Histórico

El cineasta italiano Ettore Scola murió en Roma a los 84 años

En 1980 el director ganó el premio al mejor guión en el Festival de Cannes por "La terrazza". Además, trabajó con algunos de los más destacados representantes del cine del país transalpino, como Marcello Mastroianni y Sophia Loren.

Uno de los últimos grandes maestros del cine italiano falleció ayer a los 84 años. Autor de emblemáticas cintas, como Un día particular y Nos habíamos amado tanto, el actor, director y guionista perdió los signos vitales en el Hospital Policlínico de Roma, donde se encontraba desde el domingo en estado de coma.

Nacido el 10 de mayo de 1931 en la sureña ciudad de Travico, comenzó estudiando Derecho antes de desertar para abocarse de lleno al séptimo arte. Tras integrar el reparto de películas como Un americano en Roma (1954), La gran guerra (1959) y El delito (1969), su debut como director tendría lugar en 1964, cuando Se permite hablar de mujeres, que convocó en los roles estelares a Nino Manfredo y Marcello Mastroianni, fue lo suficientemente exitosa como para anticipar una carrera que se encumbraría muy pronto en los estudios de filmación.

La hora de la consagración correría por cuenta de Nos habíamos amado tanto (1974), donde Scola dirigió a Manfredi, Vittorio Gassman, Stefanía Sandrelli y Aldo Fabrizi. La comedia obtuvo, entre otros, el Premio del Festival de Cine de Moscú y el César como Mejor Película Extranjera.

Tres años más tarde, Un día particular ficharía a Mastroianni y Sofía Loren para dar vida a una trama situada el 6 de mayo de 1938, cuando Hitler visita Roma y la Italia fascista celebra su fiesta política mientras la celebérrima pareja del cine encarna el comienzo de un idilio que se desarrolla a espaldas de los bullados acontecimientos. El sostenido espaldarazo de la crítica prosiguió su curso en 1980, cuando el director ganó el Festival de Cannes por La terraza, donde a Mastroianni y Gassman se suman los nombres de Ugo Tognazzi y Jean-Louis Trintignant, quienes recrean la historia en que un grupo de representantes de la política, la cultura y las finanzas comparte una serie de tertulias por las que se deslizan episodios de la convulsionada Italia de los años ‘70.

Sus ideas

Entrañable amigo de Federico Fellini, a quien dedicó el documental Qué extraño llamarse Federico (2013), Scola desenfundó una y otra vez la ironía y el humor negro para convertirse en frontal animador del debate europeo sobre cultura, sin eludir comentario alguno al momento de referirse a la contingencia de su propio país. Abierto crítico de Silvio Berlusconi, diría que las reivindicaciones de los años sesenta “están plenamente vigentes” y que, en lo que a él mismo respecta como ciudadano, “el pesimismo es mucho más progresista que el optimismo, encierra más fe en el futuro”.

Al referirse a la muerte del realizador, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, manifestó que “fue un maestro de increíble y aguda capacidad de lectura de Italia, de la sociedad y de sus cambios, del sentimiento del tiempo, una conciencia civil que deja un enorme vacío en la cultura italiana”.

Poco antes de que su corazón dejara de latir, Scola había dicho que “el cine es un trabajo duro, pero se puede enviar algunos mensajes riendo y bromeando”. Para el cineasta, cada película es “un foco de luz que ilumina las cosas de la vida”.

Más sobre:portada

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Piensa sin límites. Accede a todo el contenido

Nuevo Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE