Estatuto Docente
Los términos en que está configurado el Estatuto Docente hacen que se transforme en la receta perfecta para minimizar la calidad.
FINALMENTE ha quedado claro lo obvio: para tener una educación de calidad hay que tener profesores de calidad. Profesores que sean capaces de enseñar más y mejor. El problema es cómo tener y mantener buenos profesores.
En primer lugar, se deben tener buenas escuelas de pedagogía, para lo cual obviamente se necesitan buenos profesores de profesores. Cambiar la calidad de los profesores no es tarea fácil y tener un porcentaje relevante de buenos profesores toma tiempo. Para acelerar el proceso algunos hemos propuesto que se lleve a cabo un método similar al que hizo la Escuela de Economía de la Universidad Católica con la Universidad de Chicago, en que economistas chilenos se educaban en la Universidad de Chicago y ésta mandaba profesores a Chile. Esto cambió de raíz la manera de entender la economía y de cómo aplicarla, y finalmente explica en gran medida los buenos resultados económicos posteriores.
Finalmente, lo que define qué tipo de profesores se tiene es la estrategia de los establecimientos para contratar y mantener profesores. Existe una gran diversidad en la calidad de los profesores. Sin embargo, esa calidad no parece depender en forma precisa de ninguna variable medible: experiencia, habilidades no cognitivas, nivel académico o calidad de la institución donde estudió. Estadísticamente, la medición de la calidad de un profesor es muy imperfecta. Lo único que parece producir un efecto claro en las pruebas estandarizadas de los alumnos es la experiencia del profesor en los primeros dos años de trabajo. Lo anterior implica que es muy difícil para un establecimiento saber si un profesor es bueno o malo antes de verlo trabajar en el aula. Se ha podido determinar que los directores de colegios, en cambio, sí son capaces de reconocer a los buenos profesores de su establecimiento. La estrategia es la de ser poco selectivo en la entrada, pero tener la flexibilidad para deshacerse de los malos profesores al cabo de uno o dos años. Recién ahí conviene hacer contratos a más largo plazo para disminuir la rotación, de manera de no tener que volver a pagar el costo de los dos años que toma seleccionar a un buen profesor (entre el 2000 y el 2009 un 40% de los profesores dejó la profesión y un 14% se cambia de colegio anualmente).
Como en todo trabajo, también es básico tener evaluaciones constantes, una estructura de buenas remuneraciones e incentivos en función de la calidad y flexibilidad para ir sacando a los malos profesores. La evaluación de profesores es algo complejo. Metas de puntaje de alumnos en pruebas estándar son objetivas, pero probablemente dejan de lado información importante. Se debe llegar a una adecuada combinación de mediciones objetivas y subjetivas. La realidad en Chile es que el llamado Estatuto Docente hace que los profesores en la práctica sean inmediatamente contratados para siempre en una escala de remuneraciones que depende básicamente de la cantidad de años de experiencia. La receta perfecta para minimizar la calidad.
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