Ataque israelí contra “zona humanitaria” en Gaza deja 19 muertos y complica posibilidad de alto el fuego
El ataque provocó la condena de la ONU y de distintas naciones occidentales. Si bien el Ejército israelí asegura que intentaban dar con un centro de mando de Hamas camuflado en la zona, la operación terminó acabando con la vida de decenas de desplazados palestinos.
La zona había sido designada como segura, y así lo entendieron miles de palestinos que viajaron a Al Mawasi que, según las autoridades israelíes, estaba libre de ataques. Pero la evidencia demostró que aquello no era completamente cierto, cuando la madrugada del martes un masivo ataque aéreo causó la muerte de al menos 19 personas, detallaron las autoridades locales de salud. Entre heridos y fallecidos, la cifra alcanza las 65 personas.
Medios presentes en el lugar reportaron la presencia de cráteres inmensos en la tierra producto de las bombas de gran calibre lanzadas, pese a que autoridades de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI, o IDF, por sus siglas en inglés) señalaron que utilizaron armas de precisión.
Mientras, en la vereda política de las negociaciones para un eventual alto el fuego, en Israel señalaron que se está avanzando en una potencial tregua y un intercambio de rehenes por presos palestinos. Sin embargo, todo parece apuntar a que el término definitivo de la guerra está lejos de llegar.
Un ataque masivo
Ocurrió la madrugada de este martes, mientras los civiles que continuamente se desplazan debido a la persecución israelí de los miembros de Hamas los obliga a moverse de “zona segura” en “zona segura”. Pero esta vez, certeza de no ser víctima de los enfrentamientos no hubo.
Fue en Al Mawasi, una zona costera próxima a la ciudad de Khan Younis, donde al menos 20 tiendas de campaña en la que se refugiaban palestinos se convirtieron en el objetivo de las FDI. El resultado fue la muerte de al menos 19 personas, más cerca de 60 heridos de distinta gravedad.
No se trató de un ataque común. Algunos medios internacionales hablan de uno de los mayores luego de la mortal invasión de Hamas desde la Franja de Gaza, el 7 de octubre pasado, que terminó con 1.200 israelíes muertos y más de 250 rehenes.
En esta ocasión, las FDI lanzaron al menos cinco cohetes contra la zona, señalaron testigos a Agence France-Presse (AFP), mientras que los servicios de emergencia confirmaron que los cráteres que dejaron las armas israelíes alcanzaron hasta los nueve metros de profundidad, resaltando el poder de fuego utilizado en la operación.
Según la organización de búsqueda y rescate de la defensa civil de Gaza, el Ejército israelí utilizó “misiles de gran potencia”, consignó el medio Middle East Eye. El organismo aseveró que se trataba de “una de las masacres más horribles desde el comienzo de la guerra israelí contra Gaza”.
Para la mañana del martes, cuando los equipos de rescate llegaron al lugar, lograron rescatar al menos 19 cadáveres que luego fueron llevados a hospitales cercanos, detalló la agencia Reuters. Periodistas del mismo medio internacional pudieron ver de primera mano cuerpos tendidos en el piso.
“Vimos mujeres cortadas en pedazos, niños cortados en pedazos y mártires. Todavía hay personas desaparecidas. La gente los está buscando y todavía no los han encontrado”, dijo Ola al-Shaer a Reuters, uno de los sobrevivientes del lugar.
Um Mahmoud, otro palestino desplazado hacia Al Mawasi, describió a Middle East Eye que vio mujeres y niños “despedazados” tras los ataques. “Llevamos aquí nueve meses y no hemos visto a ningún miembro de la resistencia (refiriéndose a Hamas) entrar en la zona”.
No es lo que creen las fuerzas israelíes. En una declaración a medios de comunicación, las FDI aseguraron que se había atacado un centro de mando de Hamas que estaba “camuflado en la zona humanitaria de Khan Younis”, y que “se habían tomado muchas medidas para reducir la posibilidad de dañar a civiles, incluido el uso de armamento de precisión, vigilancia aérea e información de inteligencia adicional”.
También cuestionaron las cifras de muertos y heridos entregadas por palestinos, asegurando que los datos que tenían “no se alinean con la información en poder de las FDI, las municiones precisas utilizadas y la precisión del ataque”. Si bien en un principio se habló de 40 víctimas fatales, el servicio de emergencia actualizó el número y lo redujo, hasta ahora, a 19, pero no descartaron que se encuentren más cuerpos entre los escombros.
Según el Ejército israelí, el ataque iba dirigido puntualmente contra dirigentes de Hamas, como Samer Ismail Hader Abudaqa, apuntado por las FDI como jefe de la unidad aérea del movimiento palestino; Osama Tabash, quien oficiaría como jefe de vigilancia y objetivos de la división de inteligencia de Hamas; y Ayman Mabhouh, otro alto cargo, consignó Middle East Eye. Luego, aseguraron que los tres “fueron abatidos durante la operación”.
“Estos terroristas participaron directamente en la ejecución de la masacre del 7 de octubre y han estado operando recientemente para llevar a cabo actividades terroristas contra las FDI y el Estado de Israel”, añadieron.
Hamas, en el otro lado de la vereda, ha asegurado que “las afirmaciones del Ejército fascista de ocupación sobre la presencia de elementos de la resistencia en el lugar atacado son una mentira flagrante”.
Algunos palestinos desplazados también descartaron la presencia de milicianos islamistas. “Tengo a mi hermana, mis hijos, mis hijas. ¿Sería lógico que pusiera entre ellos a alguien buscado por los israelíes? Esto no tiene sentido”, dijo Alaa al-Shaer, que ha permanecido en el campo de desplazados con su familia, al medio Middle East Eye. “Los israelíes dijeron: ‘vayan a las zonas seguras’ y eso es lo que hizo la gente”, añadió.
El hecho generó la condena por parte del enviado de paz de la ONU para Medio Oriente, Tor Wennesland. “Deben respetarse en todo momento los principios de distinción, proporcionalidad y precaución en el ataque”, señaló el funcionario de Naciones Unidas. “Reitero mi llamado a todas las partes para que lleguen inmediatamente a un acuerdo que conlleve la liberación de todos los rehenes y un alto el fuego. La matanza de civiles debe cesar y esta horrible guerra debe terminar”, añadió.
El secretario general del mismo ente, António Guterres, se plegó a las palabras de Wennesland y calificó el hecho de “inconcebible” y “desmedido”.
Agrupaciones de derechos humanos han cuestionado la política de ataques a zonas seguras, asegurando que “sus investigadores han documentado al menos 15 ataques del Ejército israelí contra las tiendas de campaña de los desplazados internos en Al Mawasi, Khan Younis y Rafah”, consignó el periódico Al Jazeera.
Los ataques en esos lugares han provocado “la muerte de más de 248 palestinos, entre ellos un gran número de niños y mujeres, además de más de 500 heridos”, señalaron en un informe el Centro Al Mezan de Derechos Humanos, Al Haq y el Centro Palestino de Derechos Humanos.
Negociaciones y presiones
En el frente de las negociaciones, el panorama tampoco se ve muy alentador. Cuando el Ministerio de Salud de Gaza, bajo el mando de Hamas, anuncia que ya se superaron las 41.000 muertes en el enclave, autoridades israelíes descartan un pronto fin de la guerra. Sin embargo, se abre la posibilidad de, al menos, lograr un cese el fuego.
Así lo confirmó ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien dijo a la prensa que se está cerrando un posible trato para detener momentáneamente -unas seis semanas- los combates en la Franja de Gaza. La oportunidad, añadió, podría generar condiciones para traer una calma temporal en la inestable frontera septentrional del país con Líbano, otro foco de preocupación israelí debido a Hezbolá.
La condición para llevar adelante la tregua sería la liberación de muchos de los rehenes aún en manos de Hamas, lo que tendría como contraparte la liberación de presos palestinos en cárceles israelíes.
“Israel debe llegar a un acuerdo que permita una pausa de seis semanas y la devolución de los rehenes”, dijo Gallant. Mientras, prosiguió, “mantenemos el derecho a operar y lograr nuestros objetivos, incluida la destrucción de Hamas”.
De momento, el fin de la guerra parece lejano, pese a los esfuerzos de Estados Unidos, Egipto y Qatar. La gran piedra de tope es que, mientras Israel no planea cesar con su plan de erradicar a Hamas de territorio gazatí y cisjordano -además de la devolución de los 70 rehenes que, se presume, siguen con vida-, el grupo islamista exige que el primero retire totalmente sus tropas.
A esto se suma la dinámica del gato y el ratón en la que se encuentran enfrascadas las FDI y Hamas, donde los primeros persiguen a los segundos, y estos últimos se devuelven a lugares que ya habían sido declarados “libres” de los milicianos. Así, el objetivo de eliminar a Hamas, sin un plan de posguerra, hace que sea poco claro ver el final de las aspiraciones israelíes.
Por otro lado, se suma la presión externa por los recientes hechos armados ocurridos en Israel. El más álgido ocurrió en Cisjordania, cuando Aysenur Eygi, ciudadana turco-estadounidense de 26 años, murió presumiblemente por un disparo de las fuerzas de seguridad israelíes que operan en la zona.
Una bala “que no estaba dirigida a ella, sino al instigador clave de los disturbios”, se defendieron las FDI en un comunicado, acabó con su vida durante manifestaciones de la semana pasada, y desató duras críticas estadounidenses.
El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, tuvo duras palabras para el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, a quien le pidió que avance en “cambios fundamentales” en la manera en que las FDI operan en la Cisjordania ocupada, en las frases más contundentes utilizadas por la administración Biden hasta el momento. Sus dichos se dan luego de que el Ejército israelí admitiera que era “muy probable” que sus fuerzas hayan sido las responsables de matar “involuntariamente” a la ciudadana turco-estadounidense de un tiro.
“Nadie, nadie debería ser asesinado a tiros por asistir a una protesta”, dijo Blinken este martes. “Nadie debería tener que poner en riesgo su vida solo por expresar sus opiniones. Las fuerzas de seguridad israelíes necesitan hacer algunos cambios considerables en la forma en que operan en Cisjordania, incluidos cambios en sus reglas de enfrentamiento”.
Y cerró: “Tiene que cambiar, y se lo dejaremos claro a los miembros más importantes del gobierno israelí”.
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