Crítica de cine: Oso Yogi
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Era inevitable que el Oso Yogi, un oso "más listo que el común de los osos", tuviese su versión 3D en la pantalla grande. Nacido en 1958 como secundario de El Show de Huckleberry Hound, Yogi se transformó en el personaje más popular de la productora.
Así, ahora tenemosal mismo personaje, pero digitalizado en un mundo real y con seres humanos. Estamos en Jellystone, un hermoso y vasto parque nacional a cargo del guardia Smith. Ahí convive nuestro héroe, junto a su inseparable y humilde socio Boo-Boo. Todo transcurre bien hasta que el alcalde de la ciudad plantea cerrar el parque para costear una crisis financiera. La película corre en piloto automático y no ofrece mayores sorpresas, más allá de buscar entretener a los más pequeños y gatillar nostalgia a los más mayores.
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