Histórico

Cathy Barriga: La sobreviviente

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Es imposible saberlo con certeza, pero es bien probable que la mayoría de los 525 mil habitantes de Maipú, la segunda comuna más poblada del país, sepan quién es Cathy Barriga. Porque Cathy Barriga, antes de ser candidata a alcaldesa por Chile Vamos, y antes de ser Core, era "de la tele", lo que en Chile la convierte en una persona digna de escuchar, sea lo que sea esté diciendo. Los espectadores consideran a los famosos como parte de su propiedad; hombres y mujeres para escuchar, analizar, acompañar, juzgar, amar. Suyos. Ahí, Cathy Barriga se convirtió en una marca propia.

Porque no fue parte de cualquier televisión, sino que viene de la de los realities y el Axé. Si alguien se saltó sus primeras incursiones en la pantalla chica como la "Robotina" en Canal 2, definitivamente la conocieron en Mekano. El programa de Mega, una fiesta juvenil con poca ropa y mucho baile, transformó a sus bailarines en estrellas. En esa fauna, el rol que cumplía Barriga era el de la rubia dulce, que sonreía mucho y hablaba suave. Escarbando en YouTube, se encuentran videos de ella en bikini, con una serpiente al cuello, haciendo equilibrio por encima de una piscina, con los gritos de José Miguel Viñuela de fondo. O, también, lavando un auto en algo parecido a un colaless, en medio del estudio. Están también las coreografías, donde Cathy, ombligo al aire, se menea junto a ese grupo de jóvenes felices de recibir la atención de las cámaras.

Igual, Cathy era algo distinta al grupo: era mayor, aunque de una edad indeterminada. Se sabía que era madre soltera, que había partido trabajando desde adolescente como promotora, y que dependía de sus saltitos en televisión para subsistir. Eso parecía explicar la eterna sonrisa, incluso cuando se convertía en el remate de chistes; a Cathy nada la movería de ahí. Podían todos estar en un carrete, pero para ella era trabajo. Más se encariñó entonces el público cuando esa fiesta terminó en drama para Barriga, con acusaciones de abuso por parte de su pololo Rony Dance. La rubia era una mujer casi atrapada por la pantalla chica, donde parecía que nadie la respetaba, y ella, estoica, insistía.

Y vino La Granja Vip, el reality más visto de la TV chilena, con un promedio de 32,5 puntos en 2005. Ahí, Cathy sacó pololo -Javier Estrada, el español que se hizo famoso por rasgar su polera en el Festival de Viña- y se convirtió en víctima del bullying del resto de los compañeros. En La Granja Vip, Cathy Barriga, siempre con esa voz dulzona que por insistencia es imposible que sea impostada, tenía un duelo con Pamela Díaz, en lo que era una transmisión entre incómoda e irresistible de ver. La morena alguna vez explicó por qué se ensañó con Barriga, diciendo que esta nunca queda mal con nadie y que la sonrisa algo esconde.

Pero aunque dentro del encierro televisivo Barriga tenía pocos amigos, en las casas, la gente siempre estuvo de su lado; mientras los compañeros de reality amenazaban a la rubia por convivencia, el público la salvaba. Quizás ahí comenzó la transformación: siendo humillada ante millones de espectadores, se mantuvo firme. Rosada a mucha honra. Salió del reality convertida en vencedora de la elección: la mujer que aperra.

Lo que siguió ha sido uno de los giros de imagen más contundentes de la farándula, que por lo general guarda destinos crueles o finales irónicos con sus víctimas. Cathy, que puso una tienda de ropa, que comenzó una fundación para ayudar a madres solteras (Fuerza de Mujer), se convirtió en política y señora esposa, aro de perla incluido. Se casó con el hijo de Joaquín Lavín; en un país sin movilidad social, la rubia de la TV se coló de manera inesperada en el mundo más tradicional de Chile Vamos. Se casó en su ley, llegando en carroza y con vestido de princesa; hoy, la pareja tiene dos hijos, el último nacido hace cuatro meses y al que Barriga acarrea en medio de los puerta a puerta. Así, aunque Cathy Barriga se convirtió en parte de la clase política y dentro de una familia Opus Dei, sigue siendo Cathy Barriga, marca registrada.

En la pelea de la alcaldía se enfrenta a Christian Vittori, el actual alcalde, que tras su caída en el caso basura no fue apoyado por la Nueva Mayoría y va como independiente, en lo que pareciera una versión maipucina de House of Cards. El candidato oficialista, entonces, es Freddy Campusano. Ante esta división, Barriga tiene posibilidades, y está compitiendo en su versión Cathybarriguista de la vida: el afiche, colorido a morir, es diseñado por su hijo mayor; en las ferias, la hija de una peluquera de Peñalolén ofrece manicure a las votantes. Ha hecho de su biografía parte de su campaña: promete ayudar en casos de violencia familiar y demandas de pensión alimenticia, fondos para las viviendas de madres solteras y talleres para mejorar su autoestima.

Cathy Barriga podría haber caído en el peor de los destinos para un rostro: en el olvido. Incluso, si no gana la alcaldía, tiene razones para seguir sonriendo: a pesar de todo y de todos, sobrevivió. Y eso ya es bastante.

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