Artista tailandés explora en la fascinación del país por el sexo y los uniformes
Tawan Wattuya es un afamado artista que reflexiona en torno a la dicotomía entre liberalidad y censura.

El artista tailandés Tawan Wattuya se sumerge con ironía y humor en el trasfondo sexual y moral de los uniformes en su país, a través de quince acuarelas que buscan provocar al espectador.
Boys scouts marciales, reinas de la belleza transexuales, universitarios juguetones o en actitud lujuriosa, políticos siniestros y prostitutas en formación sirven a Wattuya para desentrañar la fascinación que sienten sus compatriotas hacia los uniformados en la muestra titulada Uniforme/uniformidad: Una mirada al patio trasero de Tailandia.
"Me limito a pintar, dejo que el público saque sus propias conclusiones", explicó el autor, de 36 años, que ha expuesto en salas de Tailandia, Japón, Filipinas, Alemania y Francia, país en el que volverá a exponer su obra el mes que viene. Los cuadros de Wattuya tienen un notable éxito de ventas a pesar de su mensaje irreverente y del precio, entre 68.000 y 380.000 bat (entre unos 2.000 y 11.500 dólares).
"Yo, como muchos otros tailandeses, fui boy scout durante mis años en el colegio y me sentía alguien especial por llevar el uniforme, por encima de los demás", admitió el creador.
"Honestidad a toda costa, incluso a expensas de perder la propia vida" es el lema de los "boy scout" tailandeses y el título de la composición que retrata a un grupo jóvenes con uniformes verdes y boinas rojas, en posición marcial.
Aunque en la actualidad es una de las sociedades más abiertas de Asia, Tailandia se ha inclinado tradicionalmente por la autoridad militar y los gobiernos ultraconservadores presentando una oposición furibunda hacia los movimientos de izquierda.
"Doce mujeres" contiene el exceso de obediencia que sienten muchos tailandeses hacia la jerarquía, así como la vanidad y la lujuria que reinan en las galerías más profundas del mundo del arte.
El pincel de Wattuya da vida a un ilustre artista y mecenas, que proyecta una imagen de siniestra autoridad, rodeado de doce jóvenes aspirantes a quienes reclutó para que expusieran sus obras en una muestra de fotografía.
Semidesnudas y en pose sensual, las chicas apenas esbozan un rostro deformado por la avaricia.
Mientras que las meretrices de sus cuadros aparecen completamente desnudas y desfiguradas, alguna estudiante muestra explícitamente el sexo, lo que las autoridades tailandesas no permitirían en revistas o películas.
Tailandia vive la contradicción permanente de contar con un ingente mercado de prostitutas para miles de turistas, a pesar de que la prostitución es ilegal y la censura es muy estricta en los medios de comunicación.
"Conocí a Wattuya hace tres años y me encantó la provocación de su arte, rompe los moldes morales de Tailandia y juega al límite, mostrando escenas que no son 'aceptables' en la sociedad, para que el público se plantee cuestiones de fondo", señaló Myrtille Tibayrenc, también artista y representante de arte.
"En uno de los cuadros, las prostitutas aparecen desnudas en la misma posición en la que se ordenan detrás de un cristal en los prostíbulos, a la espera de que el cliente decida", detalló Tibayrenc.
Uniforme/uniformidad: Una mirada al patio trasero de Tailandia, se exhibe hasta el 28 de febrero en el complejo Silom Galería de Bangkok.
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