Experto en impeachments en América Latina: "Temo que la crisis en Brasil apenas está empezando"

En entrevista con La Tercera, Aníbal Pérez-Liñán dice que la suspensión de Rousseff "no va a resolver los problemas de fondo". Según el académico de la U. de Pittsburgh, "estamos viendo el final de un modelo de gobernabilidad en Brasil".




Aníbal Pérez-Liñán, argentino radicado en EE.UU. y profesor de ciencia política en la Universidad de Pittsburgh, es especialista en impeachments ocurridos en la región. De hecho, su libro “Juicio político al presidente y nueva inestabilidad política en América Latina”,  es una obra de referencia entre los politólogos. En esta entrevista con La Tercera, Pérez-Liñán analiza el difícil momento que enfrenta Dilma Rousseff en Brasil.

Fernando Henrique Cardoso y Lula sobrevivieron a 48 intentos de impeachment. ¿Por qué el de Rousseff parece inevitable?

Los pedidos de juicio político contra Cardoso y Lula nunca llegaron a nada porque entonces la economía crecía, el Presidente mantenía su popularidad, y la coalición legislativa se mantenía unida. En un contexto de debilidad económica, Dilma ha quedado desprotegida frente a una tormenta sobre la cual tiene poco control. No solamente el Congreso tiene un doble estándar para juzgar a los Presidentes; la opinión pública también lo tiene.

¿Cree que el pedido de impeachment contra Rousseff tiene suficiente fundamento jurídico?

Hay un debate legal sobre los cargos contra Rousseff. El gobierno cuestiona que las acciones fiscales estén contempladas en la ley como causal de juicio político. Esta defensa simplemente desplaza la disputa jurídica sobre la interpretación de la ley al Supremo Tribunal Federal. Y en mi experiencia, el Poder Judicial evita meterse en líos cuando la opinión pública está movilizada contra el gobierno.

En una reciente columna señala que la ruptura de la coalición de gobierno fue “la parte más sorprendente” para usted.  ¿Por qué?

Me cuesta entender que los líderes brasileños hayan sido incapaces de negociar una salida racional a la crisis. Y la falta de acuerdo es todavía más sorprendente porque los escándalos de corrupción envuelven al gobierno tanto como la oposición. Nadie puede beneficiarse con esta crisis institucional.

Usted sostiene que es “un error de juicio” creer que el PT debe dejar el poder porque perdió el apoyo mayoritario. ¿El presidencialismo de coalición brasileño no tolera la pérdida de poder?

Creo que estamos viendo el final de un modelo de gobernabilidad en Brasil. Este modelo de coaliciones es muy frágil, porque el mismo sistema que garantiza la gobernabilidad cuando hay recursos garantiza también una fuente inagotable de escándalos y traiciones cuando la prosperidad se termina.

¿Por qué dijo que “es difícil imaginar” que la inestabilidad acabará con la destitución de Dilma? 

El origen de la insatisfacción popular está en la situación económica y en las acusaciones generalizadas de corrupción, no en la manipulación de las cuentas públicas. Esto significa que la suspensión de Dilma no va a resolver los problemas de fondo que motivan la protesta social. Posiblemente la situación se agrave, porque un gobierno de Michel Temer, marcado por falta de legitimidad electoral y por sus propios escándalos, tendría todavía menos respaldo público. Mi impresión es que se está gestando un clima de opinión similar al “que se vayan todos” que sacudió a Argentina en 2001. Temo que la crisis apenas está empezando.

¿Qué le parece la opción de instaurar el semipresidencialismo como posible solución a la crisis?

Ciertamente ayudaría a descomprimir la situación de un posible gobierno de Temer. Pero dudo que esta sea una solución realista. El problema no está en las vías del diseño institucional, está en los maquinistas que conducen el tren.

Otra de las soluciones que se ha planteado es la de las elecciones anticipadas. ¿Bastaría con nuevos comicios presidenciales o también deberían ser legislativos?

Es una buena pregunta. A menudo se menciona que el juicio político ha funcionado en este caso como un equivalente al voto de censura en un sistema parlamentario. Pero otra solución auténticamente parlamentaria implicaría convocar a una nueva elección general. La opinión pública prefiere esta solución, aunque haría falta una enmienda constitucional para poder llevarla a cabo. Dudo que ocurra, porque casi toda la clase política podría ser castigada si esta elección tuviera lugar.

El juicio político que depuso a Fernando Lugo le costó a Paraguay la suspensión del Mercosur en 2012. ¿Brasil podría enfrentar similares consecuencias?

No dudo que la destitución de Dilma produzca indignación en buena parte de América Latina, pero Brasil sigue siendo el principal socio comercial de la zona para los vecinos, y la coalición bolivariana del Mercosur está muy debilitada. No creo que un gobierno de Temer enfrente el aislamiento hemisférico.

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