Embajador de la superación
Adolfo Almarza, 28 años, es el único exponente en el mundo que corre con prótesis en las piernas.

La primera vez que Adolfo Almarza hizo un descenso no lo disfrutó, o al menos no tanto como esperaba. “Iba preocupado de no caerme, de saltar, de hacer todo para llegar bien al final”, recuerda. Fue una experiencia límite: después de sufrir la amputación de las dos piernas por un accidente automovilístico, se subió a una bicicleta de mountainbike y con dos protesis básicas se lanzó cerro abajo.
La confesión del rider sorprende, sobre todo si se piensa que Almarza -o Parafina, como le apodan sus amigos- es el único exponente en el mundo con esta condición, el primero en competir en el City World Tour de descenso, circuito que hoy tendrá una nueva fecha con el Red Bull Valparaíso Cerro Abajo.
Del accidente recuerda todo: “Yo jugaba básquetbol por mi colegio y veníamos de vuelta de una gira escolar, desde Rosario. El chofer se quedó dormido y sucedió. Murieron tres compañeros y yo perdí mis piernas”. Eso fue en 2001, cuando tenía 12 años.
El golpe fue duro, pero quien más lo sintió fue su familia, no él. La rehabilitación fue dura y constante, pero sorprendió a todos cuando a un mes de la terapia ya estaba caminando. “Es que yo quería seguir haciendo mi vida normal. Por eso nunca quise hacer nada en silla de ruedas, ni deporte, ni nada. Siempre me acuerdo que un señor me dijo que las barreras se las ponía uno mismo, eso me quedó grabado”, comenta.
Corriendo cuesta arriba
Hace cuatro años que Adolfo se transformó en un rider profesional y su figura de inmediato despertó la admiración de todos. Y lo sigue haciendo. Al ser el único corredor en una condición diferente, debe competir contra los máximos referentes de esta disciplina en el mundo, algo que, lejos de amedrentarlo, lo motiva.
Pero el camino no fue sencillo. Debió superar varios prejuicios y convencer a mucha gente. “La primera barrera a la que me enfrenté fue a mi familia. Ellos no querían que corriera, me decían que lo ovidara, que no me accidentara más”, confiesa. Y claro, llegar a casa con la clavícula rota, o magullado en todo el cuerpo, atemoriza a cualquiera. Pero no a él.
Parafina se mueve con un leve cojear, bromea, se ríe. La entrevista se desarrolla en el taller Pablo’s Suspensión, en Lo Barnechea, y mientras posa para una fotografía, se le acerca Mario Jarrin, el campeón ecuatoriano de downhill. “Adolfo es muy bueno. Cuando lo vi correr por primera vez quedé loco. Después, cuando lo conocí fue más sorprendente aún”, reconoce el exponente, uno de los candidatos a la corona del VCA 2016.
Almarza corre solo en ciudad y lo hace por una razón muy sencilla. “Me gusta el descenso urbano porque entregas un mensaje potente. Que me vean correr a mí es decirle a mucha gente que en el fondo nada es imposible, que los límites los coloca uno mismo. Eso llega a 15.000 ó 20.000 personas”.
Ese mensaje llegará hoy a miles de chilenos a partir de las 15 horas. La plaza Aníbal Pinto será el lugar donde desemboque el sentido de una carrera especial, que se corre sobre ruedas y sueños.
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