Review | Princess Peach Showtime!: El ascenso de la Barbie de Nintendo

La nueva aventura en solitario de la Princesa Peach entretiene por la variedad de escenarios en las que vemos a la antigua damisela en apuros, aunque puede llegar a decepcionar por su duración y por el hardware de la Switch que sufre incluso con estas propuestas sencillas.


Encuentro demasiado torpe de mi parte lo mucho que me demoré en darme cuenta del paralelismo entre la Princesa Peach y la clásica muñeca Barbie.

Ambas de pelo largo y rubio, ambas reconocidas por su afición al color rosado, y ambas han tenido que superar la lucha contra el patriarcado, aunque en esto último, el juguete de Mattel lleva un poco de ventaja.

Así como existe una Barbie para prácticamente cada profesión, la princesa Peach ha pasado de ser la damisela en apuros por excelencia de la saga de Super Mario Bros. a un elemento activo del mundo champiñón. La hemos visto como piloto de carreras, ejerciendo como médico y practicando una decena de deportes, así como anfitriona de fiestas, peleadora y como healer de un equipo RPG.

Pero así como Luigi fue creado para que tu hermano menor tenga alguien con quien jugar, el rol histórico de Peach, cuando no está siendo rescatada, suele ser el del personaje hecho para que elija tu hermana (o a quienes como yo, les encante el rosado).

Los protagónicos, en cambio, han sido escasos. Si bien podemos ir hasta la NES y escarbar el Super Mario Bros. 2 para poder jugar con Peach y sus habilidades de flotación, hasta Super Mario Wonder donde no solo es un personaje seleccionable, sino que la batalla contra Bowser no involucra princesas secuestradas, los juegos protagonizados por Peach son escasos y muy experimentales. El primero, el Super Princess Peach de Nintendo DS, era un juego de plataformas ambientado en el mundo de Super Mario, muy tradicional y bien armado, pero que contó con la polémica decisión de hacer que el super poder de la protagonista fueran sus emociones.

Y ahora tenemos el caso de Princess Peach Showtime!, juego que llega para la Nintendo Switch con un timing perfecto: justo después de que el 2023 fuese el año de la película de Barbie pero también la de Super Mario, en donde la princesa toma una actitud más activa -es prácticamente la mentora de Mario- y por lo mismo, merecedora de su propia aventura.

Sin embargo, Princess Peach Showtime es mucho más que la segunda aventura protagonizada por la princesa, sino que es el testamento final de la Barbieficación del personaje. Les explico.

A diferencia de Super Princess Peach, en donde la trama y enemigos del juego estaban vinculados al imaginario clásico de la serie (tortugas, goombas y fantasmas), Princess Peach Showtime nos saca del reino y nos lleva hacia una isla nueva, donde la princesa es invitada a visitar el teatro de los Esplendores, los protagonistas de este mundo.

Pero como nada nunca es perfecto en este mundo, el teatro junto con todos quienes están allí -incluída Peach- son atrapados por una fuerza oscura y será labor de nuestra nueva protagonista liberarlos.

La temática del teatro es particularmente atractiva y da pie a la principal novedad de este juego, y que es que Peach asumirá diferentes roles dependiendo de la historia en la que le toque participar, lo que le entregará en cada etapa diferentes habilidades, diferentes modos de juego y por supuesto, diferentes atuendos que cambian hasta la personalidad de la protagonista.

La ropa en este juego es esencial y parte de la “barbieficación”. Se nota que cada traje está trabajado, lleno de detalles y una personalidad distinta para cada actuación. Incluso es posible desbloquear patrones para modificar al traje tradicional de la princesa, otorgando al juego un valor sobre lo cosmético que es como jugar con las muñecas.

En total son 10 las variantes de Peach que podremos controlar, y cada una de estas variantes tendrá tres actos -en rigor gamer, etapas- para desarrollarse: un acto de presentación, otro más complejo y finalmente uno donde podremos liberar al actor o actriz del teatro que estaba siendo atrapado.

Esta estructura de actos es lo que, para mí, hace la gracia del juego ya que entrega variedad y un desarrollo narrativo muy básico, pero a la vez reconocible. La Peach Vaquera, por ejemplo, posee escenarios donde pelea con bandidos, escapa con caballos e incluso tiene escenas de acción sobre trenes. La Peach Super Héroe tiene que salvar al mundo de una invasión alienígena, e incluso puede levantar buses y lanzárselos a los enemigos, y el escenario del Kung Fu parte con el maestro de un clan siendo derrotado, por lo que tendremos que empezar un viaje de venganza.

Cada escenario posee una identidad muy definida, tanto en lo gráfico como en la música y en las cosas que Peach tiene que hacer para superarlos, lo cual cuando funciona, es muy entretenido.

Good Feel, el estudio tras este juego y otras aventuras como Kirby’s Epic Yarn y Yoshi’s Woolly World, logra que lo que le falta al título en jugabilidad (ya llegaremos a eso) y en complejidad, lo gane en personalidad. La mezcla entre los escenarios armados como sets de teatro, la personalidad de los enemigos y la misma postura de Peach que cambia con cada uno de sus trajes (desde la agilidad de una ninja hasta la gracia de una sirena) funcionan para relajarte y dejarte llevar por los relatos.

Pero el esfuerzo utilizado en la ambientación de cada uno de los 30 niveles que trae el juego, no se traduce directamente en su jugabilidad, la cual se plantea desde el comienzo la difícil tarea de hacer un juego cuya protagonista sea una cocinera, una ladrona, una patinadora artística y una espadachina.

Y para lograrlo, los desarrolladores tomaron la decisión de, primero, simplificar al máximo los controles y como segundo, de dividir en tres los tipos de niveles que puedes encontrarte: plataformeros de acción, secuencias de ritmo y “los otros”.

Las etapas de acción son las más sencillas y las más parecidas entre sí. En ellas Peach tiene tres opciones: moverse, saltar y golpear con el arma del momento que siempre es un arma melee de largo alcance. Ya sea usando una espada, un látigo, tus piernas o tus guantes de superhéroe, la acción es siempre la misma: un golpe de alcance medio que, a veces puede angularse hacia arriba y otras no, y que con un par de hits ya puede eliminar a todos los enemigos presentes.

Entiendo que quizás para no hacer el juego demasiado complejo y reducir al mínimo el número de tutoriales se haya optado a simplificarlo tanto, pero pienso en juegos con ideas similares como Kirby, en donde los poderes tienes más efectos dependiendo de los botones que presionas y no puedo dejar de pensar en todas las oportunidades perdidas con estos trajes. Además, aprovechando que cada nivel está atado a un traje en específico, no existe el peligro de “romper” una etapa, por lo que armar una variedad de niveles en donde solo puedes usar 3 botones, es un ejemplo claro de que el mucho abarca, poco aprieta.

Algo de esa creatividad se ve en las etapas que no son de acción, donde las acciones de Peach varían e incluso involucran otros géneros. El problema en esos casos, es que estos experimentos terminan no funcionando muy bien. Por ejemplo, los trajes de Cocinera y de Detective llevan al juego a géneros totalmente diferentes. Los niveles de Peach Cocinera involucran minijuegos sacados de Mario Party para decorar tortas y hacer galletas, que sí, se sienten como un cambio de ritmo bastante inesperado en el juego. Y la Peach Detective convierte la aventura en un juego de deducción, una mezcla de Ace Attorney y Profesor Layton, pero con casos demasiado sencillos.

Las escenas de detective son especialmente frustrantes, ya que claramente el motor del juego no está pensado para que la experiencia sea fluida, lo cual además se suma al hecho de que los casos tampoco son tan interesantes y se sienten como una necesidad forzada de incluir elementos distintos a la aventura.

Lo cual es una contradicción ya que las escenas que más me funcionan son las que menos intentan innovar, pero a su vez, siento que el principal problema del juego es que es demasiado sencillo en su propuesta de juego.

Un juego sencillo en el amplio sentido de la palabra, ya que no solo es fácil de controlar sino que además sus escenas son muy fáciles, yo diría que incluso más que el promedio de un juego de Nintendo que, de por sí, ya tienen una vara mucho menor debido a su afán de llegar a la mayor cantidad de público posible.

Ahora, por supuesto que las etapas tienen una segunda capa de dificultad gracias a los secretos que tienen y que querrás obtener todos si es que eres de los que les interesa sacar el 100% de un juego. Cada escenario posee una decena de estos “destellos”, algunos aparecen de manera orgánica, mientras que otros están ocultos en rutas alternativas, bonus escondidos o haciendo ciertas secuencias de saltos a la perfección. Y otros están simplemente ocultos.

Con ellos podrás desbloquear ítems cosméticos y además resolver la incomodidad que significa ver como el menú indica que solo te falta una estrellita para haber completado el nivel. El problema en estos casos, es que los niveles del juego igual son largos, en parte porque poseen harto diálogo entre los personajes -mal que mal, son todas obras de teatro- las cuales no pueden saltarse y los niveles están hechos de modo tal que al avanzar de pantalla, no puedas retroceder a las anteriores como para revisar con mayor detención.

Solo sabrás que te saltaste un destello cuando al recolectar el siguiente veas que faltó uno y ahí ya será demasiado tarde, y ya sabes que tendrás que pasar el nivel de nuevo, lo cual repito, en el caso de las escenas de acción puede que no sea tan complejo como en otros escenarios que incorporan desafíos musicales que requieren timing y donde un fallo de un botón puede hacer que tengas que repetir nuevamente el nivel.

Pero por otro lado, el juego es tan corto que tampoco puedes enojarte. Y sobre todo cuando ves las peleas contra los jefes, que deben ser de las más creativas que hemos visto en juegos de Nintendo en los último años. Muchas de ellas me recordaron a peleas clásicas de jefes de Sega, por los diseños grandilocuentes de sus enemigos y los patrones de ataque clásicos y satisfactorios.

Lo último que quiero mencionar antes de terminar es de lo que sufre el juego por estar en el hardware que está. La Switch ya cumplió 7 años en el mercado y se nota. Y es curioso como antes uno esperaba ver juegos que con el tiempo fueran usando mejor el hardware y no degradando la experiencia. Si bien Princess Peach Showtime se esfuerza en mostrar modelos de personajes muy detallados (como la misma Peach con sus animaciones, expresiones faciales y más), un sistema de iluminación bastante convincente y escenarios dinámicos, que todo esto corra a 30 cuadros por segundo y con motion blur, no creo que sea algo perdonable en estos tiempos.

Sí, puede ser que hayan optado por darle un aspecto más “cinematográfico”, pero en el género de las plataformas y la acción, los 60 cuadros por segundo en estos días son para mí una obligación. O incluso darme la opción de elegir como pasa con el resto de las consolas, pero que evidentemente no es posible aplicar en esta aventura.

Esto se nota sobre todo cuando juegas en modo portátil, ya que la resolución del juego cae aun más y allí hay momentos en los que todo se ve bastante feo y anacrónico, muy alejado de lo que uno podría esperar sobre un juego lanzado el 2024.

Pero a pesar de todo lo anterior, no puedo decir que me aburrí ni tampoco que lo pasé mal. Lo terminé en dos días y eso solo pasa cuando el juego es realmente entretenido o bien, cuando eres parte de su público objetivo. A mi me gusta Peach, me gustan los juegos simples, me gusta la buena música, la variedad, las historias y la comedia, y me gusta relajarme recolectar cosméticos y las protagonistas femeninas. Es un largo listado, es cierto, pero si cabes en esa descripción entonces Princess Peach Showtime puede que sea algo que te interese.

Pero también puede que vea a una fracción del público al que el juego le parezca demasiado infantil, demasiado impreciso, con controles demasiado básicos y arrastrando el rendimiento de la consola a niveles de Gamecube. A ellos tampoco los culpo y creo que a diferencia de las aventuras de Mario, esta claramente es menos universal por todo lo descrito.

Aun así, creo que son unos 20 pasos adelante en comparación a la aventura de Nintendo DS y un espacio que espero se convierta en una franquicia para poder enmendar los errores cometidos, pero por sobre todo para poder seguir coleccionando trajes y habilidades de la que ahora es mi Barbie favorita.

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