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Martin Dumont, vaticanista francés: “El próximo Papa tendrá que estar en la continuidad del pontificado de Francisco, aunque teniendo puntos de inflexión”

Historiador experto en el catolicismo francés, Dumont se refiere a las reformas más polémicas del fallecido Papa sudamericano, junto con perfilar al cardenal que podría sucederlo.

Los cardenales hacen fila en la Capilla Sixtina para jurar sobre la Biblia que jamás revelarán los secretos de sus deliberaciones antes del inicio del cónclave en el Vaticano, el 12 de marzo de 2013. Foto: AFP -

Este miércoles empezó el cónclave que elegirá al nuevo Papa, luego de la muerte de Francisco, hace ya más de dos semanas. En la instancia, 133 cardenales venidos de todo el mundo comenzaron a votar de manera secreta, reunidos en la Capilla Sixtina y sin acceso a informaciones del mundo exterior. Para elegir al futuro líder de la Iglesia Católica, el acuerdo entre los prelados debe ser grande, ya que el candidato debe reunir el voto de dos tercios de los electores.

La pregunta por la continuidad o la ruptura con el Papa Francisco está a la base de las expectativas, y muchos “papables” son perfilados en función de su relación con el recientemente fallecido pontífice.

Secretario general del Instituto de Investigación para el Estudio de las Religiones, en la Universidad de la Sorbona, el historiador experto en catolicismo Martin Dumont comenta con La Tercera el legado de Francisco y el perfil que podría tener su sucesor.

En términos diplomáticos, ¿cuál sería el legado del Papa Francisco? ¿Ha podido cambiar cierta idea que se tiene de la Iglesia Católica?

Un elemento del pontificado de Francisco que sigue siendo determinante es su pacifismo y la deslegitimación de la “guerra justa”. ¿Podemos hablar por eso de una “ruptura”, de un cambio radical? No lo creo, aunque la fuerte insistencia del Papa sobre estas cuestiones puede haberle llevado a cometer algunos errores, como llegar a poner en el mismo nivel al agresor con el atacado en el caso del conflicto ruso-ucraniano.

Pero la deslegitimación de la “guerra justa” forma parte de un proceso más largo de cuestionamiento por parte de los Papas, desde principios del siglo XX hasta Juan Pablo II y luego Francisco. Podemos pensar en Pío X, negándose a bendecir a los ejércitos del Imperio Austro-Húngaro; en Benedicto XV, evocando las “masacres inútiles” y siendo llamado “Papa Boche”, o en Pablo VI, proclamando en 1965 en la ONU “¡Nunca más la guerra!”.

Lo mismo ocurre con la cuestión de la “disuasión nuclear”: el Papa Francisco ha denunciado repetidamente la “inmoralidad” de poseer armas nucleares.

Papa Francisco durante una misa. Foto: Archivo HANDOUT

En la propia Iglesia, ¿cuáles han sido las reformas más significativas e importantes que ha llevado a cabo el Papa Francisco? ¿Cuáles provocaron reticencia por parte de las más altas esferas de la Iglesia?

No hay que olvidar el contexto en el que Francisco fue elegido en 2013: el shock provocado por la renuncia de Benedicto XVI, en un momento que recordaba el final del pontificado de Juan Pablo II, cuando los círculos sacerdotales trabajaban para la mayor gloria de Dios y de sus propias finanzas personales. Por tanto, el Papa Francisco fue elegido para “hacer limpieza”. La reforma financiera es un proyecto que no está totalmente terminado, pero que ha supuesto el saneamiento de gran parte del sistema financiero vaticano. Así, el proceso contra el cardenal Becciu debe entenderse en el contexto de la lucha contra la corrupción y la gestión arriesgada de los fondos vaticanos.

Quizás lo más notable es la reforma de la Curia, un tema cercano al corazón de Francisco: el texto legislativo Praedicate Evangelium, de 2022, produjo cambios dentro de las congregaciones romanas (ahora llamadas dicasterios), siendo el más notable el lugar que ahora ocupa el Dicasterio para la Nueva Evangelización, colocado por encima del temido Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Para combatir el espíritu de arribismo y de “mundanidad espiritual”, Francisco decidió también que los cargos que se le confiasen fuesen de duración determinada y revocables, lo que, naturalmente, ha sido apreciado de diferentes maneras.

Una reforma altamente simbólica ha sido también el nombramiento de laicos y monjas en cargos tradicionalmente reservados a obispos o cardenales, siendo el nombramiento más reciente la gobernación de la Ciudad del Vaticano, presidida por una monja, Raffaella Petrini. Una religiosa de la Congregación de Xavières, francesa, Nathalie Becquart, fue nombrada subsecretaria del Sínodo. Estos nombramientos se produjeron a pesar de una oposición considerada como contraria a la práctica seguida hasta entonces y que debía considerarse desde el punto de vista de Francisco: la política de los “pequeños pasos”, del “trinquete”. Habiendo sido estos laicos y estas mujeres elegidos por su competencia, ¿qué sucesor de Francisco se atreverá a dar marcha atrás en estos nombramientos?

Pero la oposición más intensa se ha expresado en el contexto de lo que podría considerarse la “revolución moral” del Papa Francisco: sin cambio doctrinal, una apertura pastoral dirigida a las parejas en “situaciones irregulares” y a los homosexuales. La declaración Fiducia Supplicans suscitó una oposición muy fuerte sobre todo en África, mientras que con ocasión del Sínodo para la Amazonía y del Sínodo sobre la Familia (con la exhortación Amoris Laetitia que de ellos resultó), los cardenales expresaron su oposición. El cardenal Sarah, actualmente presentado como papable, defendió en un libro el celibato de los sacerdotes, considerándolo puesto en cuestión por el Sínodo para la Amazonía y asociando, contra su voluntad, al Papa emérito Benedicto XVI. Varios cardenales, como Brandmüller, Burke, Sarah, Sandoval Íñiguez, Zen Ze-Kiun, presentaron “dubia”, preguntas al Papa, con motivo de la publicación de Amoris Laetitia.

Papa Francisco en el papamóvil. Foto: AFP JACK GUEZ

Francisco fue Papa en una época marcada por las guerras de Ucrania y Gaza, y a menudo hablaba para expresar su deseo de que los conflictos terminaran. ¿Han mostrado en general los Papas este deseo de expresarse sobre cuestiones geopolíticas?

El compromiso de los Papas de intentar poner fin a los conflictos es muy antiguo. La diplomacia papal está activa desde hace siglos: en Santa María la Mayor está enterrado el Papa Francisco no lejos de Pío V, el Papa de la Contrarreforma, del Rosario y de Lepanto, pero también de Clemente IX, mediador en el conflicto entre Francia, España, Inglaterra y Holanda.

Más recientemente, el pontificado de León XIII marcó el gran regreso de la Santa Sede a la escena internacional, antes de la Primera Guerra Mundial, cuando Benedicto XV hizo todo lo posible para poner fin al conflicto. Y no es posible olvidar el fortísimo compromiso de Juan Pablo II contra la guerra en Irak.

Cabe señalar, sin embargo, que si bien Volodymyr Zelensky recientemente rindió homenaje a Francisco por el compromiso de la diplomacia vaticana para obtener la liberación de prisioneros y el regreso de los niños ucranianos, las declaraciones de Francisco en el contexto del conflicto ruso-ucraniano parecieron apoyar al agresor ruso, desdibujando el mensaje de paz presentado por el Vaticano.

En su opinión, ¿qué perfil debería tener el próximo Papa para la Iglesia Católica en los próximos años?

La cuestión de la continuidad o ruptura entre pontificados se ha planteado ya regularmente en la Iglesia Católica. Cada Papa tiene sus prioridades, compromisos que están vinculados a su propia personalidad y al ejercicio de su pontificado en sintonía con los desafíos de la Iglesia y del mundo en el tiempo en que vive. Pero estos compromisos a veces pueden dar lugar a desequilibrios.

El próximo Papa me parece que tendrá que estar en la continuidad del pontificado de Francisco, aunque teniendo puntos de inflexión en el modo de gobierno. Obviamente, se necesitaría más tiempo para discutirlo, pero Francisco ha sido criticado por decidir solo, rodeándose de un pequeño círculo de colaboradores, principalmente fuera de la Curia, concentrándolo todo en sí mismo, lo que no dejó de causar problemas durante su larga hospitalización.

Más escucha, más diálogo con los actores que deberían (en teoría) aconsejar al Papa, en particular los cardenales. Y, sin duda, más intervenciones relacionadas con la doctrina católica. Habría que encontrar un equilibrio entre la fidelidad a algunos compromisos e intuiciones de Francisco, dígase la reforma de las finanzas vaticanas, la lucha contra los abusos sexuales, la atención a los católicos en África y Asia, la sinodalidad, el lugar de la mujer, la proximidad de la Iglesia a todos los despreciados. Todo eso, pero con más reserva en cuanto al uso del discurso pontificio y una mayor escucha de los actores romanos en el gobierno de la Iglesia.

Misa en memoria del Papa Francisco en Johannesburgo. Foto: Archivo PHILL MAGAKOE

¿Hay algún candidato fuerte para ser el sucesor de Francisco?

Es difícil responder, ya que los nombres de los “papables” varían mucho según el país y las orientaciones eclesiásticas. Además, más que “un sucesor de Francisco”, los cardenales elegirán entre sus estimados miembros a uno que sepa responder a los desafíos que enfrenta hoy la Iglesia católica, y que obtendrá dos tercios de los votos, lo que hace más complicada la elección.

Entre los nombres propuestos, el cardenal Parolin, que fue secretario de Estado de Francisco y diplomático confirmado, es presentado como el “superfavorito”, pero su cercanía al difunto Papa es al mismo tiempo una ventaja y una debilidad para él. En el período más reciente, el único cardenal que entró al cónclave como “Papa seguro” y emergió como Papa fue Eugenio Pacelli, Pío XII, prácticamente designado como su sucesor por Pío XI.

Para otros, fue más complicado. También es difícil olvidar que Pío X fue elegido en 1903, sin que prácticamente nadie lo mencionara como posible Papa y sin hablar francés, lo que en aquel momento se consideraba un obstáculo. Y sin embargo fue nombrado.

El otro perfil que corresponde a un heredero de Francisco es el arzobispo de Bolonia, el cardenal Zuppi, que tiene las mismas opciones pastorales que Francisco, cercano a la comunidad de San Egidio.

Pero otras personalidades tienen verdaderas cualidades para suceder a Francisco, sin ser “Francisco II”: pienso en particular en el cardenal Nzapalinga, de África Central, testigo de un continente donde el catolicismo está en plena expansión. También tenemos al cardenal Arborelius, arzobispo de Estocolmo, que no tiene vínculos con los círculos romanos sino que proviene del protestantismo, en un momento en el que asistimos a conversiones al catolicismo y a bautismos en gran número en diversos países, y en el que la Iglesia Católica debe afrontar la competencia de los evangélicos en África y en América Latina en particular.

Generalmente no aparece mencionado en los papables, pero el cardenal Giorgio Marengo, de Mongolia, un hombre de misión, representa una de esas periferias queridas por el Papa Francisco, donde el catolicismo es una ultraminoría. Pero, en este caso, ¿estarían los cardenales dispuestos a elegir a un Papa de 50 años? Habrá que ver.

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