Histórico

El mundo de los Power Peralta

Gemelos idénticos, 29 años, los bailarines del momento. Con una academia abierta hace sólo tres meses, causan furor con clases que incluyen su marca registrada: hip hop. ¿Cómo Raúl y Gabriel se transformaron en Power Peralta, un fenómeno que seduce desde la televisión hasta reuniones de directorio?

Antes de contar esta historia, cabe recordar algunas señales que le dan sentido. Dichos y hechos, en apariencia intrascendentes, que le imprimen espesor a un asunto que podría no tenerlo a primera vista. El primero de ellos es impreciso, pero legendario. En algún momento de los años 70, Ethel Scull, la millonaria coleccionista de arte, declaró que los jets, el arte pop y las discotheques eran una extensión de nuestro sistema nervioso central. La señora Scull, por supuesto, tenía entre sus predilectos a Andy Warhol, el hombre que hizo de una lata de sopa una pieza de arte. Sobre el segundo hecho hay registro histórico fehaciente y consecuencias de mercado de relevancia. En 1988, la marca de zapatillas Nike decidió contratar al cineasta Spike Lee -director contestatario, militante- para su nueva campaña publicitaria. El artista puso énfasis en lo que conocía de primera mano y construyó su propuesta sobre la estética callejera surgida a fines de los 70 en los ghettos afro y latinos de Nueva York. Ese movimiento se llamaba hip hop. El resultado fue el incremento exponencial de la venta de zapatillas. La trinidad que sirve de prólogo para esta historia la completa una frase trivial y rotunda pronunciada durante el primer capítulo de la serie norteamericana Glee emitido en 2009. Ese en que Rachel, uno de los personajes protagónicos, dice: "La fama es lo más importante de nuestra cultura". Tres momentos distintos que combinan  el arte, el espectáculo, el consumo y la celebridad como forma de vida.

Todos estos elementos dibujan una encrucijada, un rincón iluminado por las luces, coloreado por el grafiti, remecido por el ritmo de moda. En ese lugar habitan los gemelos Gabriel y Raúl Peralta, conocidos como los Power Peralta, la dupla de bailarines más populares del momento.

Hace tres meses abrieron su academia: un pequeño recibo, dos salas de baile unidas por un pasillo. Ambas con vista a la calle en la planta baja de un edificio de Apoquindo con Manquehue. Si es de noche y se le mira a cierta distancia, parece una caja de luz con gente exhibiendo frenéticos movimientos. En un rincón de la academia -o "studio", como prefieren decirle sus creadores-, una pequeña vitrina reza "All Peralta" con la silueta de los dueños de casa. Dentro de la vitrina, como  una especie de animita posmoderna, dos pares de zapatillas de tres franjas y el logo de los gemelos diseñado por el grafitero Fisek. "Yo no concibo mis pies sin zapatillas Adidas", dice Raúl Peralta, consciente de que esto no es sólo pasión por el baile, sino también un negocio. Enseguida agrega: "Las marcas nos buscan, saben que somos un producto consolidado".

En un salón suena una remezcla de hip hop; en el otro, el pop de Rihanna anima un curso de baile sobre tacones, que se les ocurrió porque vieron una clase similar fuera de Chile. No se trata de una clase de baile convencional -no es necesaria una pareja ni se adiestra en un ritmo determinado-, sino que se les enseña a las alumnas a caminar y moverse sobre tacos, "para desarrollar la sensualidad, mejorar la autoestima, es lo que se ve en los videos de Beyoncé", dice Roxana Becerra, la instructora. Es inevitable pensar en la imagen de Beyoncé en malla y estiletos moviéndose al ritmo de I'm a single lady y un grupo de coristas locales -estudiantes de colegio privado, vecinas de Las Condes- siguiendo el ritmo en tacones.

La academia ya tiene 300 alumnos, la mayoría mujeres. Funcionan con nueve profesores. Los gemelos hacen tres clases diarias y 60 al mes.

"Power Peralta es una marca que tiene credibilidad, que tiene seguidores", dice Gabriel, la mitad más tímida de la dupla, que se diferencia de su gemelo Raúl -al menos físicamente- por el diseño de los tatuajes. Los hermanos tienen 29 años, son de trato cercano y mantienen esa actitud imperturbable y segura del que se sabe líder en algo, de quien está en terreno propio. En este caso, líderes con un atuendo debidamente seleccionado: la polera apropiada, el pañuelo preciso, la zapatilla adecuada, la gorra indicada y una forma de desplazarse heredera del descuido callejero. Una adaptación un poco burguesa de la estética de la pandilla de barriada al servicio de la pista de baile.

***

El 2 de septiembre de 1982, la pareja de compañeros del Ballet Nacional compuesta por Mónica Valenzuela y Renato Peralta fueron padres. Dos hijos de una vez. Los niños crecieron entre ensayos, fueron testigos de los entrenamientos, vieron a sus padres maquillarse, vestirse, representar obras, trabajar mucho, seguir una disciplina estricta. La madre recuerda la precocidad física de los gemelos:

-Gabriel caminó a los ocho meses. Dos semanas después caminó Raúl. Nos acompañaban a los ensayos, corrían por las butacas. Yo no quería que fueran bailarines, tampoco su padre. La vida de los bailarines es sacrificada, incierta. Ahora que recuerdo, ellos tenían unos nueve años y bailaban breakdance, pero nunca pensé que eso los iba a conducir a la danza.

Tampoco lo pensó cuando imitaban a los New Kids on the Block, ni cuando probaban las coreografías de MC Hammer o de Michael Jackson.

"Nunca quisimos aprender danza como lo hicieron mis viejos. Los admiramos, nos encantaba verlos bailar, pero nosotros nos expresábamos con nuestro estilo", explica Gabriel.

La certeza que Mónica Valenzuela se había creado de que sus hijos no serían bailarines sufrió un giro una tarde de fin de semana de 1999, cuando vio a Raúl en un escenario de Fantasilandia, bailando, vestido de tigre: "Me emocioné, me di cuenta que le gustaba estar en el escenario".

"Ese fue un trabajo que me conseguí con un amigo", recuerda Raúl. Tenía 16 años. "Era un espectáculo menor, low budget, pero hacía monedas", acota su hermano, que no se sumó a esa aventura.  Un día, acalorado, Raúl se sacó la cabeza del tigre. Justo en ese instante, un grupo de compañeros del Liceo Alemán se subía a la montaña rusa vecina al escenario. Lo miraron, lo reconocieron y "se rieron como locos". Hasta ese momento, los gemelos sólo bailaban juntos en los espectáculos escolares. En una competencia entre colegios fue que debutaron en la televisión, representando a su liceo en Extra Jóvenes. Luego de egresar de enseñanza media, hubo una separación momentánea. Gabriel Peralta se fue a estudiar Ingeniería a Alemania, donde estuvo de intercambio cuando niño y aprendió el idioma. Raúl se quedó en Santiago con su madre, en la casa del barrio Bellavista donde ambos crecieron. Pero la separación duró seis meses. Gabriel convenció a su hermano para que se fuera a Hannover con él.

Los gemelos estuvieron seis meses en Europa. Y volvieron a Chile, pero el baile aún no era un objetivo profesional compartido. Ambos comenzaron carreras distintas: Gabriel en Diseño Industrial y Raúl en Publicidad. Pero Raúl siguió bailando: ingresó al programa Rojo de TVN, tuvo el tercer lugar y asegura que fue el primero en hablar de "street dance" en la televisión chilena. Lo hacía cada vez que los jueces criticaban su estilo.

"Ser un street dancer no quiere decir que aprendiste a bailar en la calle, sino que aquello que bailas tiene origen callejero. Eran los referentes que tuvimos desde niños. Y los referentes crecieron cuando llegó MTV, el cable, internet… y así aprendíamos", dice.

¿Ustedes bailaron en la calle en Santiago? 

No, aquí en Santiago no.

***

En Chile, el hip hop no se conoció como tal, con ese nombre, hasta los 90. La primera expresión de esa cultura urbana importada que se difundió en el país fue el baile, principalmente el breakdance a través de la película Beat street estrenada aquí en agosto de 1984. Un pequeño grupo de seguidores se congregaba en el Paseo Ahumada a practicar bailes que imitaban las piruetas que aparecían en la película y en la televisión. "Rap dance" se le decía en Sábados Gigantes, donde utilizaban música de New Order para hacer bailar a Clemente y Pabón, dos norteamericanos latinos que habían participado del grupo de baile de Flashdance y de Beat street. Esos eran los modelos que seguían los breakdancers chilenos. Algunos de esos bailarines espontáneos continuaron enseñando en talleres para jóvenes en los años siguientes, pero los cultores originales -como el legendario Jorge Zapata- nunca lograron una visibilidad masiva, ni el auspicio de marcas deportivas, ni crear una academia propia. Nada como lo que han hecho los gemelos Peralta. Y ellos lo saben.

"En los 90 hubo un vacío en el baile y nosotros trajimos el baile urbano de vuelta", dicen los Peralta. Pero no querían conformarse con imitar lo que veían en películas o videos. "En un momento, nos dimos cuenta que pese a que nos gustaba esto, nunca íbamos a vivirlo de verdad si no viajábamos a Nueva York. Decidimos ir con lo poco que teníamos".

En 2006 fueron por tres meses a vivir a Nueva Jersey, durante las vacaciones de verano en Chile. Se alojaron en el sótano de la casa de una familia salvadoreña conocida de un amigo coreógrafo de su padre. Viajaban, a diario, una hora hasta Nueva York: "Buscamos una escuela, aprendimos y, paralelamente, empezamos a bailar en la calle. Nunca lo habíamos hecho. Decidimos vestirnos iguales, para llamar la atención entre tanto show callejero: éramos gemelos idénticos. Así nació Power Peralta".

Lograr saber en qué esquina montar su espectáculo fue un problema que no habían previsto. Corrían un peligro doble: ser detenidos por la policía o recibir la agresión de otros grupos de baile callejero. "La primera vez que bailamos en la calle en Nueva York fue como el 17 ó 18 de diciembre de 2006. De hecho, la primera vez nos sacó la policía. Había códigos que no dominábamos".

Pero la suerte estuvo de su lado. Un grupo de bailarines afro -"morenos" los llaman los Peralta- los desafiaron a mostrar qué tan buenos eran. Los gemelos hicieron su rutina y recibieron la aprobación máxima: un lacónico "cool". Los invitaron a bailar en su espectáculo.

Fueron y volvieron a Estados Unidos durante tres años, tomaron cursos y bailaron en espectáculos mayores. "Empezamos a crear el producto", dice Gabriel. La difusión comenzó en fiestas comerciales, matrimonios, cumpleaños y en el programa de televisión Cadena Nacional, de Vía X. Allí llegaron porque Ignacio Franzani los vio bailar en una fiesta de una marca deportiva. Los gemelos tienen una agenda demandante: desde las tocatas hip hop del legendario Seo2, hasta reuniones motivacionales de empresas en salones de directorio en los que un puñado de ejecutivos son la única audiencia. La responsabilidad de cada uno de los pasos es compartida con César Mejías, su amigo y gerente.

Mejías cuenta: "Nos conocimos a los 15 años, jugando a la pelota. Yo estaba en otro colegio. Estudié Ingeniería en Sonido y luego Administración, trabajé en una transnacional, pero en un momento me di cuenta que no estaba haciendo lo que quería. Me vestía con corbata, tenía horario, ganaba plata, pero no estaba contento. Ahora sí".

César los acompaña, gestiona, atiende llamadas y también baila. "Yo no necesito hablar para negociar. Basta que hable Raúl. Es un genio para plantearles a los clientes los beneficios que tendrán con Power Peralta. Los deja boquiabiertos".

Los clientes son marcas internacionales, productores de televisión y padres de adolescentes que los contratan para fiestas de 15 años.  Los propios Power Peralta se sorprenden por lo que la gente está dispuesta a pagar. "Hacemos muchos cumpleaños de 15, se pusieron de moda. También hacemos matrimonios. Somos unos juglares modernos", bromea Raúl, mientras conduce rumbo a un casino cercano a San Felipe a montar su espectáculo. El auto es pequeño, un Volkswagen rojo sin pretensiones. "Nosotros gastamos el dinero en conocer más, aprender, sudar la camiseta. No nos interesa tomar vacaciones en Brasil para recostarnos al sol; nos interesa ir a Estados Unidos a tomar cursos, viajar a Europa a aprender".

El auto, veloz, cruza la carretera.

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¿Ustedes viven juntos?

Sí, vivimos juntos.

¿Cómo hacen para soportarse todo el día?

Realmente, si no fuera así, no estaríamos donde estamos. Porque no nos desconectamos de la meta, del objetivo. Es muy difícil durante el día dejar de ser Power Peralta, porque por separado yo soy sólo Gabriel y él es Raúl, pero juntos somos Power Peralta.

En el casino, el sonido de las tragamonedas es amortiguado por una leve canción de fondo. Es Sweet Dreams, de Eurythmics. Los gemelos se preparan en el camarín. Será un baile breve, de menos de 10 minutos. Una suerte de aperitivo artístico antes del sorteo de un BMW entre los asistentes. Mientras esperan el turno, hablan de cumplir sus sueños sin decir exactamente a qué se refieren. Repiten esa palabra casi tanto como "producto". Ellos saben que su carrera como bailarines no durará más de cinco años más, y ven en eso una oportunidad para una segunda vida, tal como la que tienen hoy sus padres como maestros de danza.

Los encargados de la producción los apuran para salir a escena. La concurrencia -señores de edad madura, algunos treintones de paseo, parejas anodinas mirando las luces coloridas- no es el público adicto a la fiesta pop que representan los hermanos cada vez que bailan. Este es el público de una noche de casino. Pero a los gemelos eso no parece desanimarlos.

¿Y cuál es el sueño de ustedes, finalmente?

La vida que llevamos es nuestro sueño- dice Raúl.

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