Histórico

Agustín Farías, el Jefecito de Palestino

El volante aterrizó en La Cisterna en 2014 y en poco menos de dos años se convirtió en el capitán de un conjunto tricolor que amenaza con volver a ser protagonista. El volante argentino rememora su larga vuelta al fútbol, se detiene en el análisis de sus mentores, Almeyda y Guede; disecciona el estilo de Córdova; y recuerda su fichaje frustrado por la U.

Agustín Farías nació en Azul, Argentina, en las navidades de 1987, y tardó 20 años en convencerse de que además de talento para el fútbol, tenía madera de jefe. Lo comprendió probablemente el día en que conoció a su primer mentor, Matías Almeyda, seleccionado argentino e ilustre azuleño.  Fue el ex volante de River quien se lo llevó a Almagro, un conjunto bonaerense del Ascenso, en 2008, desde donde logró dar el salto, cuatro años más tarde, a Nueva Chicago, club que en ese entoces dirigía un desconocido estratega transandino llamado Pablo Guede. "Matías (Almeyda) fue quien me llevó a Buenos Aires y me permitió empezar esta carrera. Pablo (Guede), quien me enseñó a jugar al fútbol. Mi forma de jugar cambió cuando lo conocí a él", rememora, con determinación, el volante central de Palestino.

A fines de 2014, tras firmar un breve paso por la Primera División argentina, en las filas de Banfield y a las órdenes precisamente de Almeyda, Guede se cruzó por segunda vez en su camino. Y se lo llevó a La Cisterna. Hoy, apenas dos años después, Agustín Farías es ya el capitán del conjunto de colonia, el jefe de la sala de máquinas de la escuadra tricolor. "Me dicen Jefecito por Mascherano, porque soy argentino y porque algunos compañeros piensan que tengo una forma similar de jugar. Yo me identifico, porque los dos somos jugadores que quieren ganarlo todo, pero él está en el Barcelona y yo estoy en Palestino. Y después la cuenta del banco...", ironiza.

Su liderazgo natural sobre el césped ya nadie lo cuestiona. "Creo que el técnico me dio la capitanía por lo que le brindo en el campo de juego", reconoce el centrocampista, quien, junto a Jonathan Cisternas, Esteban Carvajal, Darío Melo y Roberto Cereceda, se encarga también, en la intimidad del camarín, de velar "porque el barco vaya hacia delante".

En boca de todos

Pero hace sólo algunos meses, el capitán estuvo muy cerca de abandonar ese barco. El gran rendimiento individual de Farías, la atractiva puesta en escena del equipo y el creciente protagonismo adquirido por Palestino durante los últimos torneos, situaron al futbolista azuleño en la órbita de Universidad de Chile. Beccacece llamó personalmente a su puerta. "Tuve conversaciones con él y también con su ayudante de campo, Nico Diez. Me manifestaron que tenían interés y yo les hice saber que estaba ilusionado con que se diera ese pase", confiesa. Pero el nombre de su ciudad natal no resultó, en esta ocasión, premonitorio. "La pasé mal. Me dolió cómo se manejó todo. Cada club miraba lo suyo y en el medio quedaba yo. Y nadie fue capaz de preguntarme qué es lo que yo quería, cuál era mi deseo", lamenta. Y su deseo, pese al interés de otros grandes clubes del medio nacional, como Universidad Católica, por hacerse con sus servicios en calidad de préstamo, era claro: "Yo sólo quería seguir creciendo. Y me puse en el lugar de Palestino, que quería venderme, y entendí que la opción de la U era la mejor para que el club también ganase. Pero no hubo acuerdo"

El conjunto de La Cisterna, dueño del 50% de su pase, decidió entonces quedarse con el jugador en propiedad y tratar de construir en torno a él un nuevo proyecto ilusionante. "Estoy feliz en Palestino, pero tengo 28 años. Sé de dónde vengo y cuánto me costó llegar hasta aquí. Si a final de año está la chance de volver a estar en boca de los grandes, bienvenido sea, pero ahora tengo que cerrar la página, porque si no sigo entrenando como lo estaba haciendo, nadie me va a venir a llevar de vuelta a la U", sentencia.

De Guede a Córdova

"Creo que lo mejor que le pudo pasar a Córdova fue tener un técnico como Pablo (Guede) de antecesor". Así, con esta categórica afirmación, arranca el análisis que Farías, pieza angular en el sistema de uno y otro DT, realiza a propósito de ambos. Tan similares en la forma, como disímiles en el fondo. "A los dos les gusta el buen fútbol, atacar, tener la posesión de la pelota, llegar con mucha gente al área rival, pero Córdova trabaja más la parte defensiva. Hace que el equipo esté más seguro. Pablo, si tiene que quedar mano a mano atrás, lo hace sin problema. Córdova toma más precauciones", argumenta, antes de demandar a la dirigencia alba más paciencia para su mentor en la banca de Colo Colo. "Él agarra Colo Colo tres o cuatro días antes de empezar el torneo y llevar a cabo la idea que tiene Pablo Guede en un plantel, requiere tiempo. Pero eso va a depender de si se lo dan, porque si no ganas, eso te pasa la cuenta", manifiesta.

El volante, que describe a Nico Córdova como un técnico que  "charla mucho con el jugador, pide que el jugador opine, que exprese sus sensaciones, que analice al equipo rival y que toma también sus decisiones en base a eso", se muestra ambicioso: "Somos conscientes de que tenemos un plantel corto, pero no vamos a regalar nada este semestre".

Con dos derrotas en sus últimos 11 encuentros y la credibilidad que les confiere el hecho de ser el único conjunto chileno con vida en la Copa Sudamericana, Palestino enfrentará el jueves en La Cisterna a Real Garcilaso. La única consigna; no corromperse:  "Vamos a ir a buscar el triunfo más allá de que el 0-0 nos sirva. Ese es nuestro estilo". Palabra de Jefecito.

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