A 50 años de la nueva ola francesa
Hace medio siglo Los cuatrocientos golpes cambió al cine para siempre. Y hasta nuestros días Truffaut, Godard, Chabrol, Rohmer y el ersto de aquella generación han seguido iluminando la historia del cine en la que es la mayor revolución de su historia.

En 1959 se estrenó en Cannes Los cuatrocientos golpes, la película de François Truffaut que se transformaría en la punta de lanza de la Nueva Ola francesa por su libertad creativa y carga simbólica. Medio siglo después, el movimiento creado por cinco críticos de la revista Cahiers du Cinéma se instala como un insoslayable faro que iluminó el futuro del cine mundial a través de cintas con mirada, urgentes, emotivas, radicales, pero nunca muertas.
El Nuevo Cine Americano de Scorsese, Coppola y De Palma fue su principal heredero en el mundo, mientras que actores como Jean-Paul Belmondo, Jeanne Moreau y Catherine Deneuve sólo llegaron a ser lo que son gracias a este movimiento, la última revolución francesa de impacto universal.
TRUFFAUT Y GODARD, ENEMIGOS INTIMOS
Los fundadores de la Nueva Ola fueron cinco críticos de la revista Cahiers du cinéma: François Trufaut (1932-1984), Jean-Luc Godard (1930), Eric Rohmer (1920), Claude Chabrol (1930) y Jacques Rivette (1928). Al margen de ese núcleo duro, también fueron asimilados al movimiento figuras más autónomas, como Alain Resnais, Louis Malle, Agnès Varda y Jacques Demy, entre otros.
Sin embargo, fueron Godard y Truffaut los rostros íconos del movimiento y quienes operaban la marca de fábrica de la Nueva Ola en el mercado internacional.
Diferentes en carácter y ambición, Truffaut y Godard tenían 27 y 29 años respectivamente cuanto estrenaron sus óperas primas: Los cuatrocientos golpes en 1959 y Sin aliento en 1960.
No obstante sus diferentes personalidades, ambos compartieron durante años un apasionado ejercicio de la cinefilia, la incondicionalidad a maestros como Jean Renoir y Roberto Rossellini, y una admiración obsesiva por el cine norteamericano. Alfred Hitchcok para Truffaut y Nicholas Ray para Godard fueron verdaderos evangelistas del cine.
Sin embargo, el germen de la enemistad se acunaba en sus personalidades. Si Godard y Truffaut fueron el ying y el yang de la Nueva Ola también fueron una bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría. Truffaut (afable, galante y sentimental) y Godard (niño terrible, hosco y cerebral) rompieron definitivamente en 1973, al momento del estreno de La noche americana, de Truffaut. Por entonces Godard ya había desertado del cine comercial y había trabajado con palestinos, cubanos y vietnamitas en películas de agitación revolucionaria.
Absolutamente politizado, Godard recriminó en una carta el tono complaciente y comercial de la cinta de su ex amigo: "Después de esta película deberías ayudarme con dinero a hacer las mías, pues no todo el mundo piensa que los únicos filmes interesantes son los tuyos".
Las palabras de Godard rompieron el corazón de Truffaut y su respuesta no fue menos lapidaria, cuestionando su publicitada militancia izquierdista: "Siempre he pensado que los auténticos militantes son como las mujeres de la limpieza: siempre haciendo una labor ingrata, diaria, necesaria. Pero tú eres como Ursula Andress. Haces tu aparición de cuatro minutos, los necesarios para las cámaras y los flashes... y luego desapareces".
Si Godard despreciaba en Truffaut su supuesta entrega al cine más comercial y masivo, éste último rechazaba la mediática y egocéntrica postura política del otro. Con el tiempo hubo incluso rumores de que el director de gafas nunca soportó la galantería y éxito inclaudicable de Truffaut con las mujeres (al momento de rodar La noche americana mantenía un affaire con Jacqueline Bisset, su protagonista).
Cuatro años antes que a Truffaut se le detectase la enfermedad que lo llevaría a la tumba demasiado joven, a los 52 años, Godard propuso, nunca quedó en claro si en broma o en serio, hacer las paces en una reunión con Chabrol y Rivette en la ciudad suiza de Rolle, donde él residía. El encuentro nunca se llevó a cabo. Truffaut lo descartó de plano: "Como ya has encarrilado a tantos revolucionarios en Asia y Africa, ahora te propones hacer lo mismo con nosotros". Truffaut no tenía ni el interés ni las ganas de someterse a una experiencia así.
HIJOS DE HITCHCOCK Y ROSSELLINI
Si el cine norteamericano fue el bálsamo y la Biblia para los realizadores de la Nueva Ola, las viejas películas francesas de Henri-Georges Clouzot y René Clement eran la peste de la que había que huir. Según el propio Jacques Rivette, gracias a esas obras "banales y literarias", el cine francés estaba atrasado en 30 años.
La principal inspiración de los cinéfilos de la Nueva Ola vino de directores como Alfred Hitchcock (foto de La ventana indiscreta, filme favorito de Truffaut), John Ford, Howard Hawks y Nicholas Ray. Ellos representaban la audacia formal y el estilo, imprimiendo un sello tal a sus cintas, que eran reconocibles a primera vista. De esta forma nadie nadie podía confundir a Hitchcock o Ford y sus obras pertenecían claramente a un "autor", a pesar de estar hechas en las rígidas condiciones de los estudios de Hollywood. Con el tiempo, la Nueva Ola logró que todos estos directores fueran valorados como tales dentrro del propio Hollywood.
El otro gran pilar inspirador del movimiento vino de la mano del neorrealismo italiano y, concretamente, a través de la figura de Roberto Rossellini (Roma, ciudad abierta), quien con poco dinero, escenarios naturales e historias de la calle hizo renacer el cine de su país. Este estilo al aire libre se sintió sobre todo en Godard, quien decía que para hacer una película sólo se necesitaban tres cosas: una chica, un auto y un revólver.
A nivel de fundadores, la Nueva Ola debe su génesis, además, al crítico André Bazin, quien murió a los 40 años, en 1958, y recibió la dedidatoria póstuma de Los cuatrocientos golpes. El creador de la revista Cahiers du Cinéma postulaba que las películas debían portar siempre la visión personal del director e inculcó en sus discípulos el gusto por el cine de Hawks, Rossellini y Orson Welles. También rescató a Jean Renoir y Roger Bresson, entre los pocos cineastas galos que influyeron a la Nueva Ola.
LOS MAS BELLOS ROSTROS DE LA GENERACION
Una de las actrices más identificables del movimiento fue Jeanne Moreau, que protagonizó Jules y Jim (1962), película de François Truffaut donde todos (incluidos los dos personajes que le dan nombre al filme) giran en torno a ella.
Para Jean-Luc Godard, la gran inspiración femenina vino de la danesa Anna Karina, una ex modelo que fue su esposa y protagonizó siete de sus filmes, entre ellos Una mujer es una mujer (1961), Vivir su vida (1962) y Pierrot, el loco (1965).
Si Godard tuvo a Anna Karina, Claude Chabrol halló a Stéphane Audran, a quien desposó y dirigió en 22 cintas, destacando Les cousins (1959) y La mujer infiel (1969).
Catherine Deneuve protagonizó La sirena del Mississippi (1968), de Truffaut, pero el mundo la recuerda por Los paraguas de Cherburgo (1964), de Jacques Demy.
Entre los hombres, Jean-Paul Belmondo destacó en Sin aliento (1960) y Pierrot el loco de Godard, mientras que Jean-Pierre Léaud encarnó al mismo personaje de Los cuatrocientos golpes en otras cuatro secuelas de Truffaut.
LA PELICULA EMBLEMA EN NUEVA EDICION EN DVD
François Truffaut fue el más joven de los integrantes de la Nueva Ola y también el más precoz al realizar, a los 27 años, Los 400 golpes. A esta edad ganó el premio al Mejor Director en Cannes, donde el filme se estrenó el 4 de mayo de 1959.
La pelícua cuenta la historia de Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), un chico de unos 14 años que huye del colegio y la casa, aburrido de la negligencia de sus padres y la incomprensión de sus profesores. El resto de la historia se lo ve siempre deambulando por París, metiéndose constantemente en problemas.
El sello Criterion Collection acaba de publicar una edición restaurada, en su nueva serie Essential Art House.
LOS HEREDEROS AMERICANOS
Ya en 1967, Bonnie and Clyde evidenciaba su influencia a través de sus tomas rápidas, cambios de tono y en el desenfado actoral. De hecho, la película fue ofrecida primero a Truffaut, luego a Godard y finalmente la tomó Arthur Penn. Bonnie and Clyde es considerada la primera cinta del Nuevo Cine Americano y, por consiguiente, los más ilustres miembros del movimiento (Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Brian De Palma) bebieron deliberadamente o no de la Nueva Ola.
Martin Scorsese suele afirmar que siempre tuvo en mente la libertad creativa y la espontaneidad de Sin aliento y Jules y Jim a la hora de hacer sus primeras películas, particularmente al abordar Calles peligrosas (1973).
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