El modelo noruego que podría inspirar a Reino Unido en una eventual salida de la UE
El país escandinavo pertenece al Area Económica Europea, al igual que los 28 países del bloque. El jueves los británicos decidirán en un referendo si quieren seguir siendo parte de la Unión Europea.
Lars Tomasgaard tiene una fábrica de fundido de cobre en las afueras de Oslo. "Son restos de cualquier clase, que vienen de comerciantes de todo el norte de Europa", dice a la cadena BBC. Su negocio es convertir el metal en polvo, el que después es usado en pintura antioxidante en la industria pesquera y se vende principalmente a naciones de la Unión Europea (UE), gracias al acuerdo de libre comercio que su país tiene con el bloque. El caso de Tomasgaard es un ejemplo del lazo que une a Oslo con Bruselas, un vínculo que se ha vuelto muy relevante porque podría inspirar a Reino Unido en caso de que el jueves se apruebe la salida del país del bloque.
La particular relación se inició a fines de la década del 80, cuando los entonces miembros del Area de Libre Comercio Europeo (Efta) -compuesta por Finlandia, Suecia, Austria, Suiza, Islandia y Noruega- negociaron con la Comunidad Europea para formar el Area Económica Europea (EEA), la que finalmente fue declarada en 1992.
Muchos Estados de Efta decidieron ser miembros de la UE, como fue el caso de Austria, Finlandia y Suecia, que se unieron en 1995. Un año antes los noruegos -al igual que ocurrió en 1972- rechazaron esta idea. Por su parte, Suiza decidió no ser parte de la EEA, mientras que el principado de Liechtenstein también se unió a este último grupo unos años después. Así, Noruega es miembro de la EEA, al igual que los otros 28 países que pertenecen a la UE. Sin embargo, no tienen voz ni voto en las decisiones que se toman en Bruselas. "Es una membresía sin influencia. Uno no se sienta a la mesa cuando se toman las decisiones", dijo el director del Movimiento Europeo Noruego, Jan Erik Grindheim al diario británico The Times.
Oslo ha incorporado cerca de tres cuartos de las actas legislativas de la UE en su legislación. Tienen acceso al mercado único para el libre movimiento de bienes, servicios, capitales y personas. Esto significa que los noruegos pueden vivir y trabajar en un país de la UE y viceversa.
Pero el país escandinavo no forma parte de las Políticas Comunes de Pesca CFP) y Agricultura (CAP). Es decir, maneja y controla su territorio y producción. Quizás este punto es uno de los más controvertidos en Noruega. Por un lado, muchos ven con desprecio la CFP y consideran que es una de las razones para nunca unirse al bloque. Ese es el caso de Jan Roger Lerbukt, pescador de Tromso, un pueblo ubicado al norte del país. "Hemos hecho esfuerzos para construir stocks de pescado durante muchos años, eso es lo que queremos mantener en el futuro: stocks que sean bien administrados. Si me preguntaran hoy, votaría No", dijo a la cadena BBC.
Aunque no todos están de acuerdo. De hecho, en los últimos años ha crecido el respaldo de esta industria a la UE. Según explica The Times, esto se debe a los impuestos de 13% que deben pagar por los salmones ahumados, razón por la que algunas empresas han encontrado la forma de sortear esta tarifa. Para ello, envían el salmón fresco a Polonia, donde pagan 2% de impuesto y allí lo someten al proceso de ahumado. "Es un ejemplo de cómo un no miembro de la UE es forzado a adaptarse al régimen decidido en Bruselas", señala el periódico. Pese a ello, las últimas encuestas revelan que el rechazo a unirse al bloque sigue siendo grande: 72%.
A medida que se acerca la fecha del referendo en Reino Unido y considerando el empate técnico de los sondeos, los ojos se han volcado hacia el país escandinavo como una posible solución para su relación con la UE. "Si los británicos están en contra de todas las regulaciones hechas en Bruselas, creo que la EEA no es la solución. Ser miembro de la EEA significa que no te sientas a la mesa, pero tienes que adoptar muchas de sus leyes", dijo a The Guardian la ministra noruega de Asuntos Europeos, Elisabeth Aspaker.
La idea ya ha sido rechazada por David Cameron y su par noruega, Erna Solberg, quien advirtió que a los "británicos no les va a gustar la vida fuera de la UE".
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