Isabel Plá: "Estamos en un país donde los hombres se perciben como jefes"

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La ministra de la Mujer y la Equidad de Género enfatiza que la brecha de género se agudiza en sectores vulnerables, por lo que se debe potenciar la independencia económica de las mujeres, especialmente en esos quintiles.


La ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, admite que si bien la brecha de género persiste en el país, se han registrado avances cuya profundización se relaciona con el impulso de "cambios culturales" en la sociedad chilena.

¿Cómo se define hoy el rol de la jefatura de hogar?

El reconocerse como jefa de hogar es una percepción. Y en eso hay un cambio muy importante en Chile, que tiene que ver con el empoderamiento en general de las mujeres. Es positivo que más del 40% de los hogares esté percibido con una jefatura femenina, aunque la mayoría de esos hogares son monoparentales.

¿Cómo evalúa el porcentaje de mujeres insertas en el campo laboral, que no supera el 49,5%?

En participación laboral seguimos estando muy por debajo del promedio en América Latina (55%). Más aún de los países Ocde, que es sobre 60%, o de naciones como España, donde según el Banco Mundial llega al 69%.

¿Qué información que revela la encuesta se debe resaltar?

Con esta información uno se da cuenta de que en el 20% más vulnerable la participación laboral es solo del 32%. En cambio, en el quintil más alto la participación laboral es del 67%. Y en cuanto a las razones por las que no están participando laboralmente las mujeres, uno se encuentra con que el 40% de las mujeres más vulnerables no lo hacen por razones de cuidado familiar, de los hijos o de adultos mayores. En cambio, en los quintiles más acomodados el 5% o el 6% no se integra al mundo laboral por esas razones.

¿Cómo se puede disminuir la brecha entre las jefaturas de hogares en las familias biparentales?

Empoderar económicamente a las mujeres es un elemento muy importante. Sin ingresos propios en muy difícil tomar decisiones y participar en igualdad de condiciones. El elemento económico es lo que marca y tiene mucha incidencia en el momento en el que una mujer quiere dar un paso, por ejemplo, para salir de un círculo de violencia.

¿Cuáles son las metas del gobierno en cuanto a equidad?

Estamos en un país en que los hombres se perciben como jefes. Eso está claro. Pero no puedo separar eso de la condición socioeconómica y las oportunidades que van teniendo las mujeres en los distintos sectores de la sociedad. Por eso, una meta es el empoderamiento económico, y para ello impulsamos la modernización laboral y de inclusión, junto a la reforma de salas cuna. Y, por otra parte, apuntando a un cambio cultural que tiene que ver con la convicción social de que las mujeres tienen igual dignidad.

¿El tema de la no discriminación se está implementando en la educación?

Sí, ya hemos trabajado en torno a la educación no sexista. En enero presentamos con la ministra (Marcela) Cubillos una política de equidad de género, que es fruto del trabajo de una mesa de especialistas que funcionó durante 2018, y la vamos a volver a convocar.

¿Cuáles son los principales pilares?

Equidad de género en las salas de clases, es decir, el trato del día a día que deben tener niños y niñas para enfrentar ciertas materias. Una de las razones que inspira esto es que el 10% de la matrícula en la educación técnica, por ejemplo, es de mujeres, y eso tiene que ver con el trato que se les da a las niñas versus los niños en estas materias. Otro pilar es la erradicación de la violencia, para formar una sociedad con tolerancia cero a este flagelo. Y el otro pilar es el de la vocación por las carreras con mayores proyecciones técnicas. En ellas hay que invertir. Allí hay pocas mujeres.

Usted, en su experiencia laboral, ¿ha sufrido discriminación?

Por supuesto, como la gran mayoría de las mujeres. Es imposible no sufrirla. Solo que antes eso era parte de la causa, del paisaje. Y en los últimos años eso dejó de tolerarse. Hoy las decisiones discriminadoras y arbitrarias se denuncian. Eso habla bien del país. Recuerdo que yo no estaba casada aún y llevaba tiempo trabajando. Era una empresa pequeña y lo hacía bien, así que pedí un aumento de sueldo. Y cuando lo hice, mi jefe se sintió agredido, me dijo: Yo no tengo la culpa de que a ti no te mantenga nadie. Yo tenía 28 años.

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