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Bolocco habla de su temporada en Milán como estudiante de modas

"¡He vuelto a ser una niña", dice la diva, quien pasó un mes en el Instituto Marangoni, y cuyas clases terminó la semana pasada.

"¡He vuelto a ser una niña", cuenta Cecilia Bolocco muerta de risa desde un restaurante de Milán, donde pasó un mes estudiando diseño de modas, haciendo tareas hasta las cinco y media de la mañana, disfrutando cenas con sus compañeras de estudio, "moviéndome como una loca" detrás de telas para sus trabajos, dejando "volar mi imaginación" y creando una línea completa de ropa, con traje de cuero incluido. Y mientras en Argentina se le relaciona con el presidente de Fiat de ese país, Cristiano Rattazzi, la diva se olvida de la prensa del corazón y poco antes de terminar y aprobar el curso, dijo a La Tercera que "aquí estoy encantada".

Bolocco pagó más de cinco mil dólares por una estada de un mes en el Instituto Marangoni, que figura entre los top de Europa. Y partió el 28 de junio. Se alojó en un departamento "espectacular" y volvió a clases. "¡Estoy en el lugar más maravilloso de la ciudad!", afirmó, con emoción, antes de finalizar los estudios y comenzar, el fin de semana, un viaje de descanso por otras ciudades de Europa. "Estoy en el centro de Milán, al lado del Duomo y la catedral. Tengo un balcón, me despierto, miro el Duomo y me voy caminando al instituto, que queda cerca de la Vía Montenapoleone, que es como Alonso de Córdova en Santiago", relata sobre la rutina que vivió durante cuatro semanas.

Tenía clases de nueve a siete y media de la tarde. "Y de ahí nos íbamos a cenar con las compañeras, nos quedábamos trabajando, tuve algunas reuniones importantes y hubo algún fin de semana que salí fuera de Milán", resume a través de uno de los dos celulares que manejaba en Italia. Y lo que más le gustó fue que "aquí todo gira en torno al diseño y la creatividad. Estás inserto en el centro, en el epicentro de la moda. Las vitrinas, la gente, los restaurantes, todo es fantástico. En todos los rincones se respira estilo".

Antes de viajar, la diseñadora -sacó el título en sus tiempos de  Miss Chile- dejó en talleres su cuarta colección para Falabella, la línea para el verano que sigue con los smokings a lo Yves Saint Laurent y chalequitos de piel que hizo para este invierno. Y allá tuvo que meterse a hacer inmediatamente otra propuesta. Una colección completa. Nueva. De invierno, como propuso ella para no repetirse con la chilena. "¡Es que soy tan matea! ¡Qué horror!", bromea Bolocco. "Y me he quedado hasta las cinco y media de la mañana, porque me inspiro y me pongo a trabajar... Me he movido como una loca buscando telas, pero ha sido todo muy valioso y he vuelto a ser una niña, jugando y echando a volar la imaginación. Ha sido como regresar al colegio", afirma. Y explica que "he vuelto a soñar y ser netamente creativa. A pesar de que no me pueda sacar de la cabeza mi formación y las colecciones que he hecho pensando que no estás fabricando una hoja bonita para mostrar en las revistas, sino  una prenda que la gente se va a poner, que esperas que tenga éxito y que las clientas la compren".

Pero la ex Miss Universo hace un alto. Silencio. Y del tono de fascinación pasa al de resignada. "A pesar de que este es un instituto extraordinario, creo que no me hacía falta... Sinceramente. Aunque yo le saco provecho a todo. Mis compañeros han hecho cosas en la moda, pero no al mismo nivel que he logrado en Chile. Nadie aquí entiende por qué me vine a estudiar... Le dije a una profesora que estaba pensando hacer un máster, que dura un año, y me contestó: '¡Pero tú estás loca, Cecilia! ¡Para qué!'. Y bueno. Nada. La verdad es que me he sentido muy bien", confiesa antes de despedirse. Contando que después del paseo por Europa, "regreso a Santiago y mi vida sigue igual. Aunque, en verdad, creo que nunca sigue igual".

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