Una relación de amor, odio, engaños, separaciones y comprensión, que en el marco de los aniversarios por el centenario del nacimiento de la artista y de los 50 años del fallecimiento del pintor, llega hoy a Chile con una gran exposición en el Centro Cultural Palacio La Moneda (CCPLM) titulada Frida y Diego: Vidas Compartidas, que se mantendrá abierta hasta el 29 de febrero de 2009.

"He sufrido dos grandes accidentes en mi vida: uno fue en autobús y, el otro, Diego", comentó en su diario de vida la artista. Una frase que resulta iluminadora respecto al tortuoso romance de estos dos íconos del arte latinoamericano. 
                                              
Pese a ello, mantuvieron una relación que pese a los engaños y separaciones se mantuvo hasta el final. Incluso, Diego Rivera pidió que al morir lo entarraran junto a Frida Kahlo (1907-1954), lo que sin embargo no se cumplió.

Cuando Frida vio por primera vez a Rivera, ella tenía 16 años y él 36, y era un pintor consagrado relacionado con la vanguardias europeas de principios de siglo. Sin embargo, no sería hasta seis años después, en 1928, que hablarían por primera vez. Siempre con el arte como telón de fondo, en esa ocasión levó cuatro de sus pinturas, las que comenzó a realizar dos años antes al quedar por meses postrada en cama producto de un accidente, a la Secretaría de Educación Pública, donde en ese instante Diego pintaba murales, para pedirle su opinión. "Fui lo bastante atrevida como para llamarlo para que bajara del andamio a ver mis pinturas y decirme sinceramente si valían alguna  cosa", comentó en una ocasión.

Posteriormente, la amistad que ambos tenían con la fotógrafa italiana Tina Modotti los acercaría más hasta que un año después de ese primer encuentro, en 1929, la pareja se casa, pese a la oposición de la familia de Frida Kahlo, particularmente de su padre, el fotógrafo de origen germano-húngaro Guillermo Kahlo, quien diría sobre la unión, "serán las bodas de un elefante y una paloma".

A principios de la década del 30, la pareja viaja a Estados Unidos, donde ella queda embarazada por segunda vez, la primera vez tuvo que ser interrumpido por razones médicas; sin embargo, en esta oportunidad Frida sufre un aborto espontáneo, producto de las secuelas del accidente sufrido años atrás. Este hecho se convertirá en otros de los temas claves en la obra de la artista, como la obra Frida y el Aborto y Hospital Henry Ford, ambos realizados en 1932 y presentes en la muestra del CCPLM.

En 1933 regresan a México y se instalan en la casa-estudio de San Angel, una construcción con dos viviendas unidas entre sí, en cada una de las cuales vivía uno de los artistas. De vuelta en su país, las infidelidades de Diego Rivera eran ya comunes y cada vez más acostumbradas, algo que Frida aceptaba y que contribuyó en cierta medida a que ella comenzara a tener una larga lista de amantes, tanto hombres como mujeres, volviéndose conocida su bisexualidad.

Sin embargo, el romance de su marido con su hermana Cristina lleva a la artista a separarse en 1936. El divorcio fue firmado el 6 de noviembre de 1939. Este hecho quedó retratado en uno de sus cuadros más importantes, Las Dos Fridas (1939), que no se encuentra presente en la muestra.

Al año siguiente, Diego Rivera viajó a San Francisco para exponer diez obras en la Golden Gate International Exposition. Allá se encuentra con Frida. A fines de 1940 Rivera le propone nuevamente matrimonio a Kahlo, quien acepta con ciertas exigencias: ella se mantendría sola económicamente, aportará la mitad de los gastos comunes y no volverán a tener contacto sexual. El pintor estuvo de acuerdo, y volvieron a unirse. Esta nueva unión de la pareja fue consignada por la artista en el cuadro Diego y Yo (1949).

En julio de 1955, un año después de la muerte de Frida, Diego se casó por cuarta vez con Emma Hurtado, su amiga por más de una década. El pintor muere en 1957.