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[TestDrive] Ford Mustang: Un purasangre para domar

<p>Nos acercamos a la última versión del Mustang estrenada en Chile con una mezcla de ansiedad y respeto. El mítico pony car nos sorprendió hace poco más de un año con el debut de su sexta generación y ahora nos enfrentamos cara a cara con la versión Convertible. La recién estrenada variante a cielo abierto [&hellip;]</p>

Nos acercamos a la última versión del Mustang estrenada en Chile con una mezcla de ansiedad y respeto. El mítico pony car nos sorprendió hace poco más de un año con el debut de su sexta generación y ahora nos enfrentamos cara a cara con la versión Convertible.

La recién estrenada variante a cielo abierto mantiene el mismo atractivo dibujo de su hermano coupé. El ambiente que entrega el Mustang junto a su andar son, por lejos, los mejores atributos que tiene este clásico. Comenzando con el habitáculo, que parece sacado de una cabina de avión, plagado de lo último en tecnología y que tiene como pilar la comodidad para el conductor y su acompañante, aunque los asientos traseros son pequeños, incluso para niños.

Antes de movernos, basta apretar el botón de encendido del motor para que nos demos cuenta de lo que se trae entre manos. Un rugido poderoso brota desde un V8 de 5.0 litros, que desarrolla 435 Hp y 540 Nm de torque, asociado a una caja automática de seis velocidades, con opción de manejo manual gracias a levas en el volante, que aumentan notoriamente el paso de marcha.

Como es de esperar, la potencia se entrega a raudales a lo largo de un amplio rango de revoluciones, pero sin exagerar ni provocar agotamiento a quien maneja; de hecho, sorprende la suavidad de sus movimientos cuando se le trata con docilidad y perfectamente puede ser utilizado a diario sin temer molestias físicas. Pero si este potro es azotado, deja atrás esa ternura urbana y te envía de 0 a 100 km/h en menos de cinco segundos.

Silencioso, pero complejo

Aparte de las extraordinarias sensaciones dinámicas, Ford trabajó en la insonoridad del habitáculo para entregar el máximo placer cuando se conduce con capota cerrada: es muy silencioso gracias a las capas aislantes que tiene.

Pero el Mustang Convertible hay que probarlo sin capota. Y si bien la marca señala que basta una mano para convertirlo, en la práctica no es tan así.

El accionamiento eléctrico de la capota de lona se debe hacer sólo con el vehículo quieto. Luego, se debe girar una especie de seguro ubicado en el techo, presionando con cierta fuerza hacia abajo para que gire en 90°. En esa ubicación, después se pulsa un botón hasta que el techo se esconde por completo en una zona especial de almacenaje, lo que, por suerte, mantiene siempre el mismo espacio de carga y el cuidado diseño.

Acá nos encontramos con otro detalle. Al costado de los asientos traseros quedan al descubierto unos espacios para los cuales la marca americana incluye un par de tapas que el mismo conductor (o acompañante) debe ajustar.

Pero también se debe destacar la aerodinámica sin techo, ya que el viento pasa por sobre el parabrisas sin mayores turbulencias y se pueden mantener conversaciones a voz normal.

En consecuencia, un purasangre con el que se deben hacer algunas concesiones para experimentar a cielo abierto las bondades de un emblema de la industria.

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