La nueva forma de recorrer la última milla

La pandemia del coronavirus hizo cambiar toda nuestra forma de movilizarnos. Si hasta hace un año los scooters y las bicicletas compartidas eran un boom, hoy el mercado se enfoca en los vehículos de uso personal e individual. Es que, al parecer, no hay nada más seguro que viajar solo, sobre todo cuando se trata de moverse los últimos metros hasta el lugar de destino dentro de la ciudad.




Pareciera que fue en un mundo paralelo o en una galaxia muy, muy lejana. Pero el recuerdo está ahí, ese de salir del Metro y tomar alguna de las muchas bicicletas o scooters compartidos y hacer los últimos metros a casa, al mall o al trabajo en un vehículo urbano y compartido. Un escenario ideal donde la inversión era baja, el compromiso de mantención era inexistente y la comodidad era altísima, ya que tampoco había que pensar dónde guardar el vehículo.

La pandemia no solo cambió nuestra forma de relacionarnos con otros y con el exterior, también cambió nuestra percepción sobre lo que es un viaje realmente seguro. Si antes lo más ecológico era compartir el auto con los amigos, hoy no queremos que nadie se suba con nosotros. El ideal es viajar lo más aislado posible.

Para esos últimos metros antes de llegar a destino, conocidos como “la última milla”, el panorama también cambió muchísimo.

Ya no serán tantos los que quieran arriesgarse a tomar una bici o un scooter compartido… ¿Y si el usuario anterior no lo desinfectó? ¿Y si la desinfección que hago yo no es suficiente?

Este razonamiento no se ha dado solo en nuestro país. Basta con ver el informe Shimano Steps E bike Index 2020 para ver que la cantidad de ciudadanos europeos que ya posee una bicicleta eléctrica ha crecido en un 8% respecto del año pasado, escenario que en Estados Unidos es más dramático, con un aumento de 31% según la investigación de mercado de NPD Group.

Es que si bien los expertos coinciden en que el transporte público no es un gran vector de contagio en otros países, siempre y cuando se mantenga el uso de mascarillas y la desinfección de las manos, en un sistema tan colapsado como el de Santiago hay que pensar dos veces antes de subirse a un bus urbano o al Metro, donde la distancia promedio en horas peak no supera los 30 centímetros.

Estallido y pandemia

En las capitales regionales de Chile, y sobre todo en Santiago, contar con un medio de transporte personal se volvió una necesidad más importante después del estallido social de octubre del año pasado.

Sin estaciones de Metro y con los servicios de buses suspendidos, la fractura en la red de transporte llevó a que trayectos de una hora pudieran tomar hasta tres.

Aquí fue cuando los scooters eléctricos y las bicicletas eléctricas y normales volvieron a llenar las calles. Era más seguro un trayecto en uno de estos medios que la incertidumbre.

Daniel Hoppmann, gerente general de Fahren, empresa que se dedica a la comercialización de este tipo de vehículos, señala que la diferencia ha sido notoria. “Hemos visto una explosión en nuestras ventas desde el estallido hasta la fecha, duplicándose nuestras ventas en relación al año pasado, lo cual consideramos es una excelente noticia para el medioambiente, la descongestión y una mejor calidad de vida”, asegura.

Además de esto, se suma el beneficio en términos de ahorro de dinero. “El movilizarnos en una bicicleta eléctrica es muy, pero muy económico; para calcularlo, podemos decir que una carga de una bicicleta eléctrica completa, que puede rendir hasta 65 km, cuesta alrededor del valor de 1 kWh, es decir unos $ 100 chilenos, o sea el valor por un kilómetro recorrido es de $ 1,5”, agrega el ejecutivo de Fahren.

Por si todo esto no fuera poco, adjunto a esta movilidad urbana eléctrica también viene el cuidado del medioambiente, reduciendo las emisiones contaminantes a través del uso de la electricidad.

Más ecológico

Si bien en MT MAG. amamos los autos, también creemos que estos se pueden complementar para hacer un uso más eficiente, y qué mejor que con un segundo vehículo urbano para traslados más cortos.

Por ejemplo, si tiene que hacer pequeños recorridos, que no superen el par de cuadras, es bueno pensar en usar o tomar, por ejemplo, una bicicleta eléctrica o scooter.

Esta mirada es la que han adoptado en marcas de autos como Seat, que será la primera de su clase en lanzar una completa línea de scooters eléctricos en nuestro país, como una forma de terminar la última milla de la manera más ecológica posible.

“Para fines de año incorporaremos la línea de e-Kickscooter eléctricos de SEAT, parte del porfolio de soluciones eléctricas urbanas recientemente lanzada en Barcelona, bajo el concepto ‘SEAT Mó’ y que se integrarán a nuestra oferta local”, destaca Ricardo Junge, gerente de SEAT Chile.

Es que este tipo de vehículos no solo facilitan el tan buscado distanciamiento social, también entregan una sensación de independencia en la movilidad, ya que no necesitan de papeleo para ser conducidos por cualquier integrante de la casa.

Corporativo

Las bicicletas eléctricas son el medio preferido cuando los recorridos son más largos. De ahí que ALD Automotive, brazo de leasing operativo del banco francés Société Générale, haya presentado en nuestro país ALD e-bike, primer leasing operativo de bicicletas eléctricas.

“Analizamos las condiciones que Santiago presenta en términos de movilidad para las bicicletas, que hoy son un actor fundamental de transporte en nuestro país. La capital es hoy una ciudad que permite el desplazamiento de este vehículo, que es limpio y resguarda la salud, minimizando las aglomeraciones en el transporte público”, señala, Rodrigo Troncoso, director comercial de ALD Chile.

El servicio de ALD se enfoca en el largo plazo, y ofrece a empresas la opción de arrendar una o varias bicicletas eléctricas para sus trabajadores por entre 24 y 36 meses, con todo lo que necesita el usuario, desde casco, luces y chaleco reflectante, hasta mantenciones y una app de seguridad.

Cada día se consumen 5.300 toneladas de petróleo equivalente en transporte. De estas, el 91,3% es consumido por el uso de automóvil, de acuerdo con un estudio del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable de marzo de 2019.

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