parte más importante del barco es la vida que uno puede desarrollar dentro. Se pasan muchos días en alta mar y cuando se toca puerto, no todo el mundo se baja. Y si hay algo relevante para hacer una experiencia única, es la comida. No soy gourmet ni experto, pero todo el tiempo estuve probando cosas ricas, distintas y bien preparadas en los muchos restaurantes que hay a bordo; las cartas de vino que acompañan cada plato han sido especialmente elegidas por sus características y si uno se deja guiar, vale la pena. Aprendí y traté de descubrir los frutos rojos o los chocolates en los vinos, si eran cortos o largos en boca. No conseguí mucho, pero parece que el alumno era el malo, porque el sommelier tuvo mucha paciencia.

De lo más destacado, un menú degustación en el restaurante Silk Road, el chef detrás de él es nada menos que Nobu Matsuhisa, dueño de la cadena Nobu. Como dato, nos decían que todos los ingredientes del restaurante son seleccionados por Nobu y volados a los distintos puertos donde el barco se reabastece, de manera de asegurar una calidad constante en todo el crucero.

A esto se suman clases de bridge, computación, escritura creativa, golf con profesores profesionales, spa con más tratamientos de los que uno pueda imaginar y todos los días actividades que van cambiando, desde shows en vivo hasta charlas y películas. Imposible aburrirse.

Conclusión

Subirse a este pequeño universo, donde todo gira en torno al pasajero, es un agrado. El barco en su ruta va tocando distintos puertos y en cada uno hay un equipo de guías listos para mostrar distintos lugares, como en Pisco, Perú, donde uno podía sobrevolar las líneas de Nazca, o en Valparaíso, donde la visita a las viñas de Casablanca era una de las más solicitadas. El barco es grande, pero no enorme, esto le permite hacer cosas que grandes cruceros no pueden, como entrar por el Amazonas hasta Manaos.

En esta ruta en particular, la edad promedio es más adulta, porque no cualquiera tiene los días necesarios para hacer un tramo o dos, pero en otras me explicaron que el publico cambia, más joven y más niños.

Flotar en alta mar en un hotel de lujo, con un equipo de personas dedicadas a adivinarle el pensamiento a uno es demasiado bueno y más encima ir conociendo lugares a los que quizás de otra forma no llegaría. Para que lo consideren como una posibilidad para sus próximas vacaciones.d

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