A partir de las 20.30 horas se juega en el CEO de Ñuñoa el primero de los dos partidos de la final de la Liga A1 de vóleibol. Los dos equipos tienen una particularidad: están conformados mayormente por integrantes de una misma familia: son Thomas Morus, donde militan los hermanos Matías, Tomás y Vicente Parraguirre, y Linares, donde están Rafael, Esteban, Jaime y Marco Grimalt. Ambos clanes aseguran que se les hace fácil jugar juntos, pero cuando hay que retarse, sus familiares son como cualquier otro compañero.

Tradición escolar

Los hermanos Parraguirre juegan juntos en la Selección desde hace dos años y coincidieron también defendiendo los colores de la Pontificia Universidad Católica, pero nunca habían estado en el mismo equipo en ligas nacionales. Este año se dio. O más que eso, ellos mismos lo produjeron, pues decidieron jugar bajo una misma camiseta, la del que había sido su colegio. Para eso pagaron el costo de los pases y se reforzaron con dos elementos extranjeros.

Matías Parraguirre es el mayor. Tiene 26 años y asegura que “por un tema de edad, nunca jugamos juntos los tres. No sé si ellos siguieron jugando vóleibol por mí, no creo”. La mamá de los Parraguirre era la entrenadora de vóleibol en el colegio y uno de sus tíos, el de los varones.

Tomás complementa que “se hace fácil disputar partidos con gente con la que uno se tiene confianza. Si alguien está jugando muy bien o muy mal se le felicita o se le llama la atención, como a cualquier otro”.

Vicente, el menor, explica que “es agradable estar siempre juntos. No sé si es una ventaja, pero me siento muy cómodo jugando con los dos. Además, el resto del equipo se armó con otros ex alumnos y amigos, como que todo es muy familiar”.

Sobre sus pretensiones, Matías asegura que “cuando nos juntamos, dijimos que el objetivo era estar peleando las finales y así se dio”.

Thomas Morus debió inscribirse en la Liga A2, la que ganaron siempre mirando al objetivo mayor, quedarse con la corona de la primera división.

“En el club están los mejores jugadores de cada generación de voleibolistas del colegio desde 2003”, amenaza Tomás.

Primos y hermanos 

Tan unidos como los Parraguirre son el clan Grimalt, pilares de Linares. Aunque sólo de corazón, pues pocas veces pueden entrenar todos juntos. El técnico Jaime Grimalt y su homónimo hijo viven en Linares y Talca, respectivamente, mientras que sus otros vástagos, Rafael y Esteban, así como el primo Marco, residen en Santiago. Daniel, otro primo, también es voleibolista, pero se fue a Canadá.

“Debemos entrenar cada uno por su lado”, explica Esteban.

Rafael asegura que “ser familiares nos da un plus, que es decirnos fuerte las cosas, pero siempre se mantiene el cariño. Muchas veces discuto con mi papá (el técnico), pero son cinco minutos y pasa. Nos hace bien”.

Esteban y Marco son más conocidos por sus viajes por el circuito mundial de vóleibol playa, pero con la camiseta de Linares lo dan todo también, aunque haya que ajustarse. Esteban asegura que estar en un alto rendimiento “nos facilita un poco, pero hay que acomodarse a los timmings”.

Marco valora que su tío Jaime sea “la base del vóleibol en Linares (la ciudad). Sabe mucho de táctica, de sacar las potencialidades”.

Si son tantos los Grimalt, ¿se apoderan del equipo? Rafael asegura que no, que “siempre pedimos que si se va a reforzar una posición sea la de uno, para tener alguien atrás presionándote”.

Marco complementa que “los demás son acogidos como uno más de la familia. Cuando vamos a Linares todos se quedan en nuestras casas y les dejamos nuestras piezas. Ellos también se sienten motivados a entrar en el equipo”.

Respecto de sus posibilidades, Esteban Grimalt comenta que “el Morus es el equipo mejor entrenado del campeonato. Nosotros somos de Linares y Santiago y eso nos juega en contra en algunos partidos, pero también es cierto que nunca hemos perdido una final”.