Don Juan Tenorio revive entre las tumbas de un cementerio limeño
La obra evoluciona en tres lugares distintos del mismo cementerio, a los que los espectadores son guiados por entre las filas de nichos con unas teas ardientes.

Qué mejor escenario para representar "Don Juan Tenorio" que las tumbas del cementerio romántico del Presbítero Maestro, una joya decimonónica limeña donde Don Juan amó y murió como debe de ser, en el Día de Todos los Santos.
La representación de anoche del "Don Juan Tenorio" de José Zorrilla entre las lápidas y los nichos cumple así su quinto año consecutivo gracias a una original del Centro Cultural Español y su director, Ricardo Ramón, en una producción dirigida por Myriam Reátegui.
El cielo de la noche limeña contribuyó también a dar un toque de magia en esta obra donde la iluminación es apenas sugerida por filas de antorchas y un par de discretos focos amarillos.
La obra evoluciona en tres lugares distintos del mismo cementerio, a los que los espectadores son guiados por entre las filas de nichos con unas teas ardientes.
Comienza en la taberna sevillana de Buttarelli, donde Don Juan y su rival Don Luis apuestan por quién es el más desalmado de los dos y donde el primero se jacta de poder seducir a una novicia y a una virgen casadera en solo seis días.
"Por donde quiera que fui / la razón atropellé / la virtud escarnecí / a la justicia burlé / y a las mujeres vendí", repiten los dos en su famoso desafío.
Luego la escena reproduce una calle sevillana y el entorno de un convento, donde Don Juan, fiel a su estampa, seduce, engaña y mata aunque queda por vez primera herido por el amor de Doña Inés.
Al final los espectros de sus víctimas se le aparecen a Don Juan desde las avenidas de nichos y lápidas del verdadero cementerio y los espectadores se ven sin darse cuenta transportados al mundo romántico que recreó Zorrilla.
Un trío de guitarra, violín y bajo reproducía una lúgubre música que ponía fondo a los últimos momentos de Don Juan, visitado por unas bailarinas vestidas de negro que pusieron su toque flamenco al espectáculo y por dos extraños zancudos emisarios del Más Allá.
Tendido entre las tumbas, Don Juan es rescatado de las llamas del infierno por Doña Inés, que le hace arrepentirse y ganar así la salvación antes de exhalar su último aliento.
El público dedicó una cerrada ovación al elenco de actores, músicos, bailarines y técnicos que participaron en la producción de la obra, que se representará hasta el día 23 de noviembre en el mismo cementerio.
La directora Myriam Reátegui agradeció el calor del público y recordó que este año la función es doblemente especial, no solo por ser el quinto aniversario de la representación de la obra, sino porque el cementerio cumple doscientos años.
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