Blackfish, la película que retrata la vida de las orcas en cautiverio
Tilikum, estrella del parque marino más grande de EEUU, ha estado involucrado en la muerte de tres personas. Un documental explica cómo su encierro ha modificado su comportamiento.

En febrero de 2010, en una función privada en el SeaWorld de Orlando, el parque marino más importante de EE.UU., la orca macho Tilikum se alistaba a realizar una de sus habituales rutinas: bajar al fondo de la piscina para que los visitantes tomaran fotos a través del vidrio.
Su entrenadora, Dawn Brancheau (40), le dio la señal, pero en lugar de bajar, repentinamente la tomó del cuerpo y la arrastró por varios minutos. Pese a la intervención de personal del acuario, Brancheau murió.
El incidente inspiró a la directora Gabriela Cowperthwaite a rodar Blackfish (Pez negro), un documental estrenado en enero en el Festival de Cine de Sundance, y en el que no sólo explica el comportamiento de Tilikum, que ya había estado involucrado en otras dos muertes, sino que denuncia las prácticas del recinto y las duras consecuencias de tener a estos animales en cautiverio.
Activistas de animales están felices con el documental, mientras SeaWorld inició hace un par de semanas, tras su exhibición en Hollywood, una campaña para desmentirlo. Para ello, envió a todos los críticos de cine decenas de argumentos en contra del filme.
Tilikum fue capturado en 1983, a los tres años, junto con otras dos orcas y llevado al Sealand of the Pacific, un acuario en Canadá.
En 1991, el animal tuvo su primer incidente. Junto a otras dos orcas, impidieron que un entrenador que cayó a la piscina saliera del agua, muriendo ahogado. Tras el accidente -y debido al cierre del parque- Tilikum fue llevado al SeaWorld, donde en 1999 volvió a verse involucrado en otro incidente mortal: atacó a una persona que, burlando la seguridad, se sumergió en la piscina.
Sólo hay cuatro registros de ataques fatales de orcas a humanos, y en tres de ellos participó Tilikum, "pero todos los ataques han sido en cautiverio, ninguno en la naturaleza", dice a La Tercera Jeffrey Ventre, ex entrenador del SeaWorld y uno de los principales testimonios del documental.
La película trata de desmitificar el título de ballenas asesinas y mostrar que en cada uno de los ataques sólo hay una respuesta natural al estrés del cautiverio. Son ballenas obligadas a nadar en diminutas piscinas, a diferencia del estado salvaje, donde viajan hasta 160 km diarios. "El estrés se nota principalmente en cambios de actitud. No reaccionan a ciertas órdenes o son más violentos", explica, Jorge Acevedo, experto en mamíferos marinos del centro de estudios científicos Cequa.
Las consecuencias también son físicas: la falta de desplazamiento y la dieta que llevan generan aletas dobladas o atrofiadas. Además, se ha demostrado que sus dientes se deterioran más rápido, producto de la comida ya procesada que se les entrega y la falta de nutrientes.
Pero quizás la consecuencia más radical del cautiverio, según el documental, es la carencia de generar lazos sociales, una de las principales características de estos animales, consideradas por la ciencia como "personas no humanas" no sólo por su inteligencia, sino por la similitud con la que ordenan sus jerarquías.
Los expertos señalan que los primeros seis años son fundamentales para que las orcas estén con sus familias y establezcan sus lazos, jerarquías y personalidades. Sin embargo, en cautiverio, y para maximizar el nacimiento de crías, a esa edad los ejemplares ya son obligados a cruzarse para tener su primera camada a los seis años, la mitad de la edad que les tomaría en estado natural. "En cautiverio es muy común ver ballenas muriendo a los 10 años, mientras que en libertad poseen promedios de vida similares a los humanos", dice Ventre.
Sin embargo, el SeaWorld no está de acuerdo. Tras el documental, el recinto replicó señalando que más del 80% de las orcas que actualmente están en el parque nacieron en cautiverio, por lo que no es posible homologar su historia con la de Tilikum.
También formulan reparos a la expectativa de vida de los cetáceos. El parque, abierto en 1973, suma 40 años de vida, por lo que no es posible saber si sus ejemplares pueden vivir más o menos tiempo en cautiverio, pero aseguran que actualmente tienen ballenas de hasta 40 años.
También niegan el uso de castigos para entrenarlas. Aseguran que su método siempre ha sido el refuerzo positivo (premiar la actitud).
Finalmente, niegan que Tilikum haya atacado a su entrenadora por estrés. Su versión no habla de un ataque, sino de un accidente. La cola de caballo que lucía la entrenadora en su cabello quedó atascada en los dientes de la ballena.
Para Ventre, es sólo una excusa, y tal como en el documental, seguirá con su lucha para erradicar a los "animales como entretenimiento", sean cuales sean. "No tenemos problemas con que la gente se acerque a los animales, pero queremos que sea en ambientes abiertos y libres".
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