El momento que me cambió la vida
Una noticia inesperada, un viaje relámpago o una decisión valiente. Cualquier vida puede modificar totalmente su rumbo en un momento concreto, y en este reportaje 21 personalidades de distintos ámbitos cuentan la historia de cómo y por qué se alteró la suya.
SABAS CHAHUÁN
Abogado, ex fiscal Nacional
“Cuando tenía 27 años, en 1993, mi padre tuvo un accidente cerebrovascular. A los dos meses de ese episodio a mi madre le descubrieron que tenía cáncer. Eso cambió mi vida. Tuve que asumir responsabilidades que no tenía hasta ese entonces. Me hice cargo del tratamiento de ambos. Si bien el costo económico fue enorme, fue lo de menos. El costo personal fue un remezón gigantesco. Tuve que colaborar y hacer todo en mi casa. Me hice cargo de las compras, de la organización de la vida cotidiana, además de la salud de ellos e incluso de negocios de mi padre. Todo eso modificó mis prioridades. Me di cuenta de lo importante que era la salud. Los dos tenían poco más de 60 años. Eran activos y de un minuto a otro cambió todo. Ese proceso me hizo descubrir con quién podía contar. Ahí vi quiénes eran mis cercanos. Me desilusioné en algunos casos y en otros me sorprendí. Ahí me uní mucho más a quien en ese entonces era mi polola y hoy es mi señora”.
JUAN PABLO MELLADO
Dueño y chef de la fuente de soda Las cabras
“A los 11 años me fui a vivir a Asunción, Paraguay. Inmediatamente descubrí que sería un lugar mágico, pero a la vez perturbador. Los niños hablaban en guaraní cuando no querían que supiera que estaban molestándome, así que tuve que aprender el idioma para defenderme. Mis vecinos tenían mascotas extrañas como monos bien amistosos o coatíes que miraban con hambre a mi hermano recién nacido. Durante los años que viví ahí, con libertad para andar solo con mi bicicleta y mi amigo uruguayo Maximiliano, terminábamos en situaciones insólitas. Vi las cosas de una perspectiva distinta después de tantas aventuras. Una vez, metiéndonos en barrios que no conocíamos, entramos a una casa con un gentío afuera. Había mujeres altas, algunas con manzanas de Adán: resultó ser el velorio de un travesti. Y ahí estábamos los dos con los nervios de ver por primera vez un muerto. Otra vez, de casualidad, terminamos en un concurso de pruebas de bicicleta en la TV. Mi mamá no me creía que había ganado cincuenta mil guaraníes haciendo eso. Cosas así, muy paraguayas”.
KRISTINE MCDIVITT
Conservacionista, empresaria y viuda de Douglas Tompkins
“El minuto en que me cambió la vida fue cuando me di cuenta que Doug estaba en aprietos en un viaje en kayak y la situación se ponía grave. Como crecí en un ambiente de deportes de alto riesgo, sabía que la situación era seria. Supe en ese instante que mi vida cambiaría para siempre. Éramos todo el uno para el otro y perderlo afectó todo de manera central. Pasé de ser una persona absolutamente feliz a una devastada, pero siempre con la certeza de que debo pararme cada día y seguir adelante: por nuestro equipo, nuestros proyectos y también por nuestra familia. Además en el trabajo encuentro el escape a una pena indescriptible. Siempre he sabido que el amor y la devoción en nuestro matrimonio fueron extraordinarios y con los grandes amores vienen las grandes pérdidas. Hay algo extremadamente clarificador una vez que te ha sucedido lo peor. Sabes lo que importa y lo que no. Sé exactamente hacia dónde voy y con quién voy. Se magnifica el valor de la familia y amigos y se intensifica la lealtad. No hay minuto que perder”.
FELIPE KAST
Diputado, Presidente de Evópoli
“Hay un antes y un después de ese viaje. En 1999 y en cuarto año de la carrera, decidí ir a estudiar a la Universidad de La Habana en Cuba por un año. Estudié economía marxista y sociología. Ahí, tanto en el plano más personal como político, empecé a tener una mirada distinta. Tenía el conocimiento de que no compartía las ideas de izquierda, pero me convencí de que era necesario buscar una ruta de más diálogo, sin miedo a lo distinto. Me di cuenta de que no me identificaban los caminos tradicionales de la centroderecha en Chile. Tenía 23 años y, además de conocer a mi actual mujer, pude mirar mi mundo con libertad desde lejos. Fue un proceso donde me reencontré y tuve mucho tiempo para leer, pensar sobre el pasado y el futuro. Fue un espacio de libertad que me permitió masticar lo que quería hacer con mi vida”.
CLAUDIO NAREA
Cantante
“Fue clave cuando me salí de Los Prisioneros en 1990. Había dejado de ir a los ensayos. Pasé días desaparecido. Era evidente. Hasta que llamé por teléfono a Miguel Tapia, el baterista de la banda. Con el resto no tuve comunicación. Me acuerdo de la sensación de alivio, de que estaba convencido de lo que estaba haciendo, a pesar de la incertidumbre de lo que iba a venir. Sabía que estaba haciendo lo correcto, pero no sabía a qué iba. En todo caso, tenía más miedo a permanecer dentro de Los Prisioneros que fuera. Fue la decisión más importante que he tomado, porque fue una gran medida. Pasaron cosas que, 26 años después, jamás me hubiera sospechado y fueron para bien: saqué tres discos como solista, tuve mi banda Profetas y Frenéticos, trabajé en un programa de televisión internacional y hasta escribí un libro que jamás hubiera estado en mis planes”.
LUIS LARRAÍN
Presidente de Iguales Chile
“El minuto que me cambió la vida fue salir del clóset. Recuerdo dos momentos clave. El primero fue cuando fui por primera vez a una disco gay, que fue en Berlín en 2003. Me moría de ganas de ir, pero me daba pánico y me demoré varios meses en atreverme. Sentía que pasarle un billete al cajero de la entrada y decirle “una entrada, por favor”, equivalía a pararme en la Plaza de Armas y gritar con megáfono “soy fletoooooo”. Por fin me atreví, pero inventé nombre, nacionalidad y motivo de mi estadía en Berlín. El segundo momento fue cuando lo hablé con mis papás, en 2004. El cambio fue muy positivo. Mi relación con ellos mejoró muchísimo, porque por fin sentía que me entendían y podíamos ser transparentes. Mi autoestima y autoconocimiento también mejoraron mucho, porque recién ahí, a los 23 años, empecé a sentirme libre para ser quien yo era, sin miedo al qué dirán. Y eso no sólo en cuanto a mi sexualidad, sino en cuanto a mis gustos, intereses, opiniones, etc. Antes era alguien extremadamente tímido, apagado, sin opinión”.
NICOLÁS LÓPEZ
Director de cine
“El momento que cambió mi vida fue cuando vi Volver al Futuro 2. Fue en el verano de 1990, tenía ocho o nueve años y fui a un cine de Viña con mis papás. Era esa edad bien curiosa en que uno deja de ver películas de dibujos animados y empieza ver películas con seres humanos. En ese momento no sabía que había una primera parte y creí que era la única Volver al Futuro, pero cuando terminó mostraron el trailer de Volver al Futuro 3 y supe que había una anterior. Ese verano, en esa sala de cine, supe que eso era lo que quería hacer en la vida. A esa edad no sabía lo que era ser un director de cine o cómo se hacían las películas, pero fue el momento que me hizo click y dije “chucha, esto es”. Hasta hoy cuando escucho el soundtrack de la película se me paran los pelos y en mi corazón Volver al Futuro 2 es la mejor película de todos los tiempos”.
MAYA FERNÁNDEZ
Diputada PS
“He tenido varios momentos importantes en mi vida, pero lo primero que se me viene a la cabeza fue cuando volví a Chile en el año 1992 (en 1973 me fui exiliada a Cuba). Fue un gran cambio. Recuerdo que llegué a Chile el 3 de marzo de 1992 y a los 10 días comencé a estudiar Biología en la Facultad de Ciencias de la U. de Chile. ¡Imagínate! Era partir de cero, tenía que conocer la ciudad, aprender los modismos y hacer mis primeros amigos y amigas”.
FRANCISCA IMBODEN
Actriz
“Hice por años terapia. Siempre tenía los mismos problemas, rabias. Conocía teóricamente lo que me pasaba, pero me sentía intranquila. Hace dos años, una niña que me ayudaba con relajaciones me habló de un grupo de meditación. Había ido a otros grupos, pero me frustraba cuando algunos decían que habían puesto su mente en blanco, mientras yo pensaba en mis niñitas, en el texto que me tenía que aprender y no veía ninguna luz. Acá no tenía ninguna exigencia y descansé. Empecé a vivir mi misma vida, pero distinto. Me salí y me miré de lejos. Siempre había echado para adelante por ser mamá tan joven y era más neurótica porque corría para todos lados. Me di cuenta de que tengo que dejar de empujar. Antes me enojaba porque no me salían los proyectos que quería, ahora espero que resulte lo que tenga que funcionar y me ha pasado que ha funcionado todo lo que he querido. Todos los días me tomo un rato para meditar, manejando, duchándome, incluso desmalezando. Es mi mejor momento”.
HERMANN VON MüHLENBROCK
Presidente Sofofa
“Una de las decisiones que cambió mi vida fue renunciar a CAP Huachipato el año 1976. Yo tenía una muy buena carrera profesional ahí, con muchas proyecciones, pero decidí emprender y hacerme socio de una empresa de consultoría en gestión e informática. Haber tomado esta determinación fue un punto de inflexión en mi vida laboral, porque me permitió enfrentar otros desafíos y diversificar mis conocimientos profesionales. El segundo momento importante fue el haber comprado un campo en Puchuncaví, en 1992. Esta decisión nos benefició a todos como familia. Pudimos acercar a los niños al campo, a la naturaleza y a mi gran pasión que son los caballos. Además, pudieron conocer a personas de la zona que son muy valiosas para nosotros. Hoy nuestro campo en Puchuncaví recibe a nuestros nietos, familiares y amigos, lo que convierte a este lugar en un sitio muy especial”.
KATIA SOTO
Directora de la Fundación Más Ciencia
“En 2008, recién ingresada a un programa de doctorado en la UC, realicé un proyecto para divulgación de las ciencias con estudiantes de Renca, mi comuna de la infancia. Fui a la población Antumalal, cerca de la casa de mis padres, inaugurada meses antes. Ahí, gracias al relato de los vecinos, conocí el trabajo del arquitecto Alejandro Aravena. Como muchas familias de escasos recursos, cuando nosotros llegamos a la ‘casa propia’ esta tenía los muros con los ladrillos al aire y el piso de cemento. Pero en Antumalal escuché la historia de un arquitecto que invitó a pobladores a participar en el diseño de sus viviendas. Desde ese instante, me convencí de que sí era posible hacer grandes cambios usando el conocimiento. Es cuestión de interés y de empatía para cumplir con las personas que han sufrido la desidia de generaciones de autoridades, profesionales y empresarios”.
SEBASTIÁN GRAY
arquitecto
“Mi experiencia vital más extrema fue presenciar la destrucción de las torres gemelas en Nueva York. Pasaba una temporada en esa ciudad, donde nací y viajo con frecuencia, y me quedaba en el último piso de un edificio sobre el río Hudson con vista directa a las torres. Desperté con los gritos de mi compañero de casa y vimos desde el techo cómo se estrellaba el segundo avión. Tomamos nuestras bicicletas y nos acercamos a unas tres cuadras, cuando de pronto se desplomó la primera torre. Escapamos aterrados junto con la multitud y nos detuvimos a orillas del Hudson, esperando el inevitable desplome de la segunda torre. Me quedé en Nueva York por diez días más y viví la terrible atmósfera de incredulidad y duelo de la ciudad. A partir de entonces percibí que nuestra generación iba a ser transformada: cambiaban las reglas del juego de la convivencia, del viaje aéreo, de la seguridad en general; surgían las redes terroristas globalizadas, un enemigo invisible hasta entonces -el terrorismo fundamentalista- que lo ha permeado todo hasta hoy. Más que miedo era un sentimiento colectivo de desazón, de impotencia en el sentido más literal. Fue la primera experiencia de guerra para mí y para muchos otros”.
JORGE BARADIT
Escritor
“En 1998 íbamos a ir en grupo al Cusco con tres amigos. Se bajaron todos y con pasajes comprados tuve que viajar solo. El objetivo era el trekking por el camino del Inca hasta Machu Picchu, pero llegando me intoxiqué con comida. Eran las 9 de la noche y tenía vómitos explosivos en la habitación del segundo piso de un hostal casi vacío. A medianoche ya no tenía más que botar del cuerpo y quedé postrado. Sudaba mucho y por la taquicardia supuse que tenía fiebre. En la madrugada comencé a delirar y creí que unos soldados querían expulsarme a la nieve por la falta de un documento escrito en carne que estaba en mi mochila. Pensé que iba a morir. A mediodía escuché alguien en el pasillo y sólo emití un gruñido. Abrieron la puerta, entraron dos señoras. Yo estaba desnudo en la cama y empapado en transpiración. Una me cubrió, la otra trajo agua tibia para darme a sorbos y me cuidaron toda la tarde. Al día siguiente pude tomar sopa de pollo. Dos días después estaba con todo listo para regresar a Chile. Con la lata y la derrota atravesadas. Algo pasó. No recuerdo qué. No se abrió el cielo ni escuché la voz de Charlton Heston, pero tomé la mochila y me inscribí en el trekking para llegar a Machu Picchu. Ahí arriba recuerdo haber sentido nítidamente que desde ese momento era capaz de hacer lo que yo quisiera. Esa idea se me estampó en piedra”.
PABLO ILLANES
Escritor y guionista
“Si tuviera que elegir una película que cambió mi vida sería Female trouble (1974), de John Waters. Todo empezó, si mal no recuerdo, con un viaje a Europa. Había pasado a segundo año de periodismo y mis padres se iban de viaje. A último minuto, y después de una matemática manipulación emocional, decidieron invitarme. Todo lo que hice después depende de ese viaje a Europa y de un paseo por La Casa del Libro en Madrid, donde encontré el libro Crackpot de Waters y un pack de tres VHS que aún conservo con las ediciones españolas (y maravillosamente dobladas), de Pink Flamingos, Polyester y Cosa de hembras (alias Female trouble). De regreso a Chile, me encerré en mi pieza y vi las tres películas. De un tirón. Sin pausas. El impacto que provocaron las imágenes en mi cabeza educada por curas fue irrecuperable. Nada volvió a ser lo mismo después de ese viaje y el primer encuentro con el cineasta más inmundo del mundo”.
ALEX MATUTE
Abogado
“Puedo recordar ese 19 de noviembre de 1999 cuando desaparece Coke. Estaba desconcertado, desesperado y a medida que pasaban los días, las esperanzas de hallarlo con vida disminuían y eso me ocasionaba un desgarro en el alma. No dimensionaba cómo este hecho iba a moldear mi vida. Una situación tan límite, que me puso a prueba constantemente, forjó en mí aspectos como la perseverancia, fortaleza, paciencia que fueron claves para sobrellevar esos momentos; y el valor de la humildad para aceptar que las cosas pueden cambiar en un minuto. También me volvió más distante y un poco desconfiado. En esta transformación provocada por el dolor, fue importante el apoyo de mucha gente anónima que nos acompañó y de mis amigos; descubriendo que hay amistades que son para siempre y que voy a cuidar. A los 41 años, tengo plena conciencia de que la vida son momentos, que es importante darle un sentido para que cuando vengan los tiempos difíciles me muevan pero no me boten; y disfrutar los momentos lindos que seguro serán los más.”
BENJAMÍN GALEMIRI
Dramaturgo
“Con Sandrine, una parisina con la que pololeé siendo joven, estuvimos juntos cinco años. Fue un gran amor y me enseñó a llenar los vacíos del alma. Ella me hizo ser un hombre más cariñoso y menos pedante. Pero a pesar de nuestra historia, cuando se devolvió a París, no la seguí. Me faltó arrojo. Debí haberme ido con ella, pero los chilenos somos muy cobardes en el amor. Ahora veo todo como una película. Obtuve finalmente la redención, sobre todo a mí mismo. Mi culpa se aplacó. Me pregunté mucho tiempo por qué no me fui con ella. Nada me ataba a este país asqueroso de dictadura. El tiempo me dio la razón en todo. No estaba preparado. Creo que si la hubiera seguido, ahora sería un parisino más. Mi vida sería una que no quería. En cambio, como no me fui, fue para mejor. Necesitaba a Chile y a Traiguén como mi inspiración. No dejé de ver a Sandrine. Ella se casó y tuvo hijos. Va a las obras que hago en París y recordamos el pasado. Al final siempre nos despedimos como si siguiéramos siendo amantes”.
EDUARDO BENDEK
Investigador de la Nasa
“Cuando tenía un poco más de doce años quería controlar motores con un computador personal. Esa capacidad que hoy es una costumbre, me fascinaba. Decidí construir mi propio programa de computación para poder mover un motor. Requería varios componentes electrónicos que desconocía y estaban fuera de mi alcance. Fui a una tienda y el vendedor me dijo: “puedes utilizar un relay óptico”, pero era muy caro y no lo podía comprar. A mi lado, otro cliente –un señor que nunca había visto– me miró y me preguntó para qué lo quería. Le expliqué mi motivación y la idea que tenía. Le dijo al vendedor: “Agréguelo a mi cuenta”. Con este aparato construí un controlador y experimenté algo nuevo, que hoy es obvio y cotidiano. Esa experiencia me sirve ahora como adulto para darme cuenta de que nunca debemos perder nuestra capacidad de asombro e identificar el impacto que podemos generar en niños. Como lo hizo ese señor conmigo, debemos colaborar para que ellos puedan descubrir que las cosas pueden realizarse. Eso hizo él conmigo”.
TOMÁS GONZÁLEZ
Gimnasta
“El momento que cambió mi vida ocurrió cuando Leonardo Farkas se contactó conmigo. Fue en 2009, había participado en mi primera final en un Mundial en Londres y planeaba ir a Stuttgart, Alemania, pero tuve problemas con la federación porque no me inscribieron. En una conferencia de prensa me preguntaron qué haría si seguían los problemas de falta de apoyo y respondí: le pediría ayuda a Farkas. Fue un chiste, de hecho, todos se rieron, pero unos días después me llamó un representante suyo. Pensé que era broma. Nos juntamos y se comprometió a ayudarme. Me donó un juego completo de aparatos de gimnasia, que costaban como 80 millones. Desde ese momento mi carrera también tuvo más atención de la prensa y de la gente. A veces Farkas se contacta conmigo para ver si está todo bien. No hablamos seguido, pero hay buena relación. Lo que hizo esa vez y sus otras donaciones no tan mediáticas hablan muy bien de él. Creo que es un ejemplo de empresario y algunos podrían contagiarse”.
JUAN PABLO HERMOSILLA
Abogado
“Si hay un momento que me marcó fue el plebiscito de 1988. Me tocó ser delegado en El Bosque. Observé desde adentro todo el proceso. Cuando ocurrió el golpe yo tenía 12 años y ese día, a los 27 años y ya siendo abogado, después de toda una vida sin presenciar la democracia, estaba ahí observando todo. Me dejó muy marcado el ver al ciudadano común con conciencia y vocación democrática. Fue impactante ver eso por primera vez. Me confirmó que la democracia es un reconocimiento a la igualdad de todos los ciudadanos. En ese plebiscito no fue sólo sentirse, sino que saberse igual y se simbolizaba en que toda persona, sin importar sexo, clase o religión, participaba en igualdad de condiciones. Es una tremenda lección”.
PALOMA VALDIVIA
Ilustradora
“A los 19 años, cuando estudiaba diseño en la Universidad Católica y la ilustración en Chile era prácticamente inexistente, supe que quería ser ilustradora. Fue porque Valentina Cruz, mi maestra, dictaba el ramo Seminario de ilustración. Cada clase llegaba con cajas de diapositivas de ilustraciones de la Feria de Bolonia, la más importante en libros infantiles. Desde ahí, asistir a ese lugar se transformó en mi obsesión. A los 21 lo logré. Recién egresada y con los ahorros de toda la vida decidí partir. Nada de lo que imaginaba se acercaba a la realidad. De vivir en Chile y buscar con pinza a otros ilustradores y editores que quisieran publicar un libro ilustrado, llegué a una ciudad hermosa donde te subías a una micro y estaba llena de otros ilustradores con carpetas bajo el brazo, editores, galerías y librerías especializadas. En esa primera visita se me abrió la posibilidad de trabajar para convertirme en autora de libros para niños. Conocer la Feria fue la instancia que me hizo darme cuenta de que la ilustración era una profesión relevante”.
NANO STERN
Músico
“En 2006 estaba en Amsterdam estudiando en el conservatorio. Cuando terminé de dar los exámenes me fui a hacer dedo para recorrer. Llegué al único lugar donde puedes hacer dedo en Holanda. Un auto me dejó a mitad de la carretera y seguí esperando. Estaba con el cartel que decía mi rumbo: “Barcelona”. Paró un furgón de colores y me dijeron que iban a Francia, pero que me podían llevar unos 30 kilómetros. Contra todas las recomendaciones me subí. Eran dos músicas belgas que viajaban a un festival de música. Esos treinta kilómetros se convirtieron en dos semanas de ir al festival, de conocer más músicos, de tocar por todos lados y armar una red de gente que es mi familia. Y sólo por pararme y hacer dedo. Nunca volví a estudiar formalmente y estuve viajando sin parar por cinco años. Esa fue mi forma de aprender y me di cuenta de que uno también va generando su propia historia”.
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