PP gana las elecciones, pero el PSOE resiste el embate y gobernabilidad de España queda en el aire

Alberto Núñez Feijóo, líder del conservador Partido Popular, hace un gesto a sus simpatizantes fuera de la sede de la colectividad después de las elecciones generales de España, en Madrid. Foto: AP

La marea azul que analistas y encuestas previeron no ocurrió. Sin una mayoría absoluta en ninguno de los bloques que disputan llegar a La Moncloa, las negociaciones y pactos comienzan a ocupar un rol central para decidir la presidencia española. Mientras PP y Vox tienen poco margen de negociación con otros grupos, ya se habla de una posible “alianza Frankenstein” en la izquierda para retener el gobierno, donde Carles Puigdemont sería clave.


De un “hay que esperar a los resultados” escuchados en los pasillos de la sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), relató la Cadena Ser, se pasó a: “Hay margen para gobernar”. Más tarde, mientras las horas pasaban y los porcentajes de recuento de votos subían, una palabra que en la mañana se repetía en el oficialismo y la oposición, la “prudencia”, empezaba a transformarse en caras largas en el Partido Popular (PP), y celebraciones entre los socialistas, pese a haber perdido en cuanto a votos. Habían sobrevivido al embate opositor y mantienen abiertas las posibilidades de negociar la presidencia del Gobierno de España.

En términos concretos y con cerca de la totalidad de los votos escrutados, los populares ganaron las elecciones en cuanto a voto popular. Con más de 8 millones y un 33%, el PP se impuso frente a los 7,7 millones y el 31,7% del PSOE. Pero poco de eso importa, porque la oposición de Alberto Núñez Feijóo no logró llegar a la mayoría absoluta de los 176 escaños en el sistema parlamentario que rige a la nación ibérica, ni siquiera con el apoyo de la derecha ultranacionalista de Vox.

Y eso bastó para desatar las celebraciones en las huestes socialistas. Con la llegada al comando de Pedro Sánchez, el actual jefe de Gobierno de España, de un momento a otro las calles se llenaron de banderas rojas y gritos eufóricos. Días atrás, la moral en el PSOE y sus seguidores andaba por el suelo, considerando que ninguna encuesta y pocos analistas creían que la izquierda lograra remontar una victoria que por semanas las primeras entregaban a la derecha. Sánchez se “había salvado del matadero”, incluso dijo a Cadena Ser un ministro, reflejando la sensación de victoria tras un panorama oscuro en la previa.

El líder del PSOE y actual presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, saluda a sus simpatizantes frente a la sede del partido en Madrid. Foto: AP

Resultados apretados

Con el 99,8% escrutado, el PP se hizo con 136 escaños, a 14 de los 150 que Núñez Feijóo dijo esperar antes de las elecciones, y muy lejos de la idea de un gobierno solitario. Dicha apuesta surgió por las críticas del oficialismo a su posible pacto con Vox y la extrema derecha, que tuvo un bajo rendimiento y se quedó solo con 33 escaños, lejos de los 52 de 2019. En total, por ende, lograron 169 escaños, a seis de la mayoría absoluta que les hubiera entregado acceso a La Moncloa.

El PSOE, en tanto, con 122 cupos parlamentarios, logró frenar lo que a todas luces prometía ser una estampida azul y, de paso, le da la razón a su líder, Pedro Sánchez, en la osada jugada del adelanto de elecciones luego de la debacle en las municipales y autonómicas del 28 de mayo pasado. El izquierdista Sumar, por otro lado, se quedó con 31 votos, lo que tampoco da para los 176 asientos. Sin embargo, la posibilidad de una suerte de “alianza Frankenstein” que incluya a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya y EH Bildu, podría resultar en la cifra mágica.

En ese escenario, y con un Alberto Núñez Feijóo poco dispuesto a aceptar la derrota, anunció que reivindicará su derecho a formar gobierno al haber logrado el primer lugar (y un aumento de 47 curules frente a la elección general pasada) y pedirá al resto de los partidos que permitan la investidura del candidato más votado, pese a que el sistema español funciona bajo el modelo de escaños.

“No hay modelo que no pase o por Feijóo o por el sí expreso de Bildu. Reivindicamos para Feijóo el mismo compromiso que Feijóo tuvo, por ejemplo, en Vitoria. El objetivo, restar capacidad de decisión a la izquierda abertzale. No entenderíamos una decisión que no fuera en esa dirección, y recordamos que nunca este país hizo presidente a quien había perdido las elecciones”, dijo una fuente del PP a El País.

En esa línea, Fermín Bocos, columnista de la agencia Europa Press, apuntó que, de manera cuasi premonitoria, el expresidente Felipe González, uno de los opositores socialistas de Sánchez, “sugirió que para evitar la repetición de los comicios, se debería dejar gobernar a la lista más votada absteniéndose el partido que hubiera quedado en segundo lugar. ¿A cambio de qué? Según el expresidente, a cambio de nada. Luego, a lo largo de la legislatura ya vendrían los posibles pactos”.

El líder de la oposición española del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante la celebración de las elecciones generales. Foto: Reuters

“También Núñez Feijóo le ofreció a Pedro Sánchez un acuerdo similar. Como es sabido, Sánchez lo rechazó probablemente soñando con un escenario como el que nos han dejado las urnas. Conocida su trayectoria y su forma de entender la política no es descartable que en sus cálculos esté alargar la cosa hasta probar suerte otra vez. Tiempo habrá para seguir analizando el resultado de unas elecciones que nos dejan un panorama tan abierto como incierto”, cerró el periodista.

Durante la primera mitad del recuento de votos, el PSOE se mantuvo a la cabeza en todo momento, para luego ser empatado y superado por el PP. Esa relación se mantuvo hasta el 75% del escrutinio, lo que generó caras largas en las derechas y el comentario entre analistas de un posible bloqueo e incluso una repetición de las elecciones.

Ya con el cierre del escrutinio, cuando la opción del PP de llegar al gobierno con la ayuda de Vox estaba completamente frustrada y en el PSOE cientos de personas llegaban a colmar una calle que horas antes estaba vacía, Pedro Sánchez se dirigió a sus seguidores que clamaban “¡Presidente!”.

Destacando la “derrota” de la derecha, el jefe de Gobierno aseguró que “hemos sacado más votos, más escaños y más porcentaje que hace cuatro años”, y agregó que “el bloque de retroceso que planteaba la derogación de los avances de los últimos cuatro años ha fracasado”, en referencia a Vox.

En Sumar, en tanto, la coalición que reemplazó a Unidas Podemos en el espectro de la izquierda española y que logró un cuarto lugar con menos representación que la agrupación fundada por Pablo Iglesias cuando estos se metieron en el primer gobierno de coalición, precisamente con Pedro Sánchez, también hubo palabras de alegría.

Estas llegaron de mano de su candidata a la presidencia, Yolanda Díaz, quien aseveró que “había mucha gente preocupada y hoy van a dormir más tranquilos”. Continuó desde la sede madrileña del partido: “La democracia ha ganado, ha salido más fortalecida. Hoy hemos ganado y tenemos un país mejor”.

“A partir de mañana, tenemos que seguir ganando derechos y nos comprometemos a seguir haciéndolo. Más derechos para las mujeres, las personas LGTBI y los trabajadores y trabajadoras”, agregó.

Si bien Núñez Feijóo venció en los números totales, pero no alcanzó los escaños suficientes, se presentó como un vencedor en su discurso posresultados. “Después de siete años de nuestra última victoria en las elecciones generales, el PP ha vuelto a ganar las elecciones generales. Me siento muy orgulloso, muy orgulloso”.

“¿Cuál es nuestra obligación ahora? Nuestra obligación ahora es que no se abra un período de incertidumbres en España. Los españoles hoy nos han dado la confianza en el PP y también han dicho a todos los partidos del arco parlamentario que dialoguemos. Como candidato del partido más votado, creo que mi deber es abrir el diálogo para liderar desde el primer minuto ese diálogo e intentar gobernar nuestro país de acuerdo con los resultados electorales y la victoria electoral”, cerró.

El líder del partido de extrema derecha español Vox, Santiago Abascal, tras las elecciones del domingo. Foto: Reuters

Vox, en tanto, fue catalogado por algunos analistas como uno de los grandes perdedores de la jornada, considerando la baja en la cantidad de escaños que obtuvo en comparación con 2019 y perdió la oportunidad de entrar al Gobierno, lo que hubiese sido la primera vez que un partido de extrema derecha ingresara a La Moncloa desde Francisco Franco.

“Quiero felicitar al señor Feijóo como ganador de las elecciones”, inició el líder del partido ultraconservador, Santiago Abascal. “Quiero señalar lo que es una mala noticia para muchos españoles: Pedro Sánchez, aun perdiendo las elecciones, puede bloquear una investidura. Y, peor aún, Pedro Sánchez podría incluso ser investido con el apoyo del comunismo, del independentismo golpista y del terrorismo”, agregó, en línea con su discurso.

Los pactos a realizar

La elección de este domingo, histórica en muchos sentidos, como la primera realizada en pleno verano europeo y con un calor considerable, con la mayor cantidad de votos por correo en la historia y una participación de cuatro puntos más que en las últimas elecciones generales, aún no está cerrada.

La nueva pregunta que se tomará la política española será si este bloqueo en la designación de un Presidente se romperá mediante negociaciones o si se llamará a una nueva elección general, pero desde ya, sectores que podrían pactar con los principales bloques han salido a rechazar esa idea.

En la oposición, la piedra de tope parece ser Vox, un partido con el que pocos estarían dispuestos a negociar para entregar La Moncloa a Núñez Feijóo. Pero en el oficialismo la situación no es muy distinta.

Y un viejo conocido de la política española podría ser la llave para el PSOE y Sumar. Junts per Catalunya, el partido de Carles Puigdemont, tendrá una relevancia importante que desde ya la izquierda empezó a buscar, puesto que voces al interior de los independentistas ya se declararon contrarias a pactar. La aparición de la figura de Puigdemont se da justo cuando el Tribunal General de la Unión Europea le quitó la inmunidad parlamentaria.

El eurodiputado catalán Carles Puigdemont habla sobre su inmunidad en el Parlamento Europeo, a inicios de julio de 2023. Foto: Reuters

Míriam Nogueras, candidata de Junts, dijo a la prensa local que “nosotros sí que hemos entendido el resultado. El nuestro es un pueblo que aprovecha las oportunidades y esta es una oportunidad. Se abre una etapa para el cambio, recuperar la unidad. En Junts hemos mantenido la posición, pero ha valido la pena. Nosotros no haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada”, agregando que su prioridad es Cataluña y “no la gobernabilidad de España”.

En tanto, el líder de ERC, Gabriel Rufián, salió a anunciar que entienden el poder que obtuvieron con los resultados del domingo. “Podemos decantar la balanza. Desde el minuto uno nos ponemos a disposición para hacer lo que dijimos que haríamos, que es poner precio. Poner encima de la mesa del progresismo español un dilema: o Cataluña o Vox. Este es el dilema que tienen Pedro Sánchez y Yolanda si quieren gobernar su país”, aseguró, consciente de los siete escaños logrados. Son menos que los 13 de la pasada, pero suficientes para convertirse en claves para los próximos días.

Desde Sumar, la líder catalana de la colectividad, Aina Vidal, pidió tanto a ERC como a Junts que permitan un gobierno progresista. “Cataluña tiene una responsabilidad enorme. Todos los partidos debemos estar a la altura. No nos pueden arrebatar ni el catalán ni todo lo que hemos conseguido”, dijo.

“En Cataluña hemos votado de forma muy clara un gobierno de izquierdas y progreso para seguir avanzando. Podemos tener un gobierno que avance a favor de Cataluña o un gobierno que nos arrase”, señaló, cerrando con una declaración dura: “No nos gobernará ni el PP ni Vox. Dijimos que enviaríamos a Abascal a su casa y lo hemos hecho. Hemos derrotado su machismo, racismo y clasismo”.

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