Expedición científica al corazón de la Patagonia
La Isla Madre de Dios, en la XII Región, es considerada un laboratorio al aire libre. Un equipo de expertos chilenos y franceses busca evidencia para postularlo como "Patrimonio de la Humanidad".

Con una lata de duraznos en conserva vacía, los pescadores aficionados de Puerto Natales desenrollan de la lata un hilo y lo tiran esperando que el anzuelo pique. Hacen caso omiso al ir y venir de los científicos que están embarcando al otro lado del muelle, un grupo de especialistas chilenos y franceses pertenecientes a la organización Centre Terre.
Todos forman parte de la IV expedición científica Última Patagonia 2010, cuyo destino es el archipiélago Madre de Dios, lugar inhóspito conformado por la isla del mismo nombre y otras como Duque de York, Guarello, Tarlton y Diego de Almagro.
Se trata de un área de incalculable valor para la ciencia, considerada como un verdadero laboratorio al aire libre. En 200 cavernas y en sus montañas de piedra caliza (imagen principal), los científicos han encontrado evidencia que permitirá reconstruir cómo ha fluctuado el clima desde la última glaciación en esta zona, así como restos de la cultura Kawéskar de gran valor arqueológico.
También esperan hallar pruebas para comprobar la teoría de que el territorio Antártico estuvo unido a la Patagonia en el pasado. Toda esta evidencia servirá para postular a la Isla Madre de Dios ante la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, explican.
Paisaje exuberante
Pero llevar a cabo la expedición en esta zona de la XII región no es fácil. Conocida como la zona de los 50 rugientes, por el ensordecedor ruido que provocan los vientos de hasta 190 kilómetros por hora que azotan el paisaje, es también uno de los lugares donde más llueve en el mundo, con 8.000 milímetros de precipitación al año. El único asentamiento humano son las instalaciones que en isla Guarello ha construido el Grupo Cap, compañía que explota la piedra caliza de la isla.
Estamos prontos a zarpar y la ley de Murphy impera. Un alga marina se entrampa en el motor del barco explorador Patagonia II, postergando la partida. Superado este percance, iniciamos un recorrido por canales atestados de lobos marinos y pájaros que luchan contra el viento en un incansable afán por avanzar. Todo enmarcado por un exuberante paisaje de lengas, islotes y glaciares. Así, hasta que tras 26 de horas de navegación, en el horizonte comienza a apreciarse la cima de una montaña cuyas formas se asemejan al perfil de una virgen: hemos llegado a la Isla "Madre de Dios", dicen los exploradores.
En la Cueva del Pacífico, ubicada en el sector oeste de la isla, los huesos de lobos marinos en el suelo y las cerca de 60 pinturas rupestres pintadas en la zona muestran que, alguna vez, sirvió de refugio para los canoeros de la zona: los Kawéskar. Hasta ese entonces no se sabía que esta cultura realizaba pinturas con grasa y tierra roja. "Esto cambiaría la visión de que ellos no llegaron a un gran nivel de desarrollo cultural", dice Marcelo Agüero, chileno y segundo jefe de la expedición. Otras siete sepulturas encontradas dan cuenta del paso de los Kawéskar por la isla.
Las cavernas en la zona llegan a tener más de 350 metros de profundidad y son exploradas por los científicos (espeleólogos) que descienden hasta ellas armados con cascos, linternas, arneses y cuerdas. A lo lejos, las montañas que albergan las cavernas parecen nevadas, pero es la propia caliza la que brilla. En total, se ha explorado cerca del 25% de la isla Madre de Dios.
En otra de las áreas, conocida como La Gruta de la Ballena, los científicos encontraron fósiles de seis cetáceos cuya data puede bordear los 3.000 años. La mayoría de los huesos, esparcidos por todos lados, estaban a seis metros de altura. Sin embargo, otros se encontraron a 37 metros sobre el nivel del mar. "No estamos muy seguros por qué están tan alto, pero la hipótesis es que se deba a un tsunami", dice Richard Maire, de origen francés y director científico de la expedición.
Cambio climático
Otro de los objetivos principales es La Morrena, ubicada en isla Guarello. Llegar allá no es tan fácil. Si las condiciones climáticas lo permiten, los zodiac dejan a los científicos en un borde con rocas de caliza filosas y sin costas. Y ahí comienza una caminata ascendente por bosque magallánico virgen, hasta llegar a los 50 metros de altitud. "Aquí se encuentra depósitos de la última glaciación e incluso otras más antiguas. Con esto se pueden realizar estudios paleoclimáticos" , dice el espeleólogo Jean Francois Pernette. Una estalagmita del lugar estudiada en expediciones anteriores databa de 9600 años.
Otro grupo de geólogos chilenos busca evidencia para ratificar la teoría de que la península Antártica estaba unida a Sudamérica hace millones de años. A través del campo gravitacional de las rocas y los estudios de su procedencia, han sacado muestras en el archipiélago para compararlas con muestras tomadas en el continente blanco.
Si todo sale bien, la expedición terminará la próxima semana, con evidencia suficiente para que la isla Madre de Dios sea el próximo patrimonio de la humanidad que posea Chile.
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