Abre a público la restaurada Capilla Sixtina de Bronce del Vaticano
Luego de someterse a arreglos, la obra que adorna la tumba del Papa Sixto IV, abrió hoy sus puertas.

La llamada Capilla Sixtina de Bronce o tumba del Papa Sixto IV, se puede admirar restaurada desde hoy en Roma junto a la Cruz de Justino, pieza bizantina del siglo VI dC, a las que los restauradores del Museo del Tesoro de San Pedro del Vaticano han devuelto su esplendor original.
La Capilla Sixtina de bronce es un inmenso monumento acabado en 1493 en el que su autor, el escultor renacentista Antonio del Pollaiolo, representa, sobre un colchón ricamente decorado, al pontífice fallecido.
Alrededor de la imagen de Sixto IV, los intensos trabajos de restauración, que han durado dos años, permiten ahora distinguir con toda claridad las figuras de las siete virtudes y las diez ciencias o artes, antiguas.
Son precisamente estos magistrales bajorrelieves los que le valieron la comparación con los frescos de la Capilla Sixtina cuyo nombre proviene precisamente de Sixto IV, que la mandó construir, ya que la estética de los cuerpos y su musculatura tienen mucho que ver con la obra maestra de Miguel Ángel, a pesar de que ésta data de varias décadas más tarde.
Tanta es la fuerza corpórea y la naturalidad de las mujeres que representan la Música, la Geometría, la Astronomía o la Filosofía, que en el siglo XIX algunos comentaristas artísticos se escandalizaron por lo que consideraron impudicia de este monumento fúnebre.
Sobre todo, porque en toda la tumba de este Papa humanista y mecenas no se encuentra una sola imagen sacra.
La segunda obra, una cruz bizantina llevada a Roma por el emperador Justino II y su esposa Sofía, es el crucifijo solemne por excelencia.
Utilizado durante siglos en las misas solemnes de Navidad y Pascua en el Vaticano, sufrió también numerosas reformas y añadidos que han sido eliminados para devolver a la obra el aspecto que tenía cuando Justino II la vio por primera vez.
En ese momento, a la madera, que supuestamente habría formado parte de la verdadera cruz en la que murió Jesucristo, el emperador añadió un baño de oro, y la emperatriz, 30 de sus gemas de distintos colores.
Sin embargo, en el siglo XIX muchas de ellas fueron sustituidas por otras piedras de valor inferior y el relicario en el que se guardaba fue cambiado por otro completamente distinto.
Ahora, recuperadas sus piedras preciosas originales y con un relicario que reproduce el bizantino, se ha decidido colocar de manera extraordinaria la cruz en la Capilla de los Beneficiati, donde se podrá visitar hasta el 12 de abril de 2010.
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