El 15 de noviembre de 1889, un golpe de Estado puso fin al Imperio de Brasil. El emperador Pedro II abdicó y las fuerzas republicanas rápidamente borraron todo vestigio del pasado monárquico del país más grande de Sudamérica.

En medio de la crisis política que enfrenta actualmente Brasil, con graves casos de corrupción y el proceso de juicio político que busca la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, la familia imperial y grupos monárquicos apuntan por un regreso de la figura del emperador para garantizar el equilibrio político y social.

Así de cuenta Folha de Sao Paulo donde asegura que “la familia imperial quiere usar clima de división para restaurar la monarquía”. En las últimas marchas y protesta populares realizadas en la avenida Paulista y en Copacabana contra el gobierno, se han apreciado logos y banderas del Imperio de Brasil.

En una manifestación del 13 de abril, de hecho, en plena calle se pudo apreciar a Bernardo y Antonio de Orleans y Braganza (75 años), hermanos del heredero del torno de Brasil, Luis de Orleans y Braganza (77 años), quien permanece en Francia delicado de salud.

Su discurso apunta a cuestionar al PT, el conglomerado gobernante, y asegurar que la monarquía “asegura la unidad, la estabilidad y la continuidad”, en medio del ambiente de división y tensión social.

Según los integrantes de la familia imperial, su causa crece y suma cada día más adeptos, sin embargo, en el dibujo política, la opción monárquica no aparece viable. En 1993, de hecho, el camino a un imperio o reino que desechado en un plebiscito donde apenas logró el 10% de la votación, contra el 66% que alcanzó la República.