El Bicentenario y la diplomacia militar
<font face="tahoma" size="3"><span style="font-size: 12px;">Nuestras instituciones de la defensa se adelantaron a otros sectores al desarrollar una estrategia de diplomacia pública.</span></font>

LO MAS NOTABLE de la gran Parada Militar del Bicentenario, incluso de mayor importancia que cualquier sofisticado armamento, fue la ratificación de la unión del pueblo con su Ejército y fuerzas de la defensa, que muestra un vínculo que -dejando atrás fisuras y diferencias del pasado- destaca como en pocos países.
Otro aspecto relevante fue la presencia de autoridades y delegaciones de ejércitos que desfilaron con los estandartes de nuestros vecinos: Argentina, Bolivia y Perú. También, de las potencias regionales: Estados Unidos, Brasil y México, así como de otras naciones como Colombia, Ecuador y Uruguay. La misma demostración de buenas relaciones entre fuerzas armadas pudo observarse en la revista naval en Valparaíso, donde estuvieron presentes altos mandos de las marinas de Argentina, Brasil, Canadá, China, Ecuador, Estados Unidos, Perú y Reino Unido, así como buques de varias de estas naciones.
El profundo y sincero lazo entre instituciones armadas refleja confianza, amistad, voluntad de acción conjunta y constituye el logro de una eficiente aplicación, por más de una década, de lo que hemos propuesto conocer como diplomacia militar. Ella, tal como cualquier otra acción sectorial de esta índole, se ha inscrito en el marco de la política exterior de Chile.
En este aspecto, nuestras instituciones de la defensa se adelantaron a otros sectores al desarrollar una estrategia de diplomacia pública. Ella busca generar una conciencia compartida y una comprensión común de los asuntos de política exterior para construir alianzas y lograr un marco externo favorable a la discusión, el debate y el fortalecimiento de confianzas.
El gobierno del Presidente Piñera -que ha expresado en sus objetivos y demostrado con sus actos la voluntad de reforzar los vínculos con nuestros vecinos y la región, para dinamizar y aprovechar mejor la inserción de Chile en el mundo- encuentra en la aplicación de este concepto, por una parte, la necesidad de incorporarlo institucionalmente a nuestra política exterior y, por otra, la de concitar el apoyo de actores externos que esta diplomacia requiere.
La implementación de la diplomacia pública encuentra en nuestro país potencialidades aún no explotadas. Las iniciativas del sector privado están entre las más incipientes y activas, sin embargo, hay espacio para incorporar en esta estrategia a la educación superior, la transferencia de buenas prácticas, la investigación y divulgación científicas, las misiones culturales y los proyectos sociales.
Tienen razón Keohane y Nye cuando establecen que "la política mundial contemporánea no es una tela sin costura, sino que un tapiz construido con diversas relaciones". Es tiempo de ser más innovadores con nuestra diplomacia, acorde con los requerimientos de la interdependencia que caracteriza al mundo de hoy. Así podríamos contribuir, por ejemplo, a mejorar la impresión que tienen de nosotros en Argentina, Perú y Bolivia, donde se nos ve como los menos amigos en la región, tal como lo mostró una reciente encuesta de este medio.
Las Fuerzas Armadas han sido exitosas en dicho cometido. Podríamos considerarlas un punto de partida para activar muchos otros motores con el mismo propósito.
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