Así fue capturada la última prófuga de la secta de Colliguay

Natalia Guerra era la madre del bebé sacrificado por el grupo que lideraba "Antares de la Luz" en 2012. Permaneció oculta más de dos años: según la policía, siguió ligada a algún tipo de culto.


"Era mi karma", fue una de las frases que lanzó -cuando fue arrestada por primera vez- Natalia Guerra Jequier, integrante de la llamada "secta de Colliguay" y madre del bebé que fue brutalmente sacrificado por el grupo que lideraba Ramón Castillo Gaete, alias "Antares de la Luz", en noviembre de 2012.

Tras más de dos años prófuga, el martes fue el momento en el que se cumplió otro "karma" sobre la mujer: el judicial. Fue aprehendida por funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI) en una parcela situada en el sector Las Perdices, en la comuna de Isla de Maipo (Región Metropolitana).

Guerra había sido condenada por parricidio en 2017, junto a otros cinco involucrados en el caso que recibieron sentencias por homicidio calificado. No obstante, su rastro se perdió en abril de 2017 en San Juan de Pirque, donde cumplía arresto domiciliario. Desde entonces su paradero fue un misterio.

La orden del "dios"

El horror que rodeaba las actividades de la secta, descubierta hace seis años, causó profundo impacto en el país cuando los detalles del caso comenzaron a ser públicamente conocidos. La hermética agrupación fundada por "Antares", formada por seis personas, realizaba al menos desde 2007 rituales en los que se consumía ayahuasca, mientras los integrantes de la secta aguardaban el "fin del mundo" que supuestamente profetizaba la cultura maya para 2012.

Castillo había establecido a su alrededor una suerte de "culto a la personalidad", que le permitía dominar las voluntades de sus seguidores, ante quienes se presentaba como una suerte de divinidad.

Durante su permanencia en el grupo, Guerra quedó embarazada de "Antares", quien declaró que el niño por nacer era "Lucifer" y el "Anticristo". Tras el alumbramiento, el líder ideó un macabro ceremonial que fue seguido al pie de la letra por sus seguidores. El bebé fue desnudado y arrojado a un pozo con piedras al rojo.

Tras el hecho, ocurrido en el fundo Los Culenes, de Colliguay, los días de la secta quedaron contados. Una denuncia llevó a la policía a indagar el caso y la investigación fue coronada con los primeros arrestos.

"Antares" consiguió eludir a la policía y huyó a Perú. La extensa cacería culminó en mayo de 2013 en un inmueble abandonado en Cuzco, conocido como la "casa embrujada", donde el cadáver de Castillo fue encontrado colgando de una viga.

Papeles olvidados

El último capítulo de la siniestra saga, protagonizado por la propia madre del bebé, tuvo su desenlace el pasado martes, cerca de las 10 horas. Fue la coronación de una larga y cuidadosa indagación realizada por la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe) Metropolitana de la PDI. Según se pudo determinar después, Guerra cambiaba su domicilio año a año, siempre en parcelas situadas en lugares discretos, y no se mostraba jamás fuera de las residencias en las que vivía junto a su pareja. También cambió de apariencia y tiñó su cabello.

La pista crucial apareció en uno de estos temporales refugios, situado en Calera de Tango. El comisario Juan Pardo, jefe (S) de la Bipe Metropolitana, explicó que un arrendatario posterior encontró en el inmueble una serie de papeles escritos que le parecieron sospechosos. Los policías analizaron la evidencia y la compararon con otros textos escritos por la fugitiva tras su primer arresto.

"Es ahí donde establecemos la identidad de la pareja de Natalia y procedemos a hacer el trabajo investigativo respecto de esa persona. En virtud de los seguimientos, logramos dar con el domicilio donde ella se encontraba", señaló el oficial.

El arresto de la mujer, que trató de escapar tras ser sorprendida, fue realizado por una oficial de la Brigada de Reacción Táctica Metropolitana (BRTM) e investigadores de la Bipe. Luego de ello fue puesta a disposición de Gendarmería para cumplir su condena: fue trasladada al Centro de Detención Femenina de Santiago.

El hombre que la acompañaba, identificado como Esteban Barbieri, no fue detenido.

Uno de los antecedentes descubiertos por la policía apunta a que durante su período, Guerra sostenía reuniones periódicas, dos o tres veces por semana, con grupos de entre cinco y seis personas. "Se hacían reuniones en la parcela, siguiendo un culto determinado", apuntó el comisario Pardo. "Tenemos prácticamente establecido que ella seguía con su culto sectario", añadió.

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