Histórico

Derecha hay una sola

Si la política es realista, no hay políticos más pragmáticos en Chile que Allamand y Longueira. Por mucho que se detesten, saben que la derecha, a la hora de los quiubos, no se quiebra. El resto del tiempo cualquier cosa puede pasar.<BR>

QUIENES apuestan a que en este ambiente enrarecido que se ha producido en la derecha (casos Golborne, Matthei, Fontaine, candidaturas UDI), ésta se va a poco menos que romper, se equivocan. Es la lucha por el poder la antropofágica, no la derecha de por sí. La brutalidad es transversal, o si no que lo desmientan el nuevamente aspirante a senador Escalona y Giorgio Jackson, el novato espantado de la política porque lo dejan "out".

La derecha (y su antepasada, la oligarquía decimonónica) es la fuerza política que menos se quiebra en este país. No se fracturó en la Independencia (el grueso casi total de los criollos fue patriota), tampoco en 1829 (Portales aglutinó a todas las corrientes contra los militares bajo Freire) ni siquiera en 1891 (Balmaceda se quedó solo, salvo algunos pocos amigos personales y gente de otra clase social a la suya). Por muy enconadas que hayan sido las luchas entre liberales laicos y conservadores ultramontanos, nunca se desembocó en guerra civil como en otros países de América Latina. Al contrario, ambas fuerzas (incluso el monttvarismo, eventualmente) le dieron su merecido al presidencialismo autoritario, desde el Parlamento, en la última fase del XIX.

Otro tanto se puede decir de la derecha, propiamente tal, en el XX. No la quebró Alessandri (el del año 20) ni los militares (Ibáñez) ni la Iglesia y el socialcristianismo (la falange y luego DC abjuraron de sus otrora raíces derechistas). Ni siquiera la debacle de los partidos Liberal y Conservador en los años 60 significó que se dispersaran. Teóricamente, pudo haber ocurrido con la dictadura (la derecha había sido siempre constitucional, no factista, al menos hasta fundarse el Partido Nacional), pero tampoco se produjo desbande alguno; la radicalización "excéntrica" de la DC y el terror que les produjo la UP los hizo cuadrarse con la Junta y Pinochet. Y por muy "blandos" y "duros" que se hayan alineado en su momento, no queriéndose para nada entre ellos, al final de cuentas han seguido "fraternalmente unidos" hasta nuestros días.

Sergio Onofre Jarpa acaba de apoyar a Longueira, y eso que su ahijado político alguna vez fue Allamand. Este último -cómo olvidarlo- en los 90 dejó a un lado su "liberalismo" y se opuso a que se discutiera la posibilidad de una ley de divorcio (al parecer, quiso hacer mérito frente a "ecos oscuros de declamaciones antiguas"). E igual de paradójico, ¿quién otro que Longueira (cuando le vienen sus ataques de derechista "popular") ha huasqueado tanto a los empresarios desde la derecha? Si la política es realista, no hay políticos más pragmáticos en Chile que Allamand y Longueira. Por mucho que se detesten, saben que la derecha, a la hora de los quiubos, no se quiebra. El resto del tiempo cualquier cosa puede pasar.

Se quisieran un récord así de "unidos" la izquierda, el centro democristiano y el progresismo de nuestros días, todos ellos facciosos como nadie y, peor para ellos, cuando se quiebran, unos incapaces de recomponer la unidad popular perdida. No hay suicidas en la derecha, en la izquierda sobran. Por eso se equivocan quienes desprecian a la derecha, empezando por los derrotistas de su mismo bando, y el progresismo bien pensante dueño de la verdad y los triunfos morales.

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