Discípula griega de Pina Bausch presenta obra en Matucana 100
El 2 de julio la coreógrafa Nina Dipla mostrará Una atracción invisible.
Nina Dipla era integrante del equipo de gimnasia artística de Grecia cuando se dio cuenta que necesitaba algo más que el deporte. A su país no llegaban grandes números de danza pero un día, a los 15 años, conoció a bailarines de la compañía del legendario coreógrafo franco-belga Maurice Béjart, quienes le aconsejaron ir a la Escuela de Danza de Cannes. Llego allá, pero eso tampoco la convenció. Su búsqueda terminó en la Folkwang de Essen, la misma que formó a Pina Bausch.
Con determinación como única arma y sin tener una audición concertada, Nina logró ingresar a la escuela y en su obra de fin de año tuvo la suerte de que la mismísima Pina Bausch estaba en el público.
"El solo que hice emocionó a los espectadores y Pina estaba entre ellos, llorando. Luego ella habló con mi profesora y me invitó a Wuppertal para que conociera a su compañía. Imagínate, estaba recién en primer año", recuerda Dipla.
El aprendizaje con la legendaria coreógrafa duró 14 años, donde Dipla fue bailarina y asistente en los montajes de La consagración de la primavera y Tannhäuser. Con ella aprendió que la danza contemporánea no es un juego de movimientos intrincados, sino que la simpleza es la bandera que enarbola el mensaje: "Aprendí que cada pequeño gesto importa: estar, caminar. Hay una fluidez que hace que las obras sean de una total armonía", dice a La Tercera.
"Hay algo difícil de explicar en Pina. Hay una búsqueda de la verdad en el movimiento que logra ser percibido", describe.
Con la imagen de la coreógrafa fallecida en 2009, Nina Dipla llegará al país para presentarse el 2 de julio en Matucana 100 con una pieza unipersonal titulada Una atracción invisible. Será una exhibición única que es apoyada por la plataforma Conexión Danza, fundada por Matucana 100 y el Centro Cultural Anandamapu, donde la artista hará un taller del 28 de junio al 2 de julio.
La pieza es producto de una investigación que Dipla hizo del místico y poeta persa Rumî, donde aplicó su aprendizaje en torno a los movimientos circulares y a los conceptos de espacio y tiempo. "En Rumî hay mucha conversación con Dios, pero a través del cuerpo, el espíritu, de la idea de estar en un cuerpo que puede ir más lejos que la carne. Me fascinó la idea de la transformación", explica.
Se trata de una delicada travesía de un cuerpo que corre, cae y se levanta, y que, en sus palabras, "busca reconciliar ciencia y espiritualidad, razón y sueño", dice sobre Una atracción invisible, obra que ha presentado en varios países de Europa y en Buenos Aires, y que llega con el apoyo del Instituto Francés de Cultura y la embajada de Grecia.
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