Histórico

Cuidado con los discursos efectistas

Ante el nuevo proceso de admisión, es importante que los jóvenes, así como sus padres,  se pregunten a la hora de postular qué es lo que esperan de una universidad.

EN LOS ULTIMOS años se ha venido dando una dinámica publicitaria que no debiera pasar inadvertida por quienes tenemos la  responsabilidad de dirigir universidades completas y complejas. Es así como en el contexto de los procesos de admisión a los  planteles superiores, muchas instituciones implementan costosas campañas de marketing para ofertar sus carreras, generando una competencia desmedida.

El despliegue publicitario que invade los medios de comunicación,  el transporte y el espacio público en general, no escatima en eslóganes y figuras retóricas con un contenido vacuo, pero sobre  todo, cuestionable, pues no se condice con la realidad de las casas de estudios que los propalan.

Como se ha naturalizado un discurso efectista, nadie se pregunta si la universidad publicitada posee la infraestructura mínima, si los profesores tienen posgrados o si han hecho alguna investigación relevante; o si la institución tiene redes con otras universidades nacionales o extranjeras, si sus mallas curriculares están consolidadas y respaldadas por años de experiencia o por la cantidad de generaciones que han egresado de sus aulas.

"Médicos de corazón", "profesores con real vocación", "ingenieros infalibles" son ejemplos de las frases profusamente diseminadas en el espacio público y los medios de comunicación. Al respecto, resulta imperioso, como se nos enseña en  la verdadera academia, plantearse interrogantes:

¿De qué estamos hablando? ¿De la elección de la universidad donde cursaremos una carrera para contribuir a la sociedad? ¿De una comunidad democrática, de trabajo intelectual donde se investiga, se genera conocimiento, se reflexiona, se opina y se publica? ¿De un lugar de transformación y movilidad social que permite a las personas desarrollar sus talentos y capacidades para obtener una profesión que les permita tener una vida digna y aportar al país?

¿O estamos hablando de  un producto que se vende igual que otras tantas mercaderías, o sea, una  fábrica de "cartones" que en vez de "estudiantes" tiene "clientes"?

Ante el nuevo proceso de admisión, es importante que los jóvenes, así como sus padres, se pregunten a la hora de postular qué es lo que esperan de una universidad. Por otra parte, a todos quienes conformamos las comunidades universitarias y entendemos la universidad como un lugar relevante donde se generan y transmiten conocimientos, y no como un negocio, nos corresponde reflexionar junto a los futuros universitarios sobre qué significa optar por una  carrera que les permita potenciar al máximo sus talentos y, sobre todo, formarse para ser el día de mañana ciudadanos y ciudadanas que aporten al desarrollo de los suyos y el país.

Existen en nuestro país instituciones comprometidas con el desarrollo del país, cuyo proyecto se sustenta en la máxima de crear una sociedad mejor, más justa, más solidaria y con visión de futuro.

En virtud de lo anterior, convoco a  los jóvenes y a  sus padres a no dejarse engañar con discursos efectistas.

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