Chevrolet Camaro: La más deseada máquina americana
<p>Desde que el Camaro retornó a Chile allá por 2010, rápidamente se convirtió en un fenómeno de ventas para General Motors. La moderna reinterpretación de su diseño musculoso y atrevido de los años 60, sus poderosos y acústicos motores de seis y ocho cilindros y su precio accesible, lo convirtieron en uno de los deportivos […]</p>

Desde que el Camaro retornó a Chile allá por 2010, rápidamente se convirtió en un fenómeno de ventas para General Motors. La moderna reinterpretación de su diseño musculoso y atrevido de los años 60, sus poderosos y acústicos motores de seis y ocho cilindros y su precio accesible, lo convirtieron en uno de los deportivos más vendidos del país.
Al igual que sus musculosos rivales de Ford y Dodge, el Chevrolet Camaro es un auto que gusta o no gusta. El concepto de deportivo americano de caderas anchas y una estructura muscular visible en la carrocería, de frontales intimidantes y de tamaños semi monstruosos no admiten términos medios: o uno se fascina con ellos o no se lo compraría jamás.
Y esa es una de las grandes diferencias que el Camaro tiene con modelos prestacionales de marcas japonesas y europeas. La otra, quizás más importante todavía, es que nadie ofrece tanta potencia por tan bajo precio. Sólo para hacer una comparación rápida, conseguir más de 400 caballos de fuerza en un deportivo que no sea un "muscle car" requeriría de al menos US$ 80.000, unos 45 millones de pesos, mientras que la versión SS del Camaro cuesta menos de $ 28 millones.

Como si el precio no fuera un atractivo suficiente, General Motors modernizó su Camaro con un nuevo diseño exterior, donde destaca una grilla frontal de una sola línea, un extractor de aire en el capot para optimizar la refrigeración, nuevos neblineros redondos independientes de las luces diurnas, luces traseras led en un solo foco, doble escape cromado de nuevo diseño, un spoiler más prominente y llantas de 20 pulgadas.
También mejoró el aspecto del habitáculo con sus nuevas butacas deportivas, un espejo retrovisor electrocromático volante y palanca de cambios forrados en cuero, y controles de radio y crucero en el volante. Lo que no ha cambiado es la pobre sensación premium que ofrece, y lo ridículo que se ve que un auto de este tipo utilice la misma llave de un Spark, los mismos botones de un Sonic y el mismo volante de un Cruze. Por nombre y tradición, el Camaro merece mucho más.
Si bien su concepto "muscle car" no cambia un ápice, el denominado Camaro II tiene un look más actualizado que lo hace más atractivo.
Nuestra unidad de prueba, además, estaba personalizada con varios stickers instalados en la carrocería por el mismísimo Chip Foose, el creador de Overhaulin', uno de los programas más relevantes en el mundo de la restauración y accesorización, lo que de ninguna manera asegura que lo suyo pueda catalogarse de buen gusto.
Con stickers o sin ellos, el Camaro es un ladrón de miradas, un auto hecho para ser visto y comentado, especialmente cuando se puede hacer roncar su motor V8, sin importar si los comentarios son de crítica o admiración. Y es que Camaro tiene eso: blanco o negro, sin grises de por medio.
Auto emocional
El Chevrolet Camaro es un auto ciento por ciento emocional. No es lujoso ni pretende serlo, no esconde lo más granado de la tecnología automotriz, ni siquiera es el más dinámico de los deportivos. Sin embargo, puede llegar a encantar a quien lo use en el día a día.
Pareciera tener un tamaño endemoniado, un problema considerando la estrechez con que está diseñada Santiago, sin embargo, es más una sensación óptica que otra cosa. Mide normales 4,84 metros de largo, aunque sí es bastante ancho (1,92 metros) y bien bajo (1,37 metros). Esto, sumado a un diseño musculoso, con exceso de chapa y escasez de vidrio, hace que la sensación general es de un auto demasiado grande.
Al subirse al Camaro dos cosas salta a la vista de inmediato: la escasa visibilidad que se tiene hacia adelante y especialmente hacia atrás, y la óptima posición de manejo no es fácil de encontrar, pese a que Chevrolet equipó a este nuevo modelo con butacas.

Luego de acomodarse un rato, se comienza a conocer lo nuevo en cuanto de tecnología. Destaca el sistema de conectividad MyLink en una pantalla tácil de siete pulgadas, donde se visualiza el nuevo navegador GPS, la cámara de visión trasera y un sistema de reconocimiento de voz. Asimismo, debuta un Head-Up Display, que proyecta en el parabrisas la información del auto, incluyendo rendimiento, velocidad, revoluciones por minuto, instrucciones de ruta e incluso la música.
Pero claro, nadie se compra un Chevrolet Camaro porque tiene todo esto, sino por las sensaciones conductivas que genera. Y en esto, hay que partir de la base de que se trata de un deportivo auténtico, con tracción trasera y un motor de alta potencia, lo que determina su estilo conductivo.
La versión SS utiliza un motor V8 de 6,2 litros, que asociado a una caja mecánica de seis velocidades, eroga 426 caballos y 567 Nm de par, suficiente para alcanzar los 250 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos.
Debido a su peso de casi 1,8 toneladas, el Camaro no es un auto que se sienta ágil ni de salida ni en sus reacciones de recuperación. Demora unos segundos siempre y la caja tampoco ayuda a escalar demasiado rápido. Sí, en cambio, emociona hasta el límite cuando la aguja sube en el tacómetro sobre las 4.000 rpm y el ronco sonido del V8 se deja sentir.
Si bien es un auto que no transmite confianza plena de que en curva va a doblar lo que tiene que doblar, la suspensión es bastante firme (no dura) y soporta bien el peso de la carrocería, y gracias a toda esa electrónica que traen hoy los autos, consigue girar lo que debe y se vuelve mucho más sensato, lógico y apaciguado que antes.
Si bien su entorno apropiado parece ser una autopista más que una carretera secundaria, el Camaro entretiene como pocos autos cuando uno se decide a circular las curvas y sacarle sonido al motor, porque al final de cuentas, es un "muscle car" ciento por ciento emocional, y todos sabemos las fortalezas y las debilidades que tiene. Si le gusta este estilo, no lo dude mucho; si no le guste, simplemente olvídelo.
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