Histórico

Chrysler Town & Country vs. Dodge Journey: cada familia tiene su estilo

Comparamos los dos vehículos familiares favoritos del Grupo Chrysler, y si bien hay diferencia, ambas son igualmente cómodas y singulares para viajar junto a los niños.<br />

Si hay una marca identificada a muerte con los vehículos familiares, esa es Chrysler, la firma que pese a que está inserta en un proceso de quiebra, venta y reestructuración, continúa su deambular en Chile sin problemas.

Icono entre sus modelos es la minivan, nacida hace 25 años, y que a la fecha ha vendido más de 12 millones de unidades en todo el mundo. Sin embargo, se sabe que un formato tan familiar no resulta atractivo para todos, por más necesidades que tenga, y es así como aparece la Dodge Journey, un crossover que mezcla las cualidades de la minivan, con la deportividad de un SUV, consiguiendo una alternativa razonable para quienes requieran de un vehículo con espacio.

Pero veamos con detalles las diferencias entre ambos modelos.

CUESTION DE PORTE

Lo primero tiene que ver con el tamaño. La Town & Country mide 5,1 metros de largo y tiene 3,1 m entre los ejes, mientras que la Journey tiene 4,8 metros de extensión total y casi 2,9 de batalla. Si bien estas diferencias no son muy marcadas, se notan en los desplazamientos por una ciudad como Santiago, que no tiene espacios amplios para circular y estacionarse.

La Journey es mucho más "amable" para conducirla por las calles y, especialmente, para transitar por espacios reducidos, en shopping y estacionamientos. La Town & Country deja media trompa afuera cuando se estaciona y, lo que es peor, sus (casi) dos metros de ancho complican la apertura  de puertas, ya que siempre está estrecha. Eso sí, cuenta con puertas correderas en las plazas traseras.

La Journey cabe bien en todos lados y su razonable batalla le otorga más agilidad en espacios reducidos. De largo no sobra nada y el ancho es normal, aunque al no tener puertas correderas, se corre el riesgo de topar todo lo que se encuentre a su lado.

Como es obvio, esta diferencia de tamaño sí se nota en el habitáculo. Aunque ambas ofrecen siete plazas, la Town & Country tiene un formato 2+2+3, con cuatro butacas iniciales y una banqueta en la tercera corrida, que gracias a su mayor ancho, efectivamente está diseñada para adultos.

La Journey tiene un formato 5+2, lo que se traduce en una segunda corrida apta para tres pasajeros y una tercera fila sólo para niños, ya que no hay lugar para que un adulto se siente sin tener que doblar las rodillas.

LA FUNCIONALIDAD

Si algo importa en un vehículo familiar, es su funcionalidad y versatilidad, y ambos califican bien. La Town & Country incorpora su sistema stow'n go, que le permite guardar todos los asientos traseros debajo del piso, convirtiendo una excelente minivan en un extraordinario furgón de carga, pudiendo utilizar estos espacios debajo del piso para guardar cosas.

En la versión tope de línea, las butacas de la segunda fila se rotan en 180 grados, dejándolas enfrentadas a los de la tercera corrida, pudiendo desplegarse, además, una mesa al medio.

La Journey es menos funcional, ya que sólo puede abatir los asientos de la tercera corrida (dejando un maletero de piso plano muy amplio) y arrimar la banqueta de la segunda fila. Aún así es menos flexible que su hermana, pero más que un SUV o station wagon.

EL EQUIPAMIENTO ES GENEROSO

Ninguna de las dos versiones testeadas son tope de línea de sus respectivas gamas, pero ambos están muy bien equipados para brindar confort para toda la familia.

Los dos tienen climatizador de tres zonas (conductor, acompañante y zona trasera), con mandos independientes en la segunda fila y salidas de aire en el techo; ambos cuentan con un sistema de sonido con conexión auxiliar y lector de MP3; los dos tienen doble guantera, una de ellas refrigerada, y múltiples portaobjetos repartidos por todo el habitáculo; ambos traen kit eléctrico completo, control de estabilidad, seis airbags, frenos ABS y control crucero. Ninguno trae luces automáticas ni mandos en el volante.

En lo que respecta a implementación familiar, ambas traen un segundo espejo interior (foto inferior), que permite mantener un ojo puesto en los niños, y cajas bajo el piso para guardar juguetes o bebidas (en la foto de la derecha, la Journey). La Town & Country, además, incorpora mesitas en los respaldos de los asientos delanteros (foto superior), aunque quedan muy lejos del alcance de los asientos.

EL SUAVE ANDAR

Aquí se dan las mayores diferencias entre ambos modelos, y no tanto porque la Chrysler traiga un bloque V6 3.8 litros con 193 Hp, y la Journey un cuatro cilindros 2.4 litros con 170 caballos. Eso se debe a que la primera tiene un funcionamiento suave y elegante, y la segunda , un buen torque inicial.

Mucho más se nota la diferencia entre las cajas automáticas. La de seis marchas de la Chrysler tiene unas relaciones de marcha más cortas y eficientes para brindar impulso permanente, pero elegante; la de cuatro del Dodge aletarga demasiado el funcionamiento del motor, haciendo que se sienta lento, torpe y hasta sobreactuado, perdiendo parte de las ventajas que por su tamaño entrega en el consumo de combustible. De hecho, ambos son gastadores, con rendimientos que rondan los seis kilómetros por litro en ciudad y 10 en carretera.

Otro punto que los diferencia es la suspensión. La Town & Country tiene una dinámica familiar, un andar suave y esponjoso, algo flotante, lo que es muy agradable en ciudad y autopista. Pero no es tan apta ni para la tierra (principalmente por su poca altura) ni para acelerarla en curvas. La Journey es más deportiva, tiene una suspensión firme, y aguanta mejor los caminos duros. Sin ser un 4x4, puede usarse en zonas malas, ya que tiene un buen despeje, se siente más segura en movimientos bruscos, pero es menos suave.

En definitiva, cada uno es un vehículo familiar de gran factura, pero apuntan a públicos distintos. La Town & Country es muy recomendable para familias numerosas, ya que dispone de una gran capacidad de carga y transporte, y ofrece mejores soluciones para lograr un viaje placentero, además de una suavidad de marcha notable. Pero es más cara, está en un rango entre $ 15.990.000 a $ 18.990.000, y hay que tener manos y nervios de acero para manejarla en la ciudad.

La Journey, en cambio, tiene un diseño más agradable y puede ser más funcional en caminos malos. Es más pequeña y no disponde de gran espacio de carga si se usan todos los asientos, y tampoco cuenta con todos los detalles de su hermana. Pero está bien equipada, es más fácil de manejar, más entretenida (si se obvia lo deficiente de su caja). Y por si fuera poco, cuesta entre $ 13.990.000 y $ 15.990.000.

Cada uno tendrá sus necesidades y podrá escoger, porque, como se sabe, todas las familias son distintas.

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