Chile y el Alba
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Señor director:
Bajo gobiernos de diferente signo Chile ha intentado sostenidamente aproximarse a los subsistemas regionales en aras de mejorar los vínculos en Sudamérica. Todos han tenido el mismo fracaso con algunos países.
A las declaraciones del fallecido Hugo Chávez -que podrían considerarse pintorescas- se añadieron diversas ofertas de "intermediación" respecto de las aspiraciones marítimas bolivianas y, finalmente, declaraciones ambivalentes sobre los aspectos más diversos de la política exterior de nuestro país, que oscilaron desde la demanda marítima peruana hasta la Alianza del Pacífico. En ese escenario, la Presidenta Bachelet asumió el cargo proponiendo reinsertar a Chile en la región, en un intento por remediar la situación. Diversos incidentes, incluyendo las declaraciones (luego revertidas) del canciller peruano en relación con la demanda boliviana, y ahora la grave declaración de Alba, parecen confirmar que lejos de avanzar, la situación continúa empeorando.
Alba alude al pretendido derecho de Bolivia de contar con un acceso soberano al mar, interviniendo no sólo en las relaciones bilaterales de Chile con Bolivia, sino que además opinando sobre la definición de las fronteras del territorio nacional. Cuesta imaginarse una intervención más grave dentro del ámbito de la diplomacia.
Este incidente genera una situación que debe de ser analizada de forma sistémica. Ya no se puede reducir a simples coyunturas pintorescas o menos graves, sino que apunta a una sostenida erosión de la posición nacional en el sistema sudamericano. Las razones son complejas y múltiples, pero es difícil no reparar que la fuente de estas críticas se concentra esencialmente en un núcleo reducido de estados que sostienen posiciones políticas y económicas en las antípodas de las chilenas, y que no han encontrado un éxito relevante en su aplicación.
Para esos actores, el éxito chileno es una complicación objetiva a la validación de sus proyectos, por lo que es difícil pensar que su actitud variará. Esta situación debe ser indexada de forma realista en nuestra gestión internacional, antes que tengamos que pagar un precio más elevado y definitivo, quizás incluyendo una intervención directa en relación a forzar una cesión territorial a Bolivia desde la tribuna política, y prescindiendo de la arquitectura jurídica que el país altiplánico se ha empeñado en ignorar.
Fernando Wilson
Profesor Facultad de artes liberales
Universidad Adolfo Ibáñez
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