Histórico

50 años de caminatas espaciales

Hoy se cumple medio siglo desde que un astronauta estadounidense caminara por el espacio, casi tres meses después de que un ruso hiciera esta proeza por primera vez.

No voy a entrar, esto es divertido”, contestó riendo el astronauta Ed White cuando su compañero, el comandante James McDivitt, de la Gemini 4, le señaló que debía volver a la nave espacial. Entre bromas, White vuelve y agrega: “Es el momento más triste de mi vida”.

Era el 3 de junio de 1965, y el astronauta -fallecido en 1967- se convertía en el primer estadounidense en hacer una caminata espacial. Estuvo 23 minutos fuera de la nave Gemini 4, 13 más que Alexei Leonov, el cosmonauta ruso que casi tres meses antes (el 18 de marzo) se había convertirdo en la primera persona en caminar en el espacio.

A 50 años de la hazaña, la agencia espacial estadounidense (Nasa) celebra con Suit Up, un documental de 30 minutos (que puede verse en inglés, en YouTube) en el que repasa la historia de las actividades extravehiculares (EVA) desde las primeras caminatas hasta que se convirtieron en una tarea más cotidiana. Hasta la fecha, la Nasa ha completado 264 caminatas espaciales, de las que 184 han estado relacionadas con el emsamblaje y el trabajo en la Estación Espacial Internacional (EEI). Otras 23 se centraron en la reparación del telescopio espacial Hubble.

Dichas actividades extravehiculares no han estado exentas de problemas. En la primera, Leonov estuvo varias veces al borde de la muerte por problemas con el cable que lo sostenía, lo que lo hizo girar repetidas veces. Su traje se infló y dejó expuestas sus manos y pies, y cuando su compañero -el capitán de la Voskhod 2, Pável Beliáyev- decidió sacar el aire a través de una válvula, corrió el riesgo de quedar sin oxígeno. Ambos debieron sortear una falla del motor y aterrizaron en Siberia, en medio de un bosque y tardaron siete horas en comunicarse con una estación, relató Leonov -hoy de 81 años- a la BBC en 2014.

“Una caminata espacial puede ser increíblemente divertida, pero no debemos olvidar nunca lo peligrosas que son”, dice Charles Bolben, administrador de la Nasa, en el documental.

Lo sabe Luca Parmitano, astronauta italiano que en julio de 2013 sufrió un accidente en una actividad extravehicular. Su casco comenzó a llenarse de agua fría, debió contactarse con el equipo en Houston -porque sus compañeros no lo escuchaban- y guiarse a ciegas de vuelta a la EEI.

A pesar del peligro y la soledad, los astronautas concuerdan en lo emocionante de la experiencia y sus mayores miedos están más relacionados con arruinar algún procedimiento. “Todos están mirando y tienes un tiempo para hacer lo que tienes que hacer y realmente no quieres cometer un error”, dice Kathryn Thornton, astronauta estadounidense con varias EVA de experiencia.

La nueva división

Lo que comenzó como una carrera, parte de la Guerra Fría entre EE.UU, y la URSS, permitió avanzar en la exploración espacial y el desarrollo de nuevas tecnologías. Con el tiempo, las agencias espaciales de ambos países lograron trabajar juntas en proyectos como la EEI, pero el conflicto de Rusia con Ucrania  volvió a separarlos.

La estación es, de hecho, lo único en lo que trabajan unidas (además de la relación comercial que tienen por el arriendo de sus cohetes), pues en abril del año pasado, la Nasa suspendió toda relación con Roscosmos, la agencia rusa, a lo que esta respondió suspendiendo las operaciones de las estaciones en tierra del sistema GPS norteamericano (EE.UU. había hecho lo mismo con su sistema Glonass) y amenazó con retirarse de la estación en 2020.

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