Malasia y los retiros previsionales en pandemia: el 81% de su población se enfrentará a la pobreza tras la jubilación

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Un empleado del Ministerio de Salud de Malasia mide la temperatura de un pasajero que llega a un puerto de ferris, en enero de 2020.

Si bien en el país asiático se podía sacar parcialmente dineros destinados a pensiones para pagar gastos de educación, salud y vivienda, junto a los confinamientos por el Covid-19 se ampliaron los límites establecidos. Pero las autoridades ahora temen que cuatro de cada cinco malasios vivan bajo el límite de la pobreza pocos años después de jubilar.


La historia puede sonar familiar, e incluso guardar semejanza con lo que le pasó a algún vecino o conocido. Un pequeño empresario, con un negocio de señuelos de pesca que le produce el suficiente ingreso para vivir, ve la necesidad de recurrir a sus ahorros previsionales para lograr sortear la crisis económica derivada de los masivos y prolongados confinamientos en el peor momento de la pandemia de Covid-19.

Y si bien los retiros fueron utilizados en Chile como una estrategia para paliar la falta de ingresos, esta historia no ocurrió en el país, sino a aproximadamente 16.000 kilómetros de distancia, en Malasia. Ahora, las autoridades del país asiático advierten que el 81% de los cotizantes malasios no tendrán ahorros suficientes para vivir por sobre el umbral de la pobreza tras su jubilación.

A diferencia del caso local, Malasia permitía previo a la pandemia el retiro parcial de los ahorros para la vejez, siempre que fuera destinado a cubrir gastos como educación, salud o vivienda. Sin embargo, durante la administración del entonces primer ministro Muhyiddin Yassin, en 2020, el gobierno permitió utilizar los fondos para intentar mitigar las dificultades económicas ocasionadas por las cuarentenas en el país.

Turistas caminan frente a la Plaza de la Independencia mientras la ciudad está envuelta en bruma en Kuala Lumpur, Malasia. Foto: AP

Ese fue el caso de Roob Ganesan, dueño de una fábrica dedicada a la producción de señuelos y carnadas de pesca que vio su flujo de dinero severamente dañado por las medidas sanitarias, retrató la cadena qatarí Al Jazeera. No tenía intención de despedir a sus 22 empleados, pero mientras el mundo se adentraba en su segundo año de pandemia y el gobierno pasaba a manos de Ismail Sabri Yaakob, empezó a perder las esperanzas de recuperar sus niveles financieros previos a la pandemia, considerando que no podía abrir al público.

“Mi negocio sufrió pérdidas debido a las decisiones tomadas por la administración anterior y pensaba que las cosas cambiarían”, dijo al mismo medio Roob Ganesan, dueño de Drave Fishing Sdn Bhd.

No quería despedir a sus trabajadores, pero tampoco tenía la liquidez suficiente como para mantener a flote el negocio, por lo que decidió retirar 15.000 ringgits malasios (algo así como US$ 3.400) de su cuenta personal del Fondo de Previsión de Empleados (FPE), equivalentes a un poco más del 7,5% de sus ahorros totales.

Retirados en dos plazos, continuó relatando Al Jazeera, el dinero permitió al emprendedor mantener funcionando el negocio y pagarles a sus empleados. “Llegó un momento en que tenía muy poca liquidez, así que los retiros del EPF fueron una bendición”, aseguró. “No me arrepiento en absoluto, porque era lo correcto”.

Pero las alarmas saltaron entre las autoridades cuando notaron el agujero que se generó en los fondos de parte importante de la población. Cifras oficiales muestran que, durante la pandemia, fueron retirados de las cuentas del FPE unos 145.000 millones de ringgits, equivalentes a casi US$ 33.000 millones.

El problema de las pensiones no es nuevo en Malasia. Un reportaje realizado por BBC en noviembre de 2014 ya alertaba de las preocupaciones del Banco Central de ese país por la imposibilidad de los ciudadanos de ahorrar para la vejez. Un informe del organismo nacional reveló que siete de cada 10 malasios que cotizaban en el sistema, tenían menos de 15.000 ringgits en sus ahorros personales, lo que solo podía durar un par de años luego de la jubilación.

Frontis del Banco Central de Malasia en Kuala Lumpur. Foto: Reuters

Y la situación no es muy distinta en la actualidad. Según Al Jazeera, si bien los retiros funcionaron como un salvavidas para muchos empresarios y trabajadores, los bajos salarios, los altos niveles de endeudamiento presentados por los ciudadanos y el aumento en la esperanza de vida han llevado a que las autoridades proyecten que el 81% de personas vivirá bajo el límite de la pobreza tras su jubilación.

El propio Banco Central volvió a encender las alarmas durante el mes pasado, advirtiendo que el promedio de los malasios corre el riesgo de quedarse sin dinero de jubilación hasta 19 años antes de morir. Para diciembre pasado, el 51% de los 6,7 millones de cotizantes menores de 55 años tenía menos de 10.000 ringgits (US$ 2.250), consignó Al Jazeera.

“Basándonos en la esperanza de vida de los malasios, 10.000 ringgits solo permiten a los afiliados obtener unos ingresos de jubilación inferiores a 42 ringgit (US$ 9,5) al mes durante un periodo de 20 años”, declaró un portavoz del gobierno.

Nungsari A Radhi, economista y exdiputado, dijo al mismo medio que la decisión de ampliar las razones para retirar fondos fue un error. “Después de que se retiraran 145.000 millones de ringgits del fondo de pensiones, lo que se vislumbra en el horizonte son jubilados que vivirán en la pobreza si todo lo que tienen es su FPE, y esto sin incluir el gran número de personas que carecen de fondos de pensiones”, argumentó.

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