Los automóviles se van adaptando con el paso del tiempo, una evolución constante a base de prueba y error que busca satisfacer las necesidades de los clientes y cuidar la integridad de los pasajeros. Los posavasos son uno de los elementos que responden a este enunciado, un espacio dentro del vehículo que fue incluído como resultado de una particular historia legal.

Todo remonta al año 1992 en Estados Unidos, en un contexto donde los restaurantes con servicio al auto eran muy populares entre los norteamericanos. Stella Liebeck, una anciana que vivía en Alburquerque, decidió ir junto a su nieto al AutoMac de la cuidad para comprar un café de vainilla.

Liebeck, de copiloto en el Ford Probe de 1989, recibió el café y lo puso entre sus piernas puesto que el modelo de Ford no tenía posavasos. El problema se generó cuando la mujer abrió la tapa del producto para agregar leche y azúcar al café y este se rebalsó sobre sus piernas, ocasionándole quemaduras de tercer grado en el 6% de su cuerpo.

Tras pasar ocho días hospitalizada, Liebeck trató de que McDonalds cubriera los gastos del hospital, pero la cadena de comida rápida respondió con una compensación muy por debajo de lo esperado. Fue así como en 1994 la familia impuso una demanda la cual terminó con una indemnización de 2,86 millones de dólares por parte de McDonalds.

Si bien Ford no estuvo involucrado en el juicio por daños, esta situación fue decisiva en la historia automotriz, pues gracias a él las marcas comenzaron a incluir posavasos para que no existieran nuevos accidentes.