Diego Enrique Osorno: "A partir de 1994 la violencia quedó instaurada en México"
La recién estrenada serie de Netflix retrata el período en que se produjo el levantamiento zapatista, el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, y el mandato de Carlos Salinas de Gortari. Su director conversó con La Tercera.

Fue el año que definió al México actual, el año que rompió con los esquemas políticos, sociales y económicos que atravesaba el país en ese momento. Por eso, el periodista Diego Enrique Osorno quiso volver a indagar cómo 1994 marcó la vida de miles de mexicanos. La serie documental "1994" se estrenó en Netflix el 17 de mayo, y en cinco capítulos de 45 minutos cada uno, muestra el entramado que se desprende del asesinato del entonces candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio. Además, el 1 de enero de ese año se produjo el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que "generó un despertar social, inquietudes, y una crítica hacia los modelos económicos".
En esta entrevista con La Tercera, Osorno detalla el proceso de rodaje; su acercamiento a Marcos, el subcomandante zapatista, quien otorgó una entrevista ante las cámaras por primera vez desde 2006; cómo se remeció el poder; además de la rebeldía y la justicia en 1994, un año catalogado por The New York Times como "uno de los más fascinantes y dolorosamente accidentados de la historia contemporánea de México".
¿Cómo describiría el proceso del rodaje del documental 1994?
Apasionante, tenso y muy revelador personalmente. Cuando empecé a filmar después de la investigación, el rodaje, las entrevistas, y estar en los lugares donde ocurrieron los acontecimientos, me fue dando otra sensación mucho más profunda al mirar a los ojos a los protagonistas de estos eventos dramáticos.
¿Hubo alguna escena o personaje difícil de retratar?
Yo creo que todos los protagonistas son muy complejos. Por un lado, tenemos a un expresidente (Carlos Salinas de Gortari) que durante una parte de su mandato se convirtió en un referente, en alguien que generó mucha ilusión y que después se volvió el villano del país. Ese fue un gran reto, poder mostrar esa contradicción. Por otro lado, el propio Luis Donaldo Colosio, un hombre que fue asesinado y en buena parte su muerte lo convirtió en un mártir. Pero más allá de esa estatua había que mostrar los dilemas, la complejidad, el hecho de que no fuera un hombre necesariamente revolucionario como los zapatistas, pero que tampoco era un dinosaurio, como se le llamaba a los políticos más tradicionales del PRI.
¿Cree que el documental resucitó la figura de Colosio en México?
La figura de Colosio está muy presente. Es una avenida, una biblioteca, una escuela y como te decía es una estatua también. Lo que creo que puede hacer el documental es darle vida a ese monumento y hacerlo humano, hacerlo complejo. Una posibilidad de ver el documental es que el personaje de Colosio nos permite ver temas como el poder, la rebeldía, la justicia, y eso es un poco lo que se quiere hacer con este proyecto.
¿Se lograron recabar elementos nuevos del caso gracias al filme?
Creo que exhibe de una forma más completa el sistema de justicia mexicano, sus carencias. No hubo las diligencias debidas, las investigaciones han resultado insuficientes. El documental da la posibilidad de mostrar que el asesinato pudo ser algo más orquestado, pero también presenta elementos interesantes sobre la personalidad de Aburto (el autor del ataque).
El subcomandante Marcos (Galeano) no otorgaba una entrevista desde 2006. ¿Fue muy complejo convencerlo?
Ellos son un grupo clandestino y se rigen bajo procesos muy particulares. Hay que hablar a través de una serie de interlocutores. Además, el subcomandante Galeano (Marcos) o el subcomandante Moisés no necesariamente tiene la decisión final de dar una entrevista o no. Ellos forman parte de un órgano colectivo que es la Comandancia General Zapatista y entonces se tiene que someter a una deliberación colectiva su participación en este tipo de proyectos.
¿Después de 1994 México ha sufrido algo similar a lo ocurrido ese año?
México es un país en crisis permanente, pero quizás tantos factores políticos, económicos y sociales acumulados en un momento tan específico, no nos ha pasado desde entonces. Ha habido otros años muy turbulentos, yo diría el 2006. Fue un año en que hubo una rebelión urbana en Oaxaca, una represión brutal contra los comuneros de San Salvador Atenco, hubo unas elecciones muy cuestionadas, y es el año del inicio de la mal llamada guerra contra el narcotráfico. Es un año que yo podría comparar con 1994 en cuanto a intensidad y complejidad, pero desde mi punto de vista, 1994 marcó un ciclo que aún estamos viviendo.
¿De qué forma 1994 marcó lo que es México hoy?
La violencia quedó instaurada como una forma de resolver problemas políticos. Marcó también en el sentido de que el zapatismo generó un despertar social, inquietudes, y una crítica hacia los modelos económicos. O sea, es un año que no solo fue negro, sino que también generó esta inquietud en mucha gente. Es un año que además replanteó al propio PRI, al régimen del partido hegemónico. También generó la sensación de que la impunidad que hubo en el caso Colosio se expandió durante los años siguientes. Por eso tenemos un gran déficit de justicia en el país.
¿Considera que con la Presidencia de AMLO comenzó un nuevo ciclo en México?
Esa es la expectativa. Él ha decretado el fin del neoliberalismo, por ejemplo. Sin embargo, no necesariamente vemos el fin del neoliberalismo. Hay una desigualdad enorme en este país que no ha sido todavía atacada por el gobierno. Yo creo que estamos en un laboratorio: el gobierno está tratando de encontrar una definición y por ello es que a veces vemos mensajes muy progresistas y de repente vemos medidas que parecen retrógradas. Son momentos de ensayo y error. Habrá que esperar.
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