Crítica de cine: La teta asustada
Más que una heroína activa, la protagonista es una presencia casi fantasmal que sirve de guía en ese Perú de basurales. Esta opción de distanciarnos de la muchacha también le quita impacto emotivo al filme.
Fausta (Magaly Solier) es una muchacha indígena cuya timidez apenas le permite funcionar en el contacto diario con otras personas. Su madre acaba de morir. Su tío explica la actitud de la chica, diciendo que enfermó de la "teta asustada", el miedo que la madre le transmitió amamantándola en el entorno de la violencia guerrillera de una década atrás.
El miedo extremo de Fausta a quienes le rodean (los hombres en particular) sería irreal y caricaturesco de no estar anclado en antecedentes tan desaforados como la propia historia latinoamericana. La canción inicial que tararea la madre moribunda habla de una mujer a la que le obligaron a comer una parte del cuerpo de su esposo. La imagen sonaría delirante en cualquier lugar, menos en este continente, donde la violencia política demasiado a menudo ha cruzado la represión con la barbarie.
Esa tensión entre un mundo irracional y pagano y la quietud burguesa de la casa donde Fausta llega a trabajar es lo mejor del drama. Nunca llegamos a conocer a fondo a la protagonista: más que una heroína activa, es una presencia casi fantasmal que sirve de guía en ese Perú de basurales y casonas mal iluminadas.
Consciente o no, esta opción de distanciarnos de la muchacha también le quita impacto emotivo al filme. En ese sentido, La teta asustada despierta más admiración que simpatía. Es imposible no apreciar su bello uso del color, sus magníficos planos generales y su delicado humor (la escena del matrimonio en el pueblito es de antología).
Pero también es imposible negar que la verdadera tragedia expuesta aquí no es la que aparece en pantalla, sino el eco de una injusticia social apenas aludida y demasiado lejana en la historia para que nos importe dramáticamente.
Es la tragedia a la que un personaje alude al pasar, explicando los primitivos ritos funerarios que le practican al cuerpo de la madre: "No había prueba que habíamos nacido. Menos que nos habían matado".
Fausta elige desaparecer a ojos del prójimo, siendo ella misma parte de una nación de desaparecidos. La cinta falla en registrar a cabalidad tamaño proceso, pero no se cae a la hora de construir uno de los estrenos más singulares del año.
Directora: Claudia Llosa.
Reparto: Magaly Solier, Susi Sánchez.
País y año de producción: Perú, 2008.
Género: drama.
Duración: 97 minutos
Calificación: TE
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